Turbas incendiarias en Londres | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Agosto de 2011

*Insurgencia social y tecnología
*Un verano sangriento


ALGUNAS  de las imágenes de los disturbios que sacuden a Londres, más parecen las de un bombardeo de la OTAN en Trípoli, como es el caso de los escombros calcinados de la antigua fabrica de muebles House of Reeve, de no ser por certidumbre de la información que destaca mundialmente la furia y violencia de la que han dado muestras durante la súbita aparición incontenibles multitudes en los barrios periféricos londinenses y algunos de mayor nivel social. Esa tienda funcionaba en sector próspero, adornado con zonas verdes cuidadosamente mantenidas, viviendas de ladrillo clásicas y costosas, medios modernos de transporte público y privado. Área que se destaca por la variopinta cultural y racial de sus habitantes extranjeros y nativos, procedentes de diversas regiones del planeta. Uno de los vecinos víctima de los desmanes les dijo a los medios de comunicación: “Esto no tiene un motivo social, si fuera no habrían incendiado el local, más bien se habrían llevado los muebles”.


¿Hoy la gente del común y los sabios se interrogan y aguzan el cerebro para explicar la asonada e incendios que conmueven a la civilizada e imperturbable Gran Bretaña, cuna de una de las más antiguas monarquías europeas, modelo de civilidad y democracia parlamentaria? ¿De que sirven los millones de cámaras de seguridad, que según las autoridades hacen de Inglaterra el país mejor controlado por los servicios policiales de Europa? Se dice que casi todas las calles de Londres mantienen durante las 24 horas diarias circuitos cerrados de televisión, en especial para prevenir ataques terroristas y seguir a los maleantes.


Las investigaciones sobre el terreno de los hechos explican la movilidad de los jóvenes vándalos que intervinieron en los disturbios gracias al Twitter, de la misma manera que lo han hecho en los países de África del Norte y en otras regiones las turbas antigubernamentales. El otro medio de comunicación es el teléfono Blackberry, popular entre los más jóvenes, los que se valen del sistema de mensajería gratuita para convocar a los manifestantes e incitar a los saqueos y destrucción, como a la confrontación con las autoridades. El periódico británico The Guardian ha publicado un diciente mensaje de los protestantes que impulsan el saqueo en la elegante zona de Oxford Circus: “Vamos a hacer pedazos las tiendas, así que venid y coged algo gratis” e incitan a disparar contra los agentes del orden.


La impresión de los habitantes de los barrios más afectados en Londres y de otras ciudades de Inglaterra, tiende a sostener que se trató del estallido de una bomba social. La persistencia de la crisis económica, la caída de los ingresos, el desempleo, los jóvenes en las calles, el ejemplo de los indignados de otros países, el perturbador factor contagio, el temor al futuro, las duras noticias sobre la caída en las bolsas, la pérdida de los ahorros, la suma de sacrificios exigidos por el Gobierno y el recorte de beneficios sociales han hecho lo suyo por desestabilizar uno de los países mejor organizados del planeta. Así psicólogos y sociólogos sostengan que mueve a los jóvenes la insatisfacción de vivir en un mundo en el que no encuentran su puesto, en donde su energía y ambición tiene salida a diferencia del glorioso pasado de las antiguas guerras en las que por siglos participó Inglaterra.


El primer ministro, David Cameron, al conocer los graves hechos suspendió sus vacaciones y se hizo presente en Londres, de inmediato presidió en Downing Street una cumbre de su gabinete de crisis para evaluar la situación, tranquilizar a la población y ordenar a las fuerzas policiales proceder a restablecer el orden y neutralizar la oleada de violencia. Sus palabras han conmovido a la población: “No permitiremos que una cultura del miedo prevalezca en nuestras calles”. Al mismo tiempo procedió a ordenar la movilización de 16 mil agentes policiales y activar todo el aparato represivo para contener a los más exaltados y detenerlos: “Sean cuales sean los métodos que necesite usar la policía, tendrán autorización legal”.


Por ahora, el despliegue policial de fuerza y la detención de más de mil presuntos activistas ha conseguido la calma en los barrios de Londres más afectados. Sin que ni las autoridades atinen a cantar victoria, dado que no se conoce quiénes son los jefes de la protesta, el grado de insatisfacción de las masas en lo que ha sido un verano sangriento y la perturbadora crisis económica que parece agravarse en Europa.