Evaluar | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Junio de 2018

No se tiene preferencia por Iván Duque o Gustavo Petro, aspirantes finales en la ronda definitiva de las elecciones presidenciales, lo cual permitiría dos opciones: voto en blanco o abstención. Parece que Duque triunfará y se convertirá en presidente durante 1918-22 y, bajo tal perspectiva, el interés se centra en las tendencias observadas en el proceso en el sentido de encarnar representación de la izquierda y derecha políticas; se siguen estas categorías, pese a la negación de su vigencia. La inclinación personal se ubicaría en el centro izquierda pero, en resumen, se es liberal en terminología colombiana y se tuvo inclinación por Humberto de la Calle. Como cuestión anecdótica, cabe señalar que las orientaciones políticas personales se han traducido en fracasos para los aparentemente favorecidos: Horacio Serpa, Antanas Mockus y de la Calle.

 Se indicaron varias veces las razones de no votar a favor ni de Duque ni de Petro. Un presidente de Colombia debe tener conceptos propios y ¿los tiene Duque? La duda se origina por su mentor y padrino político, es decir, el ex presidente Álvaro Uribe y, a quienes niegan la posibilidad de tal dependencia, se les dice que los hechos la confirmarán, o negarán, lo cual requiere tiempo a través del contraste entre las promesas verbales versus la realidad.

 Un criterio propio decisivo es el siguiente: las acusaciones deben ir acompañadas, de inmediato, por pruebas concluyentes y definitivas. El ex presidente Uribe incurre en la falla comentada y se ha visto obligado a realizar rectificaciones. Tacha similar se observó en Claudia López y por eso no se votó por Sergio Fajardo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Respecto a Petro, se reconoció su labor brillante como congresista: preparaba los debates con sumo cuidado y los ganaba; sin embargo, dejó la impresión de ser deficiente como alcalde de Bogotá, es decir, su la labor fue criticable  en el plano ejecutivo y las consecuencias podrían ser más graves como presidente.

Queda la impresión de una crisis seria en el partido liberal que pudo evitarse, o posponerse, si Fajardo  hubiera aceptado, desde el primer momento, la alianza sugerida por de la Calle. Deben evaluarse las objeciones de quienes se desvinculan del liberalismo y, así mismo, juzgar la conducción a cargo de César Gaviria.