Rechazo al vandalismo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Febrero de 2018

Anarquía no puede confundirse con Democracia. Los desórdenes, enfrentamientos y saqueos de supermercados, -sean o no lavado de activos de las Farc- en varios municipios del país, que llevaron inclusive a la declaratoria de Toque de Queda en las localidades de Usme y Ciudad Bolívar en Bogotá,  son actos inaceptables de vandalismo posiblemente impulsados por interesados en perturbar el orden público, lejanos del objetivo de reconciliación,  perturbadores  del proceso electoral y constituyentes de nocivo  fenómeno de ausencia de espíritu cívico.

Extraña la movilización de agitadores al unísono en distintos lugares, la utilización de menores de 18 años, la ruptura de puertas de establecimientos comerciales,  el robo  de artículos de diferente índole, el trasteo de lavadoras y electrodomésticos. Esos actos, que se sepa, carecen de relación con motivaciones políticas de animadversión o apoyo a los aspirantes de la primera magistratura de Colombia en los próximos comicios.

Ellos, sin excepción, deben pronunciarse contra manifestaciones de este tipo que en lugar de mejorar la prestación de  servicios públicos la debilitan.  El transporte no funciona mejor con rotura de estaciones y destrucción de buses, ni la recolección de basura se agiliza en medio de  barricadas. Sería locura que alguno de los candidatos  a la presidencia pretendiese conseguir votos merced al vandalismo. Las universidades, los medios de comunicación, las redes sociales, los sindicatos y gremios, tienen que adelantar tarea de oposición al vandalismo. La policía cumple su misión de evitar y controlar los desmanes, merece reconocimiento. ¡Cuánto daño le hace al fútbol la agitación de las barras bravas! El mal ejemplo cunde.

Ninguna sociedad disminuye desigualdades con anarquía, el posconflicto no debe vincularse al  arranque de más conflictos, así apreciemos el lado bueno del regreso de parte de la insurgencia a la sociedad. La pobreza no disminuye destruyendo sino construyendo y ante estos deplorables acontecimientos el remedio tampoco esta en anunciar nuevas reformas tributarias para dificultar especialmente la vida de los ciudadanos de menores ingresos y recursos.

Los vándalos en Colombia se encuentran  fuera de lugar, son  acreedores al repudio de la comunidad, ponen en peligro su futuro, se exponen a sanciones, complican su existencia llevados por inconsecuentes arrebatos. Libertad y Orden son términos antagónicos con desorden, violencia y caos. Queremos un futuro digno, con menores desigualdades, aumento del empleo, cese de la inmoralidad, una Nación donde la cultura ocupe el puesto que le corresponde.  Hablamos mucho de paz pero seguimos transitando el camino de insólitas perturbaciones unidas al desprecio por valores esenciales del ser humano, el respeto a los demás, a la vigencia de  los derechos humanos, al compromiso de la convivencia. La consigna: ¡Rechazo al vandalismo!