Las crisis mundiales cruzadas | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Diciembre de 2023

El 2023, que hoy termina, no fue nada fácil. Por el contrario, fueron 365 días marcados por una serie de problemáticas cruzadas, empezando por conflictos bélicos de alta intensidad como los de Ucrania y la Franja de Gaza, el agravamiento de los efectos del cambio climático, la profundización de la brecha de desarrollo socioeconómico, el pico inflacionario global, la reedición de pulsos geopolíticos entre las grandes potencias y el impacto de la irrupción de la masificación de las herramientas de inteligencia artificial.

De hecho, la mayoría de los balances sobre lo ocurrido a lo largo de estos doce meses también alertan sobre los picos de una serie de crisis humanitarias, empezando por las migratorias. Las oleadas humanas hacia Europa desde África y Asia, así como el maremagno poblacional que cruzó el tapón del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, para enrutarse por Centroamérica con destino a Estados Unidos, terminan evidenciando que esta ya es una emergencia global que requiere una respuesta igualmente global. Ya está visto que las medidas puramente restrictivas y policivas no son la solución a un flagelo que, además de cobrar miles de vidas de hombres, mujeres y niños que se arriesgan a estas largas y sufridas travesías, también ha visto fortalecer a su alrededor un peligroso universo delictivo.

Otra de las características centrales del año que hoy acaba ha sido, sin lugar a dudas, que el multilateralismo continúa perdiendo terreno, evidenciándose además un debilitamiento cada vez más profundo de las entidades multilaterales, especialmente de la Organización de Naciones Unidas, que en la mayoría de las crisis mundiales apenas si ha servido de escenario de denuncia y debates cíclicos y desgastantes, pero sin la capacidad ni la fuerza geopolítica necesarias para tomar medidas de fondo que frenen o morigeren problemáticas de la más distinta índole. Su improductivo rol en las conflagraciones de Ucrania y Gaza, así como en otros conflictos ‘olvidados’ –pero no por ello menos cruentos y dramáticos– pone de presente que el unilateralismo sigue imperando en todo el planeta.

Finalmente, el cambio climático se erigió, una vez más, como la mayor amenaza a la supervivencia de la humanidad. No solo el 2023 cierra como el año más caluroso de que se tenga noticia, sino que la COP28, que se realizó en Emiratos Árabes, no hizo más que certificar que los gobiernos siguen muy atrasados en el cumplimiento de las metas de reducción de gases de efecto invernadero.

Hay que hacer votos para que el 2024 sea un año menos crítico y alarmante. Un año en el que la humanidad entienda que al ser todos habitantes de un mismo planeta, el destino de unos no se puede aislar del de los otros.