¿Harakiri de la prensa de EE.UU.? | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Enero de 2017

Durante el fin de semana de la posesión de Trump se confirmó que este y su equipo más cercano le declararon la guerra a los medios: los atacan y cuestionan. De esta manera buscarían que se enfurezcan para que transmitan su indignación al público, pues si lo hacen pierden credibilidad toda vez que la indignación permanente es una forma sutil de manipular. Lo cierto es que el ambiente continúa caldeado, la ocurrencia de protestas al comienzo de un mandato dice mucho. “No se le ha concedido a Trump la convención de juzgarlo en 100 días de Gobierno. Ni siquiera se le han permitido 100 horas” escribió Rubén Amón.

A no ser que sea solo torpeza política, la estrategia de comunicación de la nueva administración estaría apuntando a irritar a los periodistas. Por esto uno de los choques entre el gobierno Trump y la prensa se dio a raíz de la cifra de asistentes a la ceremonia de inauguración. El secretario de prensa rechazó las cifras publicadas en los medios aportando sus propios cálculos, los cuales se convertirían en los “hechos alternativos” a los que se refirió la consejera de la Casa Blanca, Kellyanne Conway.  El conflicto es el mensaje; las cifras de asistencia, la excusa. El punto a destacar es que Trump está logrando una cuestión clave para sus propósitos: convertir a los medios en sus enemigos. Si no ¿Cómo entender al secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, diciendo que van a hacer rendir cuentas a la prensa? (hasta ahora era al contrario: los medios eran quienes hacían rendir cuentas al gobierno).

El punto a destacar es que si aceptan el papel de enemigos que les asigna la narrativa presidencial, los medios se invalidarían a sí mismos para informar de forma neutral y, por ende, creíble. Es decir, la prensa norteamericana podría estar a punto de hacerse el harakiri. Y si ocurriese, los “hechos alternativos” pasarían a ser los “hechos”.

¿Qué hacer? Margaret Sullivan, columnista de medios del Washington Post, llama la atención de los periodistas para que no caigan en la trampa: “Recordando siempre que su misión es explicar la verdad y hacer rendir cuentas a los cargos públicos, han de atrincherarse, prestando mucha más atención a las acciones que a tweets emocionales o a las mentiras de la sala de prensa, aunque han de seguir dispuestos a clamar contra las falsedades cuando estas suceden”. Por estar más atentos a los tweets, el corresponsal de Politico, Jack Shafer,  anotó que toda esa polémica le quitó el foco principal a las protestas, una noticia mucho más relevante. Además, opina que la manera más adecuada de enfrentar la amenaza de la administración Trump a la prensa no es la irritación sino la calma: “Tiempos extraordinarios como estos requieren medidas normales: presentar las noticias de forma meticulosa, incisiva y calmada”.