Bogotá, campaña de verdad | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Agosto de 2011

*Candidatos deben entusiasmar electorado
*No más mecánica, paso a ideas y debates


CERRADA  ya la etapa de inscripción de candidatos a la Alcaldía de Bogotá y visto que son once los aspirantes a la titularidad del Palacio Liévano a partir del 1 de enero de 2012, lo que urge la capital del país es que, por fin, tras varios meses en los que primó la mecánica electoral más que la emulación de ideas y propuestas, comience la verdadera campaña política. Que vengan pues los debates, que los programas de cada quien se pongan sobre la mesa y bajo la lupa analítica de la ciudadanía, los gremios y demás sectores políticos, sociales, económicos e institucionales. Sólo así se podrán identificar los planteamientos serios y viables, al tiempo que será más fácil determinar aquellos que están motivados sólo por el populismo, la improvisación y el efectismo.


Restan apenas ochenta días para la cita en las urnas y resulta difícil de entender que tras las distintas crisis coyunturales y estructurales que arrastra Bogotá, la campaña electoral haya tenido hasta el momento un perfil tan opaco. La exposición mediática de los aspirantes y sus correrías por barrios y localidades no sólo es baja sino de poco impacto, al punto que no logra romper la apatía de una ciudadanía distraída más en temas como el Mundial Sub-20 o pendiente preferencialmente de los picos noticiosos relacionados con la judicialización de escándalos como el llamado carrusel de la contratación distrital.


Es obligación de los candidatos entusiasmar al electorado, ponerlo a pensar hacia adelante, interesarlo en el análisis de las fórmulas de cada campaña para enfrentar asuntos tan urgentes como la transparencia en las entidades distritales, blindajes anticorrupción en los procesos de contratación, las políticas integrales para mejorar la movilidad vial, el futuro de la ETB, la situación fiscal de la ciudad, los problemas de inseguridad, mecanismos para impulsar la convivencia ciudadana, herramientas que enfrenten el desempleo capitalino, la implementación del proyecto ciudad-región y el eterno anhelo de descontaminación del río Bogotá, entre muchos otros temas prioritarios.


Los debates entre los aspirantes deben ir más allá de los temas de corrupción y solución vial, que según las encuestas son los que más preocupan a los habitantes de la capital del país. Se requiere audacia y creatividad de los candidatos para llegarle con los principales puntos de su plataforma programática a la máxima cantidad de bogotanos que sea posible. Sólo en la medida en que esto ocurra y cada elector pueda establecer una diferenciación entre lo que propone uno y otro postulado, la escogencia del próximo Alcalde responderá a decisiones maduras y objetivas de los electores y no a meros fenómenos coyunturales de percepción pública o mediática.


Más allá de la desgastada frase de que la Alcaldía capitalina es el segundo cargo de elección popular más importante del país, lo que debe primar en la recta final de la campaña es que la marcha de la ciudad requiere ajustes importantes e inaplazables. Candidatos, partidos, organización electoral, medios de comunicación, ciudadanía y demás sectores vivos de la ciudad, tienen que concentrarse en que del dictamen el 30 de octubre en las urnas dependerá no sólo la evolución de la calidad de vida de alrededor de siete millones de personas, sino que muchas veces lo que pasa en la capital del país se refleja o impacta en el resto de la Nación.


No más mecánica, llegó la hora de las ideas y los debates serios, profundos, masivos. Hay que poner a pensar a todos y cada uno de los capitalinos sobre el inmediato futuro y lo que se quiere tanto en el rol individual como en el colectivo. Llegó la hora de la campaña política y no hay tiempo que perder.