¿Cuándo será la primera reunión Duque-Biden? | El Nuevo Siglo
EL PRESIDENTE Duque -entonces mandatario electo- y el entonces ex vicepresidente Joe Biden se reunieron en la cumbre Concordia, en julio de 2018 en Bogotá
Foto AFP
Lunes, 18 de Enero de 2021
Redacción Política

Colombia continúa siendo el principal aliado geopolítico de Estados Unidos en Suramérica. Y la potencia del norte el principal socio comercial de nuestro país. Ambas naciones tienen, además, el triste récord de ser los principales origen y destino del narcotráfico en el hemisferio occidental.



Visto todo lo anterior resulta apenas obvio que el cambio de mando mañana en la Casa Blanca impactará la relación bilateral. Sin embargo, cuando Joe Biden jure como sucesor de Donald Trump por los próximos cuatro años, al presidente Iván Duque le quedarán escasos un año y siete meses de mandato.

En otras palabras, que mientras Biden empieza a poner la casa en orden para arrancar su gobierno, Duque ya tiene, como se dice popularmente en nuestro país, el sol a sus espaldas. Esa es una circunstancia que se ha repetido durante décadas entre Colombia y Estados Unidos dada la disparidad de tiempos en sus respectivos procesos electorales.

Sin embargo, es claro que ambos gobiernos tienen una amplia agenda que desarrollar de aquí al 7 de agosto de 2022, cuando se producirá el relevo en la Casa de Nariño. Por lo mismo, es entendible que el gobierno Duque quiera plantear lo más pronto posible la hoja de ruta con la administración Biden, incluso indagando la posibilidad de pactar una primera reunión bilateral con el mandatario demócrata que mañana se posesiona en la Casa Blanca.

¿Cuándo podría darse ese cónclave? Por ahora, como es apenas obvio, no hay nada al respecto. Hay que recordar que con el propio Trump un primer encuentro fue en septiembre de 2018, de forma paralela a la asamblea anual de la ONU, cuando Duque apenas si llevaba unas semanas como mandatario. Luego tendrían varias reuniones en Estados Unidos ya que aunque el saliente titular de la Casa Blanca agendó en tres ocasiones visitas a nuestro país, ninguna se concretó.

Sin embargo, con Biden hay optimismo en el gobierno colombiano. De un lado, el nuevo presidente estadounidense conoce a fondo, tanto en sus tiempos de congresista como cuando fue Vicepresidente de Barack Obama, la complejidad e importancia de las relaciones entre ambos países.



El nuevo titular de la Casa Blanca en varias ocasiones durante su campaña electoral recordó que Colombia era un socio clave para Estados Unidos. Trajo a colación el papel que jugó para fortalecer y financiar el Plan Colombia y la propia negociación del Tratado de Libre Comercio. También habló de cómo se apoyó la entrada de nuestro país a la OCDE… Hasta recordó las ocasiones en que visitó nuestro territorio.

Precisamente por tener ese conocimiento de la complejidad de la agenda bilateral, Biden criticó en campaña que Trump hubiera politizado la alianza con Colombia, en vez de mantener el enfoque bipartidista que siempre había existido.

Según conoció EL NUEVO SIGLO por ahora las esperanzas de una reunión Duque-Biden están puestas hacia septiembre, en el marco de la asamblea anual de la ONU, pero la idea es tratar de concretarla antes, obviamente en Washington.

Para ello se cuenta con la ventaja que implica que algunos de los nuevos altos funcionarios de la Casa Blanca y el gabinete de Biden provengan de la administración Obama y conozcan los datos más relevantes de la agenda bilateral de los últimos años.

De otro lado, si bien siempre hay posibilidad de que en las cumbres internacionales se viabilice algún encuentro, muchos de los cónclaves presidenciales de este año están sujetos a la evolución de la pandemia y las circunstancias propias de la curva epidemiológica y de posible vacunación en cada país.



¿Y los embajadores?

