Reingeniería al mercado laboral | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Enero de 2022

* Diagnóstico de la Misión de Empleo

* Insumo clave para campaña electoral

 

Una de las reformas estructurales pendientes en el país es, sin duda alguna, la laboral, entendida no solo como un ajuste normativo dirigido a clarificar las relaciones entre patronos y trabajadores, sino en el sentido amplio de la formulación de una política estatal que regule eficientemente el mercado del trabajo, la plusvalía empresarial y la generación de empleo rentable, eficiente y sostenible.

Aunque este es un tema recurrente en las esferas políticas, económicas, gremiales, sindicales, parlamentarias y -tal como ahora ocurre- electorales, poco se ha avanzado hacia esa reingeniería laboral. Una reforma aún más urgente en vista del fuerte impacto sobre la empleabilidad que tiene la pandemia del covid-19. No hay que olvidar que unos meses después de reportarse el primer caso del coronavirus en Colombia (en marzo de 2020) la tasa de desocupación se disparó a un 21% y las personas sin trabajo rondaron los cinco millones. Hoy, por efectos no solo de la reactivación productiva sino de los subsidios oficiales a la nómina e incentivos a empresarios para contratar personal, el indicador se ubica en 10,8% y el objetivo primario del actual Gobierno es dejarlo en un dígito antes de que asuma su sucesor en agosto próximo.

Esa reingeniería del mercado laboral solo es posible si se aplica una reforma a fondo y multisectorial. De hecho, aunque la mayoría de los precandidatos y candidatos presidenciales ha puesto sobre la mesa una infinidad de propuestas, por los efectos propios de los ritmos proselitistas éstas no son explicadas profusamente ni sus objetivos enmarcados en los escenarios amplios y transversales que exige un tema tan complejo.

Es allí en donde cobran una importancia superlativa los resultados de los estudios profundos, realizados por expertos, con la seriedad y rigor investigativo de la academia y aplicados a escenarios laborales auscultados en todos sus frentes. Ayer, precisamente, se presentó el diagnóstico y recomendaciones de la Misión de Empleo que fue compuesta por el Gobierno a mediados de 2020 para analizar de forma detallada el mercado laboral y señalar la hoja de ruta para solucionar sus principales cuellos de botella.

De acuerdo con la citada Misión, el funcionamiento del mercado laboral obstaculiza el camino hacia una sociedad más prospera e incluyente. Y ese mal funcionamiento se refleja en dos dimensiones. De un lado, en un deficiente bienestar social, pues la mayoría de los trabajadores tiene condiciones laborales precarias, con pocas oportunidades de mejora, ingresos bajos e inestables, cobertura errática e incompleta contra riegos y un acceso limitado a la justicia laboral. La segunda dimensión es la referente al crecimiento económico, bajo la tesis de que el desempleo es persistentemente alto y la mayoría de los ocupados labora por cuenta propia o en empresas muy pequeñas de baja productividad. A ello se suma que los programas de capacitación tienen poca eficacia. Un marco circunstancial que, a su turno, explica en parte por qué el crecimiento del país es inferior a su potencial.

El mismo diagnóstico señala que la compleja problemática del mercado laboral tiene múltiples raíces y que ello se debe, en parte, al acumulado de reformas aisladas e inconexas que, como si fuera poco, no han reconocido las especificidades del mercado laboral. Esas circunstancias frenan la eficacia de los ajustes.

¿Qué hacer? Para la Misión, compuesta por expertos nacionales e internacionales así como por entidades multilaterales, es prioritaria una serie de reformas profundas al acumulado normativo, partiendo de identificar una visión objetiva del mercado laboral que compatibilice las metas sociales y económicas del país. Esos ajustes deben darse en materia de protección y seguridad social en un mercado laboral con alta informalidad y fragmentación; modernización de las realidades salariales; cumplimiento de la regulación y conflictividad laboral; mecanismos para elevar la calidad del trabajo; y la ampliación de opciones de acceso a plazas a través de una educación vocacional y técnica eficaz.

Es un pliego de recomendaciones profundo y estructurado. Y, por lo mismo, le corresponderá al Gobierno y Congreso salientes pero, sobre todo, a los que se elijan en marzo y junio próximos, sentar su posición al respecto. Candidatos y partidos tienen también la palabra, al igual que gremios, sindicatos, empresarios, academia y ciudadanía en general. Solo en la medida en que se abra un debate serio, ponderado y productivo será posible empezar a sentar las bases de una reforma que corrija un mercado laboral disfuncional. Urgen ajustes en materia de seguridad social, fuente tributaria, generación de valor agregado, clima empresarial, rol sindical, innovación tecnológica, educación para el trabajo, poder adquisitivo, ecosistema salarial, emprendimiento individual, cualificación de la oferta y demanda, coherencia normativa, factores de productividad y crecimiento económico…

Como se dijo, se trata de un asunto muy complejo en donde diagnósticos y recomendaciones como los hechos por la Misión de Empleo se constituyen en insumos muy valiosos para arrancar un debate serio y productivo. Que aterrice, pues, la trascendental discusión.