Vivienda, motor imparable | El Nuevo Siglo
Miércoles, 5 de Enero de 2022

* Asignación récord de subsidios

* Una apuesta muy alta para 2022

 

La construcción es uno de los principales motores de la reactivación económica en Colombia, cuya dimensión es tal que el país pudo haber cerrado este 2021 con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) cercano al 10%.

Mes tras mes este sector fue superando récords en materia de proyectos y venta de unidades residenciales. De hecho, el Ministerio del ramo destacaba días atrás que el año pasado, según datos de “Coordenada Urbana” de Camacol, los colombianos habrían adquirido alrededor de 240 mil unidades de Vivienda de Interés Social (VIS) y No VIS, sin duda una cifra muy alta, más aún teniendo en cuenta que fueron doce meses bastante complicados, no solo por los picos epidemiológicos del covid-19 sino por la ola de paros y bloqueos de abril y junio. Ambas circunstancias tuvieron un impacto en el rendimiento sectorial, aunque con menor dimensión que en 2020, cuando la actividad edificadora se paralizó por cuenta de las cuarentenas y desaceleración productiva.

Las perspectivas para este 2022 son mejores al punto que, según el gremio de los constructores, seguirán creciendo las ventas en todos los segmentos, lo que empujaría el PIB del sector edificador a un 17,7%, es decir un dinamismo 3,5 veces más que el proyectado para toda la economía este año.

Todo lo anterior con el plus de que la construcción es de los rubros que jalona no solo la demanda de mano de obra calificada y no calificada, sino industrias como las del cemento, acero, ferretería, transporte, suministros de todo tipo, logística, comercio, servicios… Para solo traer a colación una cifra: en el más reciente reporte del DANE sobre desempleo, que cerró noviembre pasado con una tasa del 10,8%, confirmando la tendencia a la baja, se destacó la generación de 560 mil plazas adicionales frente al mismo mes de 2020, de las cuales la actividad edificadora aportó 63 mil.

Obviamente este buen momento de la construcción es producto de un esfuerzo conjunto público y privado. En cuanto a lo primero, no solo debe destacarse el impacto de programas de subsidios a la nómina e incentivos para la contratación de personal joven, que han constituido un empujón significativo a las empresas edificadoras en medio de la crisis pandémica, sino la adjudicación sin antecedentes de subsidios de vivienda. De acuerdo con el Ministerio, entre enero y mediados de diciembre, un poco más de 95 mil familias accedieron a las ayudas para compra de vivienda otorgadas por el Gobierno, la mayoría para adquirir casas o apartamentos tipo VIS.

Pero si en 2021 se batió el récord en cuanto a la asignación de subsidios, tanto los de línea ordinaria como los de fase extraordinaria (referidos al plan de choque de reactivación económica en medio de la crisis sanitaria), para este nuevo año se espera un mejor desempeño. De entrada, debido al aumento sin antecedentes del salario mínimo mensual en un 10,07%, el monto de las ayudas estatales para la adquisición de casa o apartamento subirá sustancialmente. Por ejemplo, los hogares con ingresos menores a dos sueldos básicos, afiliados a una caja de compensación familiar, recibirán hasta 50 millones de pesos. A ello se suma la cobertura mensual de hasta cinco puntos porcentuales de tasas de interés para distintos tipos de vivienda hasta por siete años de los créditos.

Obviamente no todo es color de rosa. Hay alertas tempranas por el aumento de precios de insumos como el acero y otros que dependen de productos o materias primas importadas, ya que los costos de transporte se encarecieron y hay un pico inflacionario a nivel global. A ello se suma la necesidad de que municipios y distritos generen, a través de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), marcos regulatorios modernos y eficientes que faciliten la actividad edificadora rentable y sostenible desde el punto de vista urbanístico, de calidad de vida y ambiental. También es claro que se requiere de los candidatos presidenciales mensajes tranquilizadores a los inversionistas y futuros propietarios sobre lo que será la política de vivienda a partir del nuevo gobierno que asumirá en agosto próximo. Igual urge un mejor clima de negocios para la edificación no residencial (es decir de oficinas o centros comerciales). También resulta evidente que ante el aumento de las tasas de interés por parte del Banco de la República, como medida contracíclica para frenar la inflación interna, hay que garantizar el acceso del sector constructor a financiamiento potable y oportuno. Todo ello sumado a que la coyuntura pandémica no afecte el dinamismo del sector…

Por lo pronto, hay que destacar, una vez más, que la construcción, sobre todo de vivienda, sigue como un motor principal de la reactivación económica y que la meta aquella del “país de propietarios” es cada vez menos lejana.