Fragilidad de los derechos humanos | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Enero de 2019

Quisiera detenerme en la última noche del 31 de diciembre, noche llena de amor en la que todo el mundo con el corazón palpitante busca a sus familiares entonando la canción: “faltan cinco pa’ las doce/ el año va a terminar / me voy corriendo a mi casa / a abrazar a mi mamá…

Pero trascurridos unos días del nuevo año vuelven el odio, la envidia, la intolerancia, la calumnia. Preguntémonos entonces: ¿de qué manera  los seres racionales ejercitan los derechos humanos frente a sus cohumanos?

Recorriendo las páginas del libro “El Nosotros Originario -Sobre las posibilidades de respetar los derechos de ‘el otro’-” escrito por el filósofo y jurista Nayid Abu Fager, encontramos la verdadera esencia de los derechos humanos. Aquí destaca la fundamentación teórica desde una perspectiva moral, social, jurídica, teológica y filosófico-practica.

Bajo la concepción Levinasiana de derecho, afirma: “existió un derecho original que regía todas las relaciones humanas” pero ello podría ser considerado una osadía; posiblemente para la historia sea inadmisible, para la sociología un atrevimiento, para la política algo sin importancia o para la literatura una narración ilusoria.

Sin embargo considera que éste derecho original debió dejar su huella en nuestra conciencia, porque la conciencia existe absolutamente, lleva en sí la garantía de su existencia en cada momento. 

El autor Nayid Abu más adelante nos habla sobre la huella en la conciencia moral frente al encuentro personal con-el otro, infiere que todo individuo tiene la imagen del Otro-Absoluto por la idea de Infinito que tiene en su conciencia y por el Rostro que ve cuando está cara-a-cara con su prójimo.

Contempla la tesis Kantiana en el sentido de que la conciencia moral lleva la reflexión a un análisis sobre el concepto de ley universal de la libertad (imperativo categórico) como principal eje problemático de la racionalidad práctica -en perspectiva actual- de los derechos humanos.

Lo anterior se encamina a la búsqueda de una justificación moral de las acciones basadas en los imperativos categóricos que elige la voluntad de un individuo, y que -en este orden de ideas- está profundamente relacionado con los mandatos que constriñen su conducta en particular.

En cuanto a la posibilidad de respetar los derechos de el-otro, el autor advierte que existen las víctimas, son los menos favorecidos por su condición de vulnerabilidad y continua discriminación a la que se someten, por ejemplo los nascituros, los niños, los desamparados, los afligidos, los pobres que son el rostro de el-otro.

Con argumentos notables el autor establece que los derechos fundamentales de la persona deben estar ligados al encuentro intersubjetivo que tiene un individuo cuando trasciende hacia el-otro en nuestro presente.

Roguemos pues que esos propósitos proclamados al inicio del presente año, permanezcan en el  tiempo. Por desgracia algunos seres incoherentes se han convertido en las aves negras de nuestra Colombia, todo lo critican por que sí, no hacen una oposición constructiva sino destructiva, alejada de buenas intenciones porque imaginan que sus arengas darán buenos resultados en las próximas contiendas electorales.