Triunfo anunciado | El Nuevo Siglo
Miércoles, 26 de Octubre de 2011

* La era de Cristina Fernández

* Dura responsabilidad de acumular poder

 

Son muchos los que se preguntan sobre el espectacular triunfo electoral de la señora Cristina Fernández, las razones del mismo y sus alcances. Se trata de la primera vez en nuestra región que una mujer es reelecta en unos comicios libres. Lo que sorprende es que hasta no hace mucho tiempo en los diversos círculos políticos de su país se especulaba sobre una eventual derrota electoral, varios hechos de corrupción y malversación de fondos, incluso el que sacudió a la opinión pública por los vínculos de las madres de las víctimas de la violencia que solían protestar en la Plaza de Mayo, por cuenta de manejos multimillonarios de los recursos que de los impuestos les entregó el Gobierno para sus proyectos, que incluían negocios de urbanismo y diversas modalidades de inversión. Así como los escándalos de elementos vinculados al Gobierno y ligados a los Estados en donde es mayoría el justicialismo, hacían pensar en la posibilidad del voto castigo. También se especuló sobre el efecto negativo que tendría la ausencia de Néstor Kirchner del panorama político. Todas esas cábalas resultaron exageradas, falsas o fueron derrotadas por los acontecimientos.

Lo que se reconoce hoy es que la figura de Cristina Fernández provocó una solidaridad insospechada entre la población, que no se debe en exclusiva a un sentimiento irracional de las gentes menos favorecidas por la fortuna que son atendidas por las instituciones asistenciales del peronismo que existen en el país, tiene que ver sin la menor duda con la omisión de los partidos de centro y de otras tendencias por los temas sociales.

Las masas argentinas olvidadas que no son atendidas en el discurso de los partidos tradicionales, encuentran que el justicialismo les tiende la mano de la misma forma que lo hizo Lula en Brasil, con efectos electorales similares a los de la señora Fernández. Mientras que la oposición que había conseguido avanzar en el reciente pasado en Buenos Aires, al dormirse en sus laureles, se mantuvo como ausente, dividida y no presentó una solución creíble para los problemas que aquejan a los más pobres, cuya sumatoria de voluntades, dada su alta participación, es decisiva en las elecciones.

Uno de los fenómenos electorales que más llama la atención entre los argentinos está el del derrumbe del Frente Amplio Progresista, de corte liberal y socialdemócrata, que encabezaba el gobernador de Santa Fe. A lo que se suma la dolorosa derrota que golpeó en sus aspiraciones al radical-liberal Raúl Alfonsín. Y no le fue mejor al ex presidente Eduardo Duhalde, que en el pasado le cedió el paso a la pareja de los Kirchner, quienes desmontaron la maquinaria política que había dejado desde la Casa Rosada para volver al poder, hasta desesperarlo y empujarlo a la oposición.

Lo cierto es que el triunfo de la presidenta Fernández no sorprendió a nadie, estaba cantado por los sondeos de opinión, las encuestas, la presencia tumultuosa en las calles de sus seguidores. Lo extraordinario es que superó las expectativas, al prevalecer por encima de todos sus contendores juntos. Lo que refrenda un mandato político sin par, puesto que tendrá una concentración de poder que solamente se le recuerda en el pasado a Juan Domingo Perón. Por lo que dada su notable influencia en el gobierno de su esposo, el haberle sucedido en la Presidencia y seguir en el poder hasta 2018, renueva un mandato popular en el que deberá profundizar sus políticas nacionalistas y sociales, darle un vuelco a su postura frente a los grandes productores del agro y luchar por evitar que la crisis mundial afecte la economía de su país, la que para algunos analistas independientes es de las más vulnerables, lo mismo que de las más endeudadas de los países de Hispanoamérica.

Lo cierto es que hoy nadie duda de la habilidad política de Cristina Fernández, de su audacia para aprovechar las crisis, los ataques de sus adversarios, el radicalismo de la oposición para invertir a su favor los ataques, como el talento para contribuir a dividir a sus malquerientes. Lo que más se le reconoce es que está conectada con los grandes núcleos de población y ha sabido comunicarse mejor con ellos que sus contrincantes. Su conocimiento de la mentalidad de las masas, sus necesidades e impulsos emotivos, le permite asomarse a los balcones de la Casa Rosada y dirigirse a sus seguidores con razones de peso que los llevan a votar a ciegas por ella. Por supuesto, tal acumulación de poder impide que eluda la responsabilidad histórica, ella misma lo dice; a partir de ahora es la responsable no solamente de su suerte, sino de la de Argentina.