Por ahora parece claro que no habrá cambios en las embajadas. Por parte del gobierno Duque se sabe desde finales del año pasado que la decisión es mantener a Francisco Santos en Washington, pese a que meses atrás era inminente su relevo tras algunos desencuentros con la Casa de Nariño y la renuncia protocolaria del diplomático. Hasta se alcanzó a proyectar un sonajero de posibles reemplazos. Luego vendría la pandemia y las prioridades fueron otras en la relación bilateral. Solo operaría un cambio de embajador si Santos tiene alguna inquietud electoral para 2022.

A su turno, se sabe que el embajador estadounidense en Colombia, Philip Goldberg, seguirá en el cargo. Tras un largo proceso de confirmación en el Congreso norteamericano tras ser designado por Trump, solo presentó cartas credenciales ante Duque en septiembre de 2019. Es considerado un diplomático de carrera e incluso en el tiempo que lleva en el cargo ha manejado varias ‘papas calientes’ como la polémica por la llegada de una misión militar de EU a Colombia, los altibajos en la lucha antidrogas y más recientemente hasta un pronunciamiento por posibles injerencias de funcionarios colombianos en la campaña electoral de ese país, lo cual fue negado por la Cancillería local.

La agenda

Si bien es cierto que siempre que se habla de la relación entre Colombia y Estados Unidos se insiste en que es necesario “desnarcotizarla”, ello no es posible en estos momentos.

Aunque el gobierno Trump mantuvo la alianza geopolítica con la Casa de Nariño no en pocas ocasiones exigió una mayor eficiencia antidroga. De hecho, el gobierno Duque en sus dos años y medio de mandato ha logrado frenar la escalada alcista de la extensión de narcocultivos y solo en este 2021 tiene como meta empezar a reducirla de manera significativa.

Para ello es clave no solo el apoyo económico de EU al Plan Colombia, sino una mayor coordinación con las autoridades norteamericanas en varios frentes.



En todo este escenario hay un tema clave: el control del Senado de Estados Unidos. Tras los resultados de las elecciones estatales en Georgia días atrás, los demócratas se hicieron con el dominio completo del Legislativo, quitándoles a los republicanos mucho margen de acción para intervenir en la política exterior de la Casa Blanca y ello tiene un impacto directo en asuntos presupuestales como el aporte al Plan Colombia.

Si bien Duque y Trump tenían como gran punto de coincidencia la lucha frontal contra la dictadura venezolana, no se sabe cuál será la política que Biden tendrá al respecto. Es decir, si insistirá en la mano dura del gobierno republicano o buscará otras formas más diplomáticas para forzar el regreso de la democracia al vecino país.

Por el momento se espera por parte de Colombia hacer una revisión a las conclusiones y agendas dejadas por el diálogo de alto nivel de final de 2019. Otros asuntos que tratar tienen que ver con el tema migratorio, generación de energía, acuerdos puntuales de intercambio educativo y cultural… Todo ello unido a otros aspectos de alcance geopolítico en los que Colombia siempre ha votado en línea con la Casa Blanca, como por ejemplo el tema cubano.

Tampoco se puede olvidar que Duque respaldó la llegada, en septiembre pasado, de Mauricio Claver-Carone, candidato de Trump, a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo. Y menos que la Casa Blanca dio su visto bueno a que el FMI renovara y ampliara, en medio de la crisis sanitaria y económica por la pandemia, la línea especial de crédito a Colombia.

Igualmente no se puede dejar de lado que Estados Unidos está pendiente de cómo evolucione el pulso geopolítico este año en Latinoamérica por las elecciones en Ecuador, Perú, Chile o Nicaragua…

Pero quizá el asunto que más interese a ambos países sea, precisamente, el arranque de la campaña presidencial en Colombia con miras a las elecciones del primer semestre de 2022. Es claro que la Casa Blanca tiene interés especial en el mapa político suramericano y no se puede arriesgar a que se debilite su principal alianza en la zona. Este elemento puede ser un acelerador para la fijación de la hoja ruta bilateral entre ambos países, no cabe duda.



Como se ve, más allá de la fecha en que Duque y Biden estrechen sus manos, es claro que este año y siete meses serán cruciales para que ambos países fortalezcan una alianza tan necesaria como obligatoria a todo nivel.