La aplanadora | El Nuevo Siglo
Lunes, 1 de Agosto de 2022

El Senado aprobó (no ratificó, como han dicho los medios) en segundo debate el Acuerdo de Escazú. Lo hizo por 74 votos a favor y 22 en contra. Votaron 96 de 108 votos posibles. Dicen los -porque la página web del Senado parece manejada por chimpancés-que el Centro Democrático y Cambio Radical votaron en contra, pero, entre los dos, suman 24 senadores de manera que hay dos que votaron a favor o no votaron. El Pacto Histórico y sus adláteres (Centro Esperanza, Alianza Verde, la “U”, Comunes e indígenas) suman 50 votos. El resto los pusieron los mamertos liberales y conservadores que suman 29, así que hay que suponer que algunos no votaron. De los “cristianos” no sabemos. De los liberales era de esperar porque siempre están del lado que más alumbre. Los conservadores, desde las elecciones se arrodillaron ante el nuevo rey. Caro y Ospina deben estar revolviéndose en sus tumbas.

Escazú pretende imitar el Acuerdo de Aarhus de 2001, dándole poder a cualquier persona, ONG o grupo para impedir el desarrollo de cualquier proyecto de desarrollo que consideren que atenta contra el medio ambiente, llámese carretera, puente, línea eléctrica, fábrica o edificio. La sola solicitud paraliza el proyecto y su decisión puede llegar hasta la justicia internacional. Se lleva de calle la soberanía nacional porque puede entrabarse un pleito internacional entre particulares y Estados por materias diferentes a derechos humanos fundamentales.

En México tienen detenido el proyecto del Tren Maya de 1.500 kms. de longitud hasta el punto de que Amlo tachó a quienes se oponen de “traidores”. En realidad, se trata de una herramienta de la izquierda para controlar no solamente al gobierno sino al Estado en general. Y no tiene mecanismos, que es como lo venden, para proteger las vidas de los autodenominados ambientalistas.

Si bien es cierto que es la izquierda la que lo promueve por las razones expuestas, no lo es menos que el presidente Duque lo firmó apenas llegado al poder y sin que él o su ministra de Relaciones lo leyeran y fue presentado con mensaje de urgencia por dos Minambientes que tampoco lo leyeron. Y no creo que los senadores nuevos, que votaron el proyecto apenas dos días después de tomar posesión, sepan lo que hacen.

En su momento yo sugerí que la Andi y los gremios negociaran con Duque el apoyo a la reforma tributaria a cambio de retirar el proyecto. No sucedió, aunque el Consejo Gremial Nacional insistió “en que el Acuerdo de Escazú es innecesario y altamente riesgoso -por ende, inconveniente- para Colombia y en particular para la reactivación y el crecimiento económico, el incentivo a la inversión y fortalecimiento del tejido empresarial, la generación de empleo y la contratación de bienes y servicios”.

Lo mismo dijo un serio estudio del Instituto de Ciencia Política. Sin embargo, un profesor de la Universidad del Rosario, Alejandro Useche, dijo que “la aprobación del Acuerdo de Escazú, podría generar un mejor clima en los negocios del país y un mayor atractivo en la inversión extranjera, dado que la revisión de las normas jurídicas, le daría un voto de confianza adicional al sector empresarial (?)”. Y ni hablar de María Eugenia Rinaudo, de la EAN, que dijo que “es un paso significativo para promover justicia ambiental y climática, en un territorio donde prevalecen los conflictos socio-ecológicos (?)”.

Petro anunció desde su campaña que ratificaría el Acuerdo, así que la aplanadora se nos vino encima y ésta es una batalla perdida.

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Coda: Lamentablemente murió Ernesto Guhl Nannetti, uno de los pocos ecologistas colombianos.