La ética de las pequeñas cosas | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Noviembre de 2017

“Sin ética en el diario vivir es imposible que la haya en sociedad”

Esta semana, me puse a indagar, preguntando sobre la ética a diferentes personas, y en un gran resumen, esta sería más o menos la definición: es el conjunto de valores y principios que guían la actuación de una persona.

El actuar comienza y termina en la vida privada. Es en esa intimidad, en las conversaciones honestas con uno mismo donde hay claridad sobre lo que está bien y lo que está mal. Porque muchas veces, las conversaciones internas terminan en acciones contrarias a lo conversado con uno mismo.

Hacer las cosas bien implica tener honestidad con uno, con la pareja, la familia, los hijos, los amigos, los compañeros de trabajo. No tomar ventaja de situaciones simples como colarse en una fila, pegarle a un hijo, maltratar sicológicamente a un subalterno, decir mentiras, o decirlas a medias, aprovecharse de una posición de poder en el beneficio particular, por encima del otro.

Es que la gente cuando habla de ética la siente como una expresión filosófica lejana, cuando en realidad es la sumatoria de los actos diarios y cotidianos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Y es ese actuar individual que en sumatoria lleva al actuar colectivo y por ende a la ética de una sociedad.

Actuar bien, es un acto de auto regulación, entendida como la capacidad de frenar un impulso equivocado y elegir con el libre albedrío, del que estamos dotados supuestamente como los seres superiores de la naturaleza, el correcto procedimiento. Pero para saberse auto regular hay que haber recibido esta capacidad y entrenamiento desde el comienzo de la vida, en la infancia, y haber tenido la fortuna del buen ejemplo de los padres.

Pero cualquiera en definitiva lo puede desarrollar con un acto voluntario de conciencia. La ética de las pequeñas cosas, radica en nuestros actos y requiere de fuerza de voluntad, mucho valor, pero sobretodo, de un compromiso inquebrantable con uno mismo. Sin ética en el cotidiano vivir, es imposible esperar que exista ética de cara a la sociedad.