16 embajadoras en Bogotá | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Abril de 2018

Antes, a la mujer se le educaba para la “obediencia”. Ahora se le educa para la “responsabilidad y la independencia”. Antes se arreglaba para ser “decorativa”. Ahora tiene que ser “productiva”. Después de una lucha tenaz y bravía, la mujer ha conquistado, a pesar del agresivo “machismo”, su total liberación. Hoy, algunas mujeres dicen con tranquilidad, “Yo nací para mandar, que me contrate el que necesite un jefe”.

Con satisfacción y orgullo, Colombia ha recibido a 16 mujeres como embajadoras de sus países ante nuestra nación. Son ellas: de Marruecos, Farida Loudaya; de la Unión Europea, Patricia Pilar Llombart Cussac; de México, Blanca Alcalá Ruiz; de Costa Rica, Circe Milena Villanueva Monge; de Polonia, Agnieszka Frydrychowicz-Tekieli; de Bélgica, Jana Zikmundova; de Rumania, Anca Diana RADU; de Guatemala, Reagan Vega Santizo De Toledo; de Jamaica, Elaine Gene Townsend de Sánchez; de Nicaragua, Yara Suhyen Pérez Calero; de Panamá, Astrid Villa-Real; de Austria, Marianne Feldmann; de Italia, Caterina Bertolini; de Portugal, María Gabriela Vieira Sonares de Albergaría; de Australia, Sophie Millicent Grant Davies y de Nueva Zelandia Anna Louise Duncan.

 Según las investigaciones más serias, solo en el siglo XV la diplomacia llegó a su “plenitud”. Hubo un Congreso en Viena y con carácter internacional se le dio jerarquía, fuerza jurídica y esplendor a este trascendental servicio. Lo esencial, claro, que tiene otras metas fundamentales es evitar las guerras con las armas. Un tratadista resumía en tres palabras las funciones de un buen diplomático: “representar, contratar y fortalecer”.

A varias de las embajadoras mencionadas arriba las he oído (México, Polonia, Marruecos y otras) comentarios de enorme interés. La diplomacia consiste en preferir los puentes a los muros, pues los muros aíslan y los puentes unen. La comunicación es el motor del progreso, el desarrollo y la armonía. Para que las relaciones sean enriquecedoras hay que nutrirlas, robustecerlas e incrementarlas con hechos benéficos para todos.

La mujer ha surgido con fuerza avasallante en todo el mundo no para desalojar al hombre, sino para cooperar, compartir y coadyuvar. La diplomacia permite escuchar y ser escuchado, hacer fácil lo difícil, aclarar lo oscuro y terminar eventuales discrepancias con acuerdos fecundos. La coherencia entre lo que predica y se practica, permite hacer perdurables los tratados, los convenios y las políticas de Estado.

Los politólogos afirman que después de la supuesta paz de la última guerra mundial, hemos tenido más muertos que en otros catastróficos conflictos como el de 1939. El universo tiene hambre de “paz”.

Que se respete mi derecho a no respetar ningún derecho... Solo reconoceremos los resultados electorales si “ganamos”.

 

Cuando se lucha por la paz, hay que pensar en todos sus componentes. La justicia, el empleo, la erradicación de las desigualdades, el tema de la desnutrición, la corrupción...

 

Los conflictos se acaban negociando, firmando compromisos, conciliando, tranzando, haciendo concesiones de parte y parte.

La paz es el bálsamo para una sociedad crispada. Algunas muestran guerras y conflictos.

Cuando se logra la paz, hay que cultivarla.