“Somos hijos de las estrellas y tenemos 13.700 millones de años” | El Nuevo Siglo
Foto El Nuevo Siglo - Claudia Beltrán
Sábado, 19 de Mayo de 2018

OBSERVAR los cielos que mutó de una forma de entretención a un desafío de explorar nuevos territorios en el espacio es la pasión de María Teresa Ruiz, una de las astrónomas más reconocidas en el mundo.

Esta chilena, doctora en Astrofísica de la Universidad de Princeton, Estados Unidos, es la madre de “Kelú”, la primera enana café descubierta hace unos años y señala que si tuviéramos como referente de vida el hidrógeno que hay en el agua de nuestras lágrimas, nuestra edad sería de 13.700 millones de años.

Ruiz es académica del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile y Presidenta de la Academia Chilena de Ciencias. En 1997 recibió el Premio Nacional de Ciencias Exactas, en el año 2000 obtuvo la Beca Guggenheim y en 2017 el Premio L’Oreal-UNESCO For Women in Science. Es directora de Comunidad Mujer, ha publicado más de 200 artículos científicos, además de cinco libros divulgativos relacionados con temas astronómicos, entre los cuales se destaca “Hijos de las estrellas”.

EL NUEVO SIGLO.- ¿Qué se siente ser una mujer triunfadora y ser la primera en muchos campos de la ciencia y la astronomía?

MARÍA TERESA RUIZ.- Un poco de sorpresa ante nada porque nunca fue mi intención. Nunca pensé que ser mujer tenía que ser un obstáculo para poder hacer lo que yo quisiera, es que resulto así. Un poco fueron las enseñanzas de mi abuela con la cual compartí, viví por muchos años, que a pesar de ser una señora muy tradicional, siempre me inculcó que ser mujer no era una disculpa para no hacer realidad tus sueños. Y eso me quedo grabado desde muy pequeña y no lo hice para tratar de demostrar nada, simplemente era lo que a mí me gustaba hacer.

ENS.- ¿Qué la llevó a que le interesara el estudio de las estrellas?

MTR.- Siempre fui muy curiosa desde pequeña y me interesaba el porqué de las cosas. Era conocida en la familia porque siempre hacia preguntas y yo diría que el 80 por ciento de las veces mis dudas quedaron sin respuesta y empecé a pensar que yo tenía que encontrarlas por mi propia cuenta, a pesar de que nunca me llamó la atención el cielo, ni las estrellas, ni el universo. Raro eso, ya que a todos los niños les interesa. Yo iba más por el lado de las ciencias naturales, pero de pronto me tocó hacer una práctica de verano cuando estaba en la universidad estudiando ingeniería, cuando fui a una montaña, el Cerro Tololo, donde hay un observatorio. En una noche completamente oscura, sin luz de luna, vi la vía láctea como que me abrazaba. En estos lugares de altura el horizonte está bajo tus pies, entonces fue algo como mágico. Cuando me di cuenta que no sabía nada, que esa era nuestra galaxia, y que había cientos de miles de millones de estrellas como el sol y que yo no conocía. Entonces dije, bueno voy a hacer todo el esfuerzo del mundo por convertirme en astrónoma y quiero que sea mi obsesión de vida y así fue.

ENS.- ¿Cómo entiende el universo?

MTR.- Somos parte de él, es más la vida y la vida con conciencia como la nuestra es lo más complejo y raro que sepamos hasta aquí que tiene el universo. Y lo interesante, que he tratado de explicar en conferencias y libros, es mostrar cómo ha ido evolucionando paso a paso hasta llegar a la humanidad. Somos la consecuencia natural de la evolución del universo. Y veo el universo como nuestro lugar natural, de donde hemos surgido, gracias al trabajo de generaciones de generaciones de estrellas que han fabricado los elementos de los que estamos hechos.

ENS.- Cuénteme un poco sobre su libro “Hijos de las estrellas”

MTR.- Precisamente en este trato de explicar con leguaje simple, sin simplificar el fondo de las cosas, pero sí hablando con palabras que no son de la jerga científica como tal, explicando cómo ha sido esta ética, historia que comienza con el Big-Bang y termina hoy aquí con nosotros. Una historia que a mi me deja muy contenta y que a mucha gente también le parece fascinante darse cuenta que somos parte de una historia más larga y como finalmente todos somos hijos de las estrellas.

ENS.- Háblenos de la primera enana café que encontró “Kelu”, ¿Por qué ese nombre?

MTR.- Kelu es un objeto que es como un planeta gigante, tiene como 30 veces la masa de Júpiter y le puse ese nombre porqué merecía tener un nombre bonito y no uno de catálogo, que es el que tenía inicialmente con números, porque fue una de las primeras conocidas y ella se vino a presentar a mí. Yo estaba trabajando en otra cosa y apareció este objeto, al principio no sabía lo que era, después me puse a pensar y llegué a la conclusión de que tenía que ser una masa y “Kelu” significa “rojo” en idioma mapuche y como estos objetos suelen ser de este color, me pareció bonito ponerle así. En Chile tenemos un montón de lugares con nombres mapuche y pensé que sería lindo tener en el cielo que nos cubre, objetos designados en este mismo idioma.

ENS.- ¿Considera que llamar nuestras lágrimas como el Big-Bang es exacto?

MTR.- Exacto, si uno mira cuando te preguntan la edad hay algunos se quitan días, pero eso es falso. No tenemos ni un día menos de 4.500 millones de años que es cuando se formó el sol y, bueno, todos los elementos que tenemos los fabricó una estrella que vivió antes que el sol y los átomos. En particular el hidrógeno y el helio los fabricó el Big-Bang. El hidrógeno en el agua de nuestras lágrimas tiene 13.700 millones de años de antigüedad, así que esa es nuestra edad.