Estos días de finales de mayo -tal y como se ha hecho público, con los resultados de las últimas elecciones- han traído una nueva composición en las representaciones políticas del Parlamento Europeo. Hasta ahora, habiendo arrancado desde hace prácticamente 40 años, los social demócratas y los populares -centro derecha- habían dominado la instancia parlamentaria regional. En general, ellos han sido desde fines de los años setenta, los conductores de la gran política de integración europea.
Sin embargo ese escenario basado en el “bi-partidismo de centro”, con los nuevos resultados conocidos este 26 de mayo, los social demócratas y los populares, aunque continúan siendo decisivos en la toma de decisiones legislativas en el Viejo Continente, no podrán ejercer su poder sin tener que contar con otros dos bloques que han emergido con un posicionamiento estratégico: los verdes y los liberales demócratas -estos últimos con posiciones más a la derecha-, aunque sin llegar a ubicaciones extremas.
En verdad los grupos que han tenido mayor dominio parlamentario, han visto disminuir sus escaños legislativos; algo que en todo caso no deja de sorprender, como parte de los cambios que no se preveían con los vaticinios que se tenían hace apenas una semana. Véase cómo el Grupo Popular Europeo pasó de tener 216 a 179 eurodiputados, mientras los social-demócratas pasaron de 185 a 150 escaños.
Las sorpresas, no obstante, no pararon allí. Otros dos batacazos más. Uno, Marine Le Pen y su radical partido de extrema derecha, superó a la colectividad política del Presidente Macron en Francia. Dos, el partido del “brexit” de Farage -el dirigente que abiertamente mintió con tal de que los votantes se inclinaran contra Europa en junio de 2016- es la agrupación inglesa que más representación tendrá ahora en el Parlamento Europeo, con 29 diputados.
Quien lo creyera. En un país que se asume es desarrollado como el Reino Unido, que esto pasara. Que lleguen a cuajar los abiertos engaños colectivos. Un país que tiene a parte de las universidades de mayor abolengo en la historia de la humanidad.
No es de olvidar en este sentido que el Magdalen College de la Universidad de Oxford se fundó en 1458, y aún más antiguo es el Corpus Cristi College de la Universidad de Cambridge, fundado en 1358. Pero bueno, al tener monarquía, el Reino Unido también demuestra -de manera similar a la superviviente “realeza” española- que la Revolución Francesa, que el Siglo de las Luces, el Siglo XVIII, aún no llega por esas tierras. Quizá nunca llegue. Dios sabrá.
Siguiendo con esto de los resultados, es de resaltar además que otro rasgo muy importante fue la notable pérdida del Grupo de la Izquierda Unitaria Europea, además de la Izquierda Verde-Nórdica. Los grupos de esta izquierda pasan de 52 a 38 representantes.
Las derrotas más sonadas de estos grupos de izquierda, en esta elección, se centran en las plazas en las cuales tenían un dominio más bien tradicional, esto es, Alemania y España. En este último país la fragmentación de estas posiciones -como la historia reiteradamente le grita a la izquierda sin que esto parezca causar ningún efecto- ha sido factor esencial para que la agrupación Unidas Podemos, dejara como evidencia de la derrota, un notable número de posiciones parlamentarias.
Tal y como lo documenta el investigador Mirko Trudeau, a la nueva Europa ya no le basta con el partidismo. Esa hegemonía parlamentaria aparece ahora como cerrando un ciclo, importante sí, pero que se va superando. Al menos en lo que será este nuevo período parlamentario de cinco años, a finalizar en 2024. Ahora a los social-demócratas y a los populares les corresponde buscar alianzas con los verdes y con los liberales -ellos tienen 67 y 108 escaños, respectivamente-.
Más que hablar de cuotas de poder en la Unión Europea, situación que es normal, por lo demás en los parlamentos, lo importante y alentador, es centrar ahora la atención en programas e iniciativas estratégicas que hagan parte de las grandes políticas europeas.
En esto se incluyen las posiciones internacionales, las inversiones, la reactivación económica y de empleos, la coordinación macroeconómica –fiscal, monetaria, cambiaria, crediticia y comercial- la conservación del medio-ambiente, incluyendo en esto el conjunto de desafíos que plantea el calentamiento global y la sexta extinción masiva de especies. Lo que se conoce como el antropoceno. Realidades urgentes que debe enfrentar Europa sin el acompañamiento de Estados Unidos, al menos hasta que Trump se mantenga en el poder.
Ahora con estas condicionantes parlamentarias, se abre también la posibilidad de que por primera vez, una mujer pueda llegar a presidir esta importante instancia de poder continental. Se trata de Margrete Vestagher, una de las grandes triunfadoras del 26 de mayo pasado. La candidata liberal ha declarado que “ahora ya no hay monopolios políticos en el parlamento, es necesario unir esfuerzos, buscar nuevas coaliciones con nosotros y con los verdes”. Ella tiene esperanza de abrir nuevos cauces parlamentarios con la nueva conformación de este órgano representativo.
A pesar de todas las condicionantes, los más recientes resultados de las elecciones del Parlamente Europeo aún dejan vislumbrar algunos atisbos de raciocinio y pertinencia. En medio de todo el bullicio, uno quiere aún conservar la esperanza.
Sin embargo, cada vez se hace más evidente el dominio de las fuerzas de la tragedia colectiva, aunque ahora esto no se perciba con total claridad. De Mozart a Maluma, de Lincoln a Trump: un auténtico y acelerado descenso a tiempos imprevisibles que no presagian beneficios, para decirlo con cortesía. No hay demasiado espacio para las ilusiones. Así como vamos -para citar un sólo un ejemplo- el calentamiento global será irreversible. Todo esto por no decir que estamos en una turbulenta senda hacia la barbarie.
*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario. El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna.