Sanciones, ‘arma’ inútil contra Putin que logrará otro mandato | El Nuevo Siglo
VLADIMIR PUTIN se encamina a otros seis años en el poder, con los que ajustará más de tres décadas al mando de Rusia. Foto: AFP.
Jueves, 14 de Marzo de 2024
Redacción Web

PARA su descontada quinta reelección, este fin de semana, el presidente ruso tiene dos retos inmediatos: demostrar con una contundente votación a su favor -dentro y fuera del país- que goza del apoyo masivo de la sociedad y que esa ‘legitimidad’ obtenida en las urnas es un aval para continuar la ‘ofensiva militar especial’ en Ucrania hasta lograr la victoria.

 

A sus 71 años, este exagente de la KGB que lleva un cuarto de siglo en el Kremlin y estará al menos hasta el 2030, es un caudillo autoritario que desde décadas atrás se autoimpuso una misión: poner fin a la hegemonía occidental, para así “construir un nuevo orden mundial”.

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En esa búsqueda y demostración de poder geopolítico, realizó la guerra en Georgia (2008), la anexión de la Crimea ucraniana (2014), la intervención militar en Siria (2015) y, desde hace dos años, la invasión a Ucrania, por lo que Occidente le impuso un inédito alud de sanciones -las primeras contra una potencia nuclear- y la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Putin por la deportación de niños ucranianos.

Por la velocidad con la que se impusieron las sanciones (dos días después de la invasión, el 26 de febrero del 2022) y su alcance (desde dirigentes políticos y oligarcas hasta el sistema financiero) se esperaba un alto impacto en la economía rusa, así como el aislamiento internacional del Kremlin que lo forzara a terminar la guerra.

Pero a hoy, ninguno de esos objetivos se ha cumplido plenamente. Por diversas razones, que pueden ir desde la implementación de políticas para estimular la demanda interna hasta que el propio gasto público asociado a la guerra tuvo efectos expansivos en determinados sectores industriales o de servicios, la economía rusa no solo ha resistido la batería de sanciones -recientemente ampliadas-, sino que inclusive creció el año pasado, triplicando el dato de 2002, cuando cayó a 1.2%.

Según la agencia nacional de estadísticas Rosstat, la economía del país creció al cierre del año anterior un 3.6%. Se podría pensar que son datos manipulados por el Kremlin, sin embargo, en el documento “Perspectivas Económicas Mundiales del Fondo Monetario Internacional, divulgado al cierre de enero, vaticinaba que había sido del 3%.

El ministerio de Economía de Rusia informó también que el Producto Interno Bruto (PIB) del país aumentó un 5.5% en el tercer trimestre y un 5.1% en los últimos tres meses del pasado año, destacando que sin contar 2021 (5.9%), la economía nacional no crecía tanto desde 2012 (4%) pese a las sanciones impuestas por Occidente a todos los sectores de la actividad productiva.

En cuanto a la inflación, si bien sigue elevada (7.4% este febrero) comenzó a ceder, por lo que el Banco Central de Rusia decidió mantener las tasas de interés en 16%. La meta del Kremlin es terminar este año con un costo de vida rozando el 4%.

El presidente Putin aseguró, en ese momento, que su país se adaptó a las sanciones y que se recuperó de la recesión de hace dos años, aunque admitió que es posible que las restricciones occidentales tengan un impacto sobre el PIB a medio plazo.

Elvira Nabiulina, presidenta del Emisor ruso, manifestó que “la creciente propensión de los hogares al ahorro, la desaceleración del crecimiento de la actividad de consumo y el enfriamiento de la demanda de importaciones contribuyen cada vez más a volver a situar la economía en una senda de crecimiento equilibrado”.

En tanto los expertos advierten de que la actual bonanza, en la que intervienen factores coyunturales como el incremento de la producción de la industria militar y el control artificial sobre la cotización del rublo, podría verse frustrada en los próximos años.

Como se ve, las sanciones que están en vigor contra la cúpula gobernante, millonarios, la banca, las transacciones comerciales, la venta de petróleo, gas y carbón, así como de cientos de productos rusos, aunado al retiro de gigantescas empresas del sector privado (Coca-Cola, McDonald's, Starbucks, entre otras), no han sido tan devastadoras como se esperaba.

