La filosofía de la unión | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Octubre de 2018
  • Mensaje central de cita Papa-Duque
  • Rol cauteloso y eficaz de la Iglesia

“Deseo que sus dos manos sean como estas dos ramas, que unan Colombia y solucionen esta veta tan dura que fueron los 50 años...” de conflicto armado. Esas fueron las palabras ayer del papa Francisco al presidente de nuestro país, Iván Duque, tras una audiencia en el Vaticano en la que, como se había adelantado, los temas centrales fueron los esfuerzos para aclimatar la paz y la crisis humanitaria por la diáspora venezolana.

Muy dado a las metáforas y la simbología, la expresión “dos ramas” utilizada por el Pontífice hace alusión a un medallón con dos ramas de olivo que se unen, que fue el regalo que le dio al Mandatario colombiano.

En la misma línea de esa filosofía de la unión, el Jefe de Estado destacó de su audiencia con el Papa el hecho de que él lo “entusiasmó a seguir trabajando por la unidad del pueblo colombiano, por seguir invitando a los colombianos a concentrarnos en las cosas que nos unen y no dejar que se ahonden las cosas que nos dividen”. Reiteró Duque que le motivó mucho “la forma en la que interpretó (el Papa) muy bien el mensaje nuestro, el llamado a la unidad sobre los grandes temas nacionales”.

No en pocas ocasiones hemos reiterado desde estas columnas que el Presidente de la República, según mandato constitucional, “simboliza la unidad nacional”, y en ese orden de ideas los pronunciamientos ayer de Duque y el papa Francisco lo que hacen es reiterar la ruta institucional más viable para Colombia.

Incluso, en medio del tierrero político que se levantó por la polémica propuesta por el Presidente del Senado para ampliar en un año el período del Jefe de Estado, la negativa inmediata de este último a esa extensión y su apego al mandato popular e institucional de gobernar solo por un cuatrienio sin atajo alguno, fue leída por no pocos analistas en nuestro país como la aplicación patente y práctica de esa filosofía de la unión, porque muestra a Duque concentrado en los grandes temas que deben concitar consensos entre los colombianos y dejando de lado aquellos que, como una modificación atropellada de las reglas del juego electorales, solo profundizarían el ya marcado clima de polarización nacional.

Es claro que la paz centró la audiencia privada ayer en el Vaticano. No solo por la importancia de superar el cuello de botella en el que se encuentra el proceso de  implementación del acuerdo firmado con una parte de las Farc, sino por la expectativa para descongelar la negociación con el Eln, suspendida hasta que ese grupo subversivo renuncie definitivamente al secuestro y cese las hostilidades contra la Fuerza Pública, la población civil y la infraestructura minero-energética.

Al respecto no hubo grandes anuncios, y así era de esperarse porque si algo ha distinguido el rol de buenos oficios e incluso de mediación que la Iglesia Católica ha cumplido en materia de procesos de paz en Colombia, es precisamente su trabajo cauteloso y ajeno a la exposición mediática, y por lo mismo eficaz en muchas situaciones y superación de crisis.

Igual ocurrió en lo referente a la crisis regional en América Latina por cuenta del éxodo de varios millones de ciudadanos venezolanos huyendo del derrumbe económico, político y social en esa nación por cuenta del régimen dictatorial de Nicolás Maduro. No hay que olvidar que la Iglesia Católica de la vecina nación ha alzado de forma valiente su voz -pese a los cobardes ataques del chavismo- para denunciar la difícil situación que atraviesa la población y exigir del gobierno de Miraflores el cese de la violencia, el respeto por los derechos humanos y la reinstauración de las garantías democráticas.

Y, por último, la importancia de la audiencia otorgada ayer por el Pontífice al Mandatario colombiano recalca, una vez más, la fortaleza de las relaciones entre la Casa de Nariño y el Vaticano, sobre todo en un país que en sus mayorías continúa siendo católico y tiene en esa institución religiosa uno de sus principales bastiones en materia de valores espirituales. De allí que dentro de la agenda de ayer, aparte de los ya mencionados, estuvieron también asuntos relacionados con la protección de la vida, la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, la promoción de la legalidad y la salvaguardia del medio ambiente.

A un año largo de la histórica visita del papa Francisco a Colombia, con mensajes que aún resuenan en la ciudadanía, el interés del Pontífice por la suerte de nuestro país sigue intacto. Eso, sin duda alguna, reconforta sustancialmente.