Trump retoma la iniciativa de EU | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Abril de 2017

Una cosa ciertamente es ser un ciudadano cualquiera y otra ser el Presidente de los Estados Unidos en pleno ejercicio de su cargo. Fue lo que ayer en la noche demostró Donald Trump al ordenar un ataque táctico de retaliación contra el gobierno sirio presidido por Bashar al Asad, quien el martes pasado había dispuesto un espantoso bombardeo con armas químicas sobre la población civil de su país, causando 84 muertos, entre ellos 30 niños, que perdieron la vida lenta y vilmente.

En efecto, hace unos años, Trump, oponiéndose a Barack Obama, había sostenido perentoriamente que los Estados Unidos jamás deberían bombardear a Siria. No obstante, luego de acceder sorpresivamente a la Casa Blanca y constatar las horrendas imágenes de lo sucedido a comienzos de la semana en esa nación, ordenó el ataque teledirigido de una ráfaga de misiles, desde un portaaviones trasladado a la costa, con el fin de derruir la base militar siria desde la que se había actuado tan alevemente.

Casi al mismo tiempo, hacia las nueve de la noche (hora colombiana de ayer), Trump informó a los Estados Unidos y al mundo de la operación recién consumada. En su corta y concreta alocución sostuvo que había actuado de tal modo con el objetivo puntual de no solo producir una retaliación, sino de advertir y poner en alerta que los Estados Unidos considera ese tipo de ataques, sean donde sean, una amenaza para el propio país y la seguridad universal. Y en tal sentido dejó entrever que su actitud tenía un carácter humanitario. De tal manera puso una línea roja, con este acto táctico específico, que sin embargo no compromete la estrategia general de los Estados Unidos de quitar del poder a Bashar al Asad por la vía de la presión política.

Fuera lo que sea, hay un notable cambio de conducta, frente a la administración Obama, en el sentido de que los Estados Unidos no harán caso omiso de atacar el terrorismo y defender a la población civil de los procederes de dictadores maniáticos. La operación, que de inmediato encendió los semáforos mundiales, aún está pendiente de las repercusiones.

En particular, con respecto de Rusia, aliada irrestricta de al Asad, que al cierre de esta edición se mantenía a la expectativa de algún pronunciamiento. No obstante, las autoridades estadounidenses, en cabeza del Secretario de Estado, dejaron en claro, de una parte, que se había advertido a los rusos del ataque dentro de los protocolos y que, de otro lado, Moscú debía cumplir con los compromisos adquiridos, en el Consejo de Seguridad de la ONU, contra el uso de armas químicas.

Trump, por su parte, ha mostrado una nueva faceta de la cual posiblemente derivará políticas futuras. No se trata, simplemente, de que los Estados Unidos, por efectos de volcar su atención a los problemas y soluciones internas, se aíslen del mundo y abjuren de sus deberes en defensa de la libertad y sus principios característicos en el plano internacional. No podía Trump, según lo dejó entrever en su discurso, que un acto de semejante sevicia y barbarie quedara impune, sin respuesta alguna, no existiendo duda de que al Asad, pese a sus manifestaciones en contrario, había sido el causante de la matanza con el gas neurotóxico similar al zarín. Y procedió en consecuencia como en otros casos y otras oportunidades lo hicieron Bill Clinton y George Bush junior.

De inmediato, los voceros republicanos más prominentes en el Parlamento respaldaron a Trump e incluso pidieron mantener la mano firme hacia el futuro, más allá de la operación puntual y táctica antedicha. Algunos miembros del partido Demócrata, de su lado, advirtieron, sin embargo, que el mandatario no había pedido permiso al Congreso. Trump, en tanto, solicitó el respaldo a los aliados de los Estados Unidos, a los que pasó a informar del evento.

A partir de hoy, a no dudarlo, se verá un nuevo Trump en escena. Después de la devastación que significó la derrota de la reforma al Obamacare, por el radicalismo republicano, además de las constantes polémicas por su presunta cercanía con Rusia y las incidencias de la campaña electoral, Trump, de seguro, subirá sustancialmente en las encuestas y conquistará una opinión mayoritaria.

Ya se sabe, pues, que si bien en su discurso de posesión advirtió que se dedicaría a los asuntos internos, ello no significa en lo absoluto el aislacionismo pregonado por sus opositores.

La operación militar, llevada a cabo con misiles para destruir parte de la aviación siria responsable de los bombardeos, es también un deslinde tajante de la actitud gelatinosa y nociva de la administración Obama, que aparte de la consolidación de al Asad, permitió el fortalecimiento del ‘Estado islámico’. 

Las realidades apuntan a un nuevo liderazgo y un cambio en los ejes estratégicos de la guerra civil e internacional en Siria.