El comienzo de Gustavo Petro | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Junio de 2022

Para empezar este primer brochazo a la coyuntura política luego del triunfo de Gustavo Petro, es de resaltar la gran actitud de gallardía y tradición democrática que demostró la Colombia que pierde, no obstante, sus grandes temores, cuando siendo las cinco de la tarde, tan sólo una hora después del cierre de mesas, se conoce el resultado.

La decencia y calma del país al asumir el resultado, aun cuando se conocían amenazas si fuera en sentido contrario, es de resaltar como madurez y respeto a la democracia y de una cultura de resistencia positiva ajena a la transferencia de sentimientos hostiles.        

El discurso del candidato electo a la Presidencia, Gustavo Petro, que ostenta el don de retórica, muy propio de la izquierda, para sorpresa no estaba escrito ni venía con un aparte vertebral sobre las premisas del llamado e insistente acuerdo nacional (y regionales), ni con sus fundamentales, compromisos ni compromisarios.

El acuerdo nacional quedó enunciado, como parte del pliego de confianza que se intenta proyectar. Ya se oyen voces con expectativas al respecto, por el lado de los partidos y sus líderes. La oposición “constructiva” a penas se está acomodando.

Como se decía en la columna anterior esta contienda electoral pendía de un candidato de izquierda que venciera todos los temores o de derecha que lograra ganar confianza. Gustavo Petro, finalmente, en porcentaje muy reñido, vence con una demanda por el cambio, muy amplia y dispersa, que supera en la balanza la petrofobia, como el mismo lo advirtió, ante el riesgo de un socialismo radical y populista. 

No sólo se enfrenta al reto de honrar las altas expectativas sino mantener el hilo del respeto a las instituciones y el equilibrio de poderes como aliciente principal para la Colombia que pierde, que cree profundamente en ellas como única alternativa de pesos y contrapesos. De ahí viene su mensaje de protección a la propiedad privada y al desarrollo del capitalismo como líneas rojas en su gobierno, otro espaldarazo a la Colombia desconfiada. 

Ahora, ¿qué tan real es el cambio de causas y representación en cabeza del nuevo presidente? Si se tratara de los rumores de nombramientos del gabinete, lo conjugan muchos de quienes conformaron el gobierno del segundo período del presidente Santos y la misma administración de Gustavo Petro en la alcaldía de Bogotá.

Gustavo Petro en realidad representa una coalición: buena parte del santismo, liberales y verdes además de los comunes (exFarc), entre otros, y quienes se dicen llamar alternativos, le acompañan, sumaron la diferencia y en el fondo hacen parte del mismo establecimiento, luego es posible llegar a ver las mismas caras en el mando.

La intención de no obviar a la Colombia que perdió, ante un país dividido en dos partes iguales como resultado de las elecciones -muy similar a la puesta en escena del plebiscito por la paz-, se contradice continuamente con el lenguaje de la no inclusión. Es como si se quisiera resaltar un discurso entre incluidos y excluidos que no congrega a la nación.

Hay brechas que cerrar por supuesto, pero también hay desconocimiento de los esfuerzos de la misma sociedad a lo largo de la historia por el centro que es la igualdad de oportunidades, en dignidad y derechos como la superación de la pobreza con creación de condiciones de riqueza. Si se trata de inclusión, más que hablar de dos Colombias, hay que hablar de una sola nación.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com