No | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Octubre de 2016

Lo que suceda hoy tendrá una inmensa influencia en el perfil futuro de Colombia. Así será, porque impactará distintos sectores del país.

La materia sobre la cual el pueblo ha sido convocado a dar un mandato incluye los mecanismos de participación, el ordenamiento territorial, la producción agropecuaria, el poder judicial, la lucha contra el problema mundial de las drogas, la descentralización, el régimen de partidos y electoral, los mecanismos de control y los efectos de los pronunciamientos democráticos en las elecciones del porvenir, para mencionar apenas algunos de los temas que se incluyen en el acuerdo entre el Presidente Santos y Timochenko.

¡No se sorprenda!

De esa magnitud y dimensión es lo que se escribió en las 297 páginas que ya fueron suscritas.

Quienes aceptaron estampar su firma en esas hojas no están jugando. Lo que quieren es que su contenido presida la vida nacional en los próximos años.

Por esa razón construyeron con humo el esquema del blindaje jurídico, a fin de garantizar que todo quede escrito sobre mármol.

¿O qué creen ustedes que buscan cuando determinan que la totalidad del acuerdo se incorporará a la Constitución nacional con carácter inmodificable, es decir, pétreo?

Pues que lo acordado sea el marco de la vida nacional.

Por supuesto que el fin de las Farc como grupo armado ilegal es una buena noticia para el país.

Como lo es también que pongan en las manos de la ONU sus armas y dejen de cometer la gran cantidad de crímenes atroces en los que están incursos desde hace tantos años.

Pero, los muchos miles de colombianos que se oponen a que los culpables de los más graves delitos no paguen ni un solo día de privación de la libertad y puedan ser elegidos inmediatamente tienen que ser escuchados.

Se trata de ciudadanos de bien, pertenecientes a todos los sectores de la sociedad, trabajadores, que lo que reclaman es castigos adecuados para quienes han ensangrentado la patria.

Son compatriotas que sueñan con la paz, están listos para hacer concesiones, abrir la puerta de la reconciliación, y anhelan vivir y trabajar tranquilos en la tierra que los vio nacer.

Esta es la parte de Colombia que está de acuerdo con los que van a votar por el Sí, pero quiere ir más allá votando por el No.

Son los miles y miles que están dispuestos a darle al Presidente el mandato de hacer un esfuerzo adicional reorientando lo ya convenido o firmando acuerdos adicionales que precisen, aclaren o complementen.

¿Será mucho pedir la firma de convenios complementarios o aclaratorios?

De ninguna manera, porque lo que está en juego es el futuro de la nación.

Las Farc, de otro lado, tendrán que escuchar la voz del pueblo.

Eso es lo que se comprometieron a hacer cuando acordaron con el Gobierno que aceptarían, en materia del mecanismo de refrendación, lo que la Corte Constitucional dijera.

Y este alto tribunal habló alto y claro.

Lo que realmente está en juego hoy es si el paso hacia el sueño de la paz se da sobre la superficie del acuerdo conocido, que divide, excluye y tiene problemas serios de sostenibilidad, o construyendo sobre lo ya construido para llegar a un texto final que una a Colombia, incluya a los miles que tienen observaciones sobre algunos puntos, y elimine los evidentes riesgos de insostenibilidad.

Por fortuna se convocó a la gente.

Hoy usted decidirá cuál es el mandato que le da al Presidente y el mensaje que le enviará a las Farc, los dos interlocutores que aceptaron previamente el sentido de la decisión que usted tomará en el marco de las determinaciones de la Corte Constitucional.

Votar a favor del No será la más bella manifestación de ilusión, esperanza, propósito colectivo y generosidad social de la que se tenga memoria en la accidentada vida de nuestra nación.