Para la analista del Centro de Estudios Internacionales y de Europa Oriental de Berlín, Alexandra Prokopenko, esta situación no tiene precedentes para ninguna de las partes: "Estamos asistiendo a una especie de experimento económico que nunca antes se había producido. Porque ningún país ha estado nunca sometido a tantas sanciones. Ahora hay más de 13 000, completamente diferentes, contra Rusia. Son más que las sanciones impuestas a Irán, Siria, Corea del Norte y Cuba juntas”.

Y, frente al aislamiento político internacional, el veto occidental acercó aún más a Putin con un gran socio geopolítico, como lo es su homólogo chino, Xi Jinping, clave no solo su misión de forjar un “nuevo orden global” sino también clave para sus exportaciones de hidrocarburos, al igual que el resto de Asia. De igual forma, renovó la alianza con los países africanos que recurren a Moscú y a sus grupos paramilitares para contrarrestar el "neocolonialismo" occidental y a través del grupo Brics, gana terreno en América Latina.

Jornada electoral

Putin ha ejercido dos mandatos de cuatro años y dos de seis como presidente de Rusia, con un período intermedio como primer ministro, ante la imposibilidad constitucional de otra reelección inmediata, que posteriormente derogó. Y, tras las votaciones que se inician hoy en el Extremo Oriente y terminarán en Kaliningrado en la noche del domingo, logrará otro mandato, más no el último, porque su intención es gobernar hasta que sea octogenario.

Con la oposición diezmada tras el encarcelamiento de numerosos disidentes, e incluso militantes de base, así como el forzado exilio de muchos otros y la muerte en prisión de su máximo representante, Alexei Navalni, Putin no tiene competidor.

Así, con tres falsos adversarios, el nacionalista Leonid Slutski, el comunista Nikolái Jaritonov y el empresario Vladislav Davankov (todos apoyan la campaña militar en Ucrania), el mandatario ruso da barniz pluralista a las votaciones y ‘blinda’ de legitimidad su cantada victoria.

En la antesala de la jornada, el mandatario ruso en mensaje radiotelevisivo instó a participar en la misma. "Estoy convencido de que entienden el período difícil que atraviesa nuestro país, los difíciles desafíos que enfrentamos en prácticamente todas las áreas…Les pido que acudan a votar y expresen su posición cívica y patriótica, que voten por el candidato que hayan elegido, por el futuro de nuestra querida Rusia".

Agregó que "participar en las elecciones es demostrar sus sentimientos patrióticos”.

Desde semanas atrás se enfrascó en una campaña proselitista como nunca antes, y en todas apeló al patriotismo. En espacios públicos aparecen carteles que llaman al patriotismo de los rusos para incitarlos a votar. Llevan una V, uno de los símbolos de las fuerzas rusas en Ucrania, y el lema "Juntos somos más fuertes, ¡votemos por Rusia!".

Para estos tres días de votación y, como de costumbre, las autoridades organizarán tómbolas con premios y espectáculos para motivar a los votantes a acudir a las urnas, en un país donde la desconfianza en la política, sobre todo entre los jóvenes, es muy alta.

Al mismo tiempo, ha presentado a Ucrania y sus aliados occidentales como potenciales alborotadores, reiterando sobre el riesgo de "injerencia extranjera" en la votación.

Lo único impredecible en esta jornada electoral es el alcance que pueda tener la convocatoria que la exiliada viuda de Navalni, Yulia Navalnaya, hizo y al que se sumaron las esposas de los soldados movilizados al frente de batalla: protestar al mediodía y votar por cualquier candidato excepto a Putin o invalidar su papeleta escribiendo "Navalni" en letras grandes.

Así, inmerso en una guerra que apuesta a ganar por el desgaste del enemigo, el agotamiento de la ayuda de los occidentales a Kiev y de la población ucraniana, Putin seguirá en el Kremlin otros seis años para consolidar su proyecto político-militar, que enfrentará grandes desafíos.

Entre ellos está que la victoria sobre Ucrania se visualiza lejana y la capacidad de aguante de la economía rusa que tras resistir dos años puede comenzar a quedarse sin ‘oxígeno’.

El hombre fuerte del Kremlin, impredecible y misterioso, durante su reciente discurso a la nación prometió miles de millones de rublos para modernizar la infraestructura, luchar contra la pobreza, el declive demográfico e inclusive digitalizar el país. Todo ello para reimpulsar una economía que, como reseñamos, ha absorbido el impacto de las sanciones occidentales, pese a la inflación y a la dependencia de la producción militar. Pero la gran pregunta es ¿hasta cuándo resistirá?