Impotencia frente al desangre sirio | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Agosto de 2011

La  inacción de la comunidad internacional frente al desangre en Siria está llegando a extremos. Ni las condenas del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas como tampoco el llamado de la Liga Árabe a Damasco para que cese la arremetida violenta contra los bastiones rebeldes, han dado resultado, mientras la cifra de muertos, heridos, desaparecidos y detenidos aumenta día tras día. 

 

La última semana ha sido particularmente dramática por la ferocidad de los ataques de las tropas del régimen del presidente Bashar al Asad en las ciudades de Deir Ezzor, Hula y Hama, en donde los manifestantes contra el gobierno son mayoritarios. Las fuerzas oficiales entraron a esos cascos urbanos con la orden de sofocar violentamente toda oposición, convirtiéndolos en escenario de guerra sin cuartel, bombardeos, combates calle por calle y francotiradores disparando a todo lo que se mueva, sin importar que se trate de civiles desarmados, según indica la poca información de que se dispone sobre esta crisis humanitaria, pues la prensa, sobre todo la internacional, tiene vetado el acceso a esas zonas.
Mientras que la geopolítica y el pulso entre las grandes potencias impiden que Naciones Unidas o la misma Liga Árabe tomen acciones más decisivas para forzar a Damasco a morigerar su represión armada a los protestantes,  la población siria está sometida a la peor de las crisis humanitarias. Decenas de miles de hombres, mujeres y niños huyen de los combates y se habla de violaciones sistemáticas de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
La crisis, que comenzó a mediados de marzo, se degrada cada día más y la comunidad internacional asiste como testigo mudo, ciego e inmóvil.