Caprichitos de Petro | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Noviembre de 2022

Al pensar en esta columna me acordé de algunos puntos interesantes: a) El Túnel de la Línea, de 8.6 kms. de largo, costó 1.6 billones de pesos de un presupuesto inicial de 600 mil millones y gastaron 11 años en construirlo; b) el deprimido de la calle 94 arrancó en la época de Moreno con un presupuesto de 46 mil millones y se terminó diez años después, con un costo de 166 mil millones; c) ciudad de México, Caracas, Santo Domingo, Quito, Lima, Santiago y Buenos Aires tienen metro; d) Panamá adelantó su metro y su ampliación del canal simultáneamente y con un presupuesto y un  plazo de terminación menores que la refinería de Cartagena; e) Medellín, con una población de 2.5 millones, tiene metro y tranvía; f) Miami tiene un elevado que funciona perfectamente; g) Juan Pablo Llinás, alcalde de Bogotá entre 1958 y 1961, anunció en su momento la firma de un contrato con una firma japonesa para el metro; h) todos los alcaldes de Bogotá desde entonces han hablado del tema; i) Petro anunció uno subterráneo que, al terminar su mandato, se quedó, como todo lo suyo, en veremos. A Petro le habían advertido que uno subterráneo costaría un tercio más.

Después de 70 años de intentos fallidos, Peñalosa firmó con los chinos en noviembre de 2019 un contrato de 600 páginas y con todas las de la ley, para construir un metro elevado de 22 kms. entre Bosa y el parque de Lourdes. La alcaldesa López logró ampliarlo hasta la calle 72 y empezar las obras y comprar los terrenos. La alcaldesa quiere una línea adicional, parcialmente subterránea, hasta Fontanar del Río.

Cuando Peñalosa anunció el metro elevado, Petro levantó su voz para defender el subterráneo, pero razones de ejecución hacían el elevado más factible y menos costoso.

Ahora, cuando todo está en marcha, quiere que se revise el diseño para construir uno, total o parcialmente, subterráneo. Parece que la segunda línea quedaría supeditada a que se atendiera ese caprichito y eso ha puesto a pensar a la alcaldesa para que no se perjudique lo que ella misma dice que es su legado histórico.

Lo que ha trascendido de la entrevista entre el presidente y la alcaldesa deja entrever que Petro sólo quiere que “se estudie” la posibilidad de que la primera línea sea subterránea por la Caracas. La alcaldesa dice que sí pero que, si cuesta más, la nación debe pagar el exceso. Se le olvida que Bogotá contribuye con el 25% del PIB y que los bogotanos terminaríamos, excluidas las minero-energéticas, pagando una proporción similar del “incremento” para atender el caprichito.

Los chinos han dicho que en enero tendrán listo el diseño al detalle y podrían entregar un estimativo de las posibilidades técnicas, legales y financieras de la propuesta. Aunque no se sabe con precisión, se estima que el aumento del costo será de cuatro o cinco billones, o más con dólares a $ 5.000. Pero, adicionalmente, una de las razones por las que se desechó la línea subterránea en su momento fue que el suelo de la ciudad, edificada sobre lo que en alguna época fue una laguna, no es propicio para excavaciones profundas. A eso sumémosle la demora en los estudios de factibilidad y la investigación geológica.

Petro quiere salirse con la suya, no por razones técnicas sino temperamentales. Me temo que tiene herramientas para hacerlo y que, si lo logra con el metro, no hay razón para que no lo haga con los minero-energéticos y con la eliminación de las EPS y los fondos privados de pensiones.