Justicia, sentimiento natural | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Febrero de 2018

A raíz de las protestas contra las apariciones públicas de Timochenko se ha vuelto a poner de moda el tildar a quienes abuchean a los cabecillas de las Farc de buscadores de venganza y enemigos de la paz. El argumento es que hay que perdonar a quiénes han cometido crímenes, aun los más atroces, para recuperar la armonía social y que quienes piden que se castigue a los delincuentes sin que tengan que ser penalizados no son más que espíritus vengativos que evitan que sigan delinquiendo y la paz reine en el país. Si analizamos este argumento llegaríamos a la conclusión de que los sistemas de justicia en el mundo no tendrían razón de ser y que al criminal hay que perdonarlo, bastaría que dijera que lamentaba sus crímenes, que se arrepentía de ellos, para que hubiera que perdonarlos, de lo contrario sería venganza, sentimiento repudiable.

No debe olvidarse que el concepto de justicia es inherente a la naturaleza humana y su expresión más primitiva es la venganza. No había instituciones que aplicaran la justicia y los miembros de la tribu la ejercían por mano propia: se vengaban de quien consideraban que había cometido una acción injusta contra ellos o sus familiares, primero sin medida y luego la graduación de la pena era la igualdad con la falta cometida, la ley del talión (de allí deriva la expresión retaliación). Era esta y aún es, en algunas sociedades que no han evolucionado lo suficiente para desarrollar instituciones de justicia, un límite a la venganza, una justicia retributiva que aplica la “vida por la vida, ojo por ojo”, vigente aun hoy en día en la ley islámica aplicada en algunos países (sharia).

Hasta hace algunos años esta ley del Talión se aplicaba entre algunas tribus guajiras pues hasta allá no llegaba una justicia estatal. Las personas, por naturaleza, rechazan que los crímenes queden impunes y donde no hay una autoridad que imponga un sistema de justicia adecuado buscan aplicarla por mano propia y se retrocede a la ley del talión. Si algunos en la sociedad colombiana estiman que el Estado no le aplica la justicia a unos bandidos que han cometido toda clase de crímenes atroces; que los asesinatos, secuestros, extorsiones, violaciones, que han cometido no solo van a quedar impunes, sino que se les premia con curules en el Congreso y otras ventajas políticas, ese espíritu innato de justicia los lleva a exigirla e, inclusive, tratar de ejercerla por mano propia.

Háganse concesiones para lograr que los 6.500 guerrilleros de las Farc dejen las armas, pero no al extremo de lo concedido en Cuba pues, esto puede llevar a reacciones sociales violentas. La sociedad quiere y pide justicia para luego perdonar.