Sobre el Acuerdo | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Marzo de 2016
Hermosa escena: 7:30 de la mañana, día soleado, una veintena de hombres con sendos ramos de flores en las manos, esperando a las mujeres que trabajan en un gran edificio.  Se las entregan entre risas y abrazos: se celebra el día internacional de la mujer.  Sí, bonito entregar flores, chocolates, enviar emoticones por las redes sociales, algo que sin duda podría ser más cotidiano.  Sin embargo, la reflexión sobre los derechos y la equidad de la mujer exige reflexiones más profundas, diálogos más sinceros, acciones más decididas que reflejen un mayor grado de compromiso que una felicitación anual y conviertan a marzo en un agosto para los vendedores de rosas.  Creo que de lo que se trata es de reconocer plenamente el valor de lo femenino, ese que nuestra cultura judeo-cristiana sigue desdeñando, ese que se ha hecho invisible a lo largo de nuestra historia y que es preciso que rescatemos y honremos para alcanzar el balance que tanto nos falta.
 
Lo femenino tiene que ver con el cuidado, la contención, la acogida; es lo nutricio por naturaleza, de lo cual nos alimentamos todos.  Lo femenino no es exclusivo de las mujeres: todos los seres humanos, todo lo que existe, se basa en la confluencia armónica de esos principios universales: masculino y femenino.  Llevamos milenios sobrevalorando al primero, lo que nos lleva a que hoy gran parte de la economía –que originalmente derivaba de la administración del hogar, la comida y los recursos que se conseguían afuera– se base en actividades extractivas, no en agricultura.   Lo femenino se nos extravió, lo envolatamos, y aún no hemos sido capaces de reconocerlo plenamente.  Claro que los varones hemos sido responsables de ello, pero también muchas mujeres que cuando han llegado a posiciones de poder, tanto en lo público como en lo privado, van en contravía de los principios de lo femenino a través de acciones de competencia, exclusión y corrupción.
 
Uno de los problemas de quedarnos en la celebración del día de la mujer es que, como fue la semana pasada, ya no es noticia en los periódicos ni es tendencia en las redes sociales.  Sin embargo, hoy más que ayer es imprescindible que recuperemos como humanidad los valores inherentes a lo femenino: que cuidemos más decididamente nuestros ecosistemas, que nos reconectemos con la tierra y la producción orgánica, que repensemos nuestros sistemas de producción y mercado. Como nada de eso va a suceder a gran escala, en lo micro podemos tener acciones concretas: cuidar el agua del grifo, privilegiar los mercados campesinos, hacer trueque, cuidarnos entre nosotros. Y honrar a la mujer, cada día, con acciones efectivas de inclusión cotidiana, justicia integral y aprendizajes en equidad. 
@edoxvargas