Sí, el acuario sirve para que el pez sobreviva fuera de su hábitat natural. Sin embargo, le mantiene en estado de supervivencia, cuando tiene derecho a la vida en plenitud.
Sería injusto afirmar que la caja patriarcal en la que estamos ha sido inútil. La cultura occidental que nos contiene, y que reproducimos inconscientemente, está fundamentada en principios de fragmentación, competencia e individualismo, fruto de los cuales son la economía de libre mercado, la competitividad y las nociones de triunfo que nos acompañan. ¿Funcionan? Solo unos cuantos llegan a la cima, para lo cual ha sido necesario luchar fuertemente, pues el conquistar la cúspide implica echar mano de los valores del patriarcado: la batalla y el desarrollo de armas para afrontar la lucha contra la enfermedad, la pobreza, la corrupción… Esas luchas nos han permitido desarrollar habilidades de supervivencia: solidaridades efímeras, como las generadas en los hinchas de un equipo deportivo, que terminado el encuentro regresan a la individualidad y la pelea por ser el más fuerte; trabajos en equipo circunscritos a intereses específicos, limitados al círculo cercano; felicidades transitorias que se truncan cuando el equipo es derrotado. Es la dinámica ganar-perder, que se queda en la pasión, pero no llega al amor.
¿Qué pasaría si llevásemos esa solidaridad efímera a una hermandad real? ¿Qué, si trabajásemos en equipo en busca del interés superior? ¿Qué, si lográsemos ir más allá de la felicidad pasajera y alcanzáramos el gozo? Sí, podemos integrar y trascender la caja patriarcal. Salir de esa gigante zona de confort que nos aletarga como humanidad requiere la ampliación de la consciencia, trabajo difícil y a la vez posible. Podemos identificar las manifestaciones del ego que nos mantienen separados; podemos ver nuestras sombras e integrarlas; podemos reconocer la totalidad en nosotros y los otros. Todo ello precisa que avancemos en el darnos cuenta: a medida que expandimos la consciencia estamos en capacidad de tomar decisiones más integrales, ver el panorama cada vez más completamente, sin fragmentaciones.
Salir del cofre patriarcal es, sin duda, una decisión valiente, pues implica soltar formas de sentir y pensar que nos pueden haber dado resultados parciales -y que ciertamente nos brindan cierta seguridad- para abrazar otras en las que se valora la incertidumbre. Ello no lo podemos hacer sin confianza en algo más grande, fe activa que madura a medida que ampliamos la consciencia. Salir de la caja es abrazar nuestras incongruencias, aceptar la vida tal como es, auto-reconocernos plenamente para reconocer totalmente a los otros y lo Otro. En la caja no estamos completos: siempre habrá otra batalla por librar, otra guerra que ganar… ¿Seguimos sobreviviendo de guerra en guerra o elegimos vivir en el amor? Es posible decidir…