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Sábado, 5 de Enero de 2019

Era inevitable examinar El País que me Tocó (Memorias) (Debate, Penguin Random House, Bogotá, cuarta reimpresión, 2018), por Enrique Santos Calderón (ESC). Se quería saber si está, o no, en la misma onda de colegas de avanzada contemplados en esta columna: Alejandra de Vengoechea, Daniel Samper Pizano, Daniel Coronell, María Isabel Rueda, Roberto Pombo y Juan Esteban Constaín, Yamid Amat, Patricia Lara, María Elvira Samper, Juanita León, Silvia María Hoyos, Olga Behar, Salud Hernández-Mora.

 Si está. ¿Y cuál es la onda en cuestión? Se refiere a ser adverso a las “chivas” y tal parece que el término entre comillas debe citarse en tiempo pasado, o sea, “fue”, es un ejemplo de decadencia, a Dios gracias, e hizo tránsito desde ser una de las instituciones colombianas más poderosas del siglo pasado y determinante e influyente en el periodismo colombiano. Del cambio se empezó a sospechar al leer obras recientes de los autores citados y observar lo siguiente: algunos no mencionaban la palabra “chiva” para nada, lo cual era desconcertante al tratarse de una institución  decisiva y negativa en la trayectoria personal y profesional de quien escribe; otros escritores mencionaban la palabra pero pocas veces y no cubrían ni párrafos ni páginas. Se chequeó en internet y se detectaron conceptos duros y adversos de Gabriel García Márquez (Gabo), Germán Castro Caicedo y Luis López de Mesa.

Se entiende por “chiva” una competencia acentuada entre medios de comunicación en informar al público y solía triunfar quien daba la presentación más espectacular; se indica que el diario El Tiempo rectificó  una “chiva” que afectó a quien escribe en editorial titulado “Justas absoluciones” de agosto 30, 1984 y de lo cual se está muy agradecido. La “chiva” sería variante de los chismes que constituyen, en opinión personal, el principal rasgo institucional permanente de la sociedad colombiana, busca perjudicar al prójimo y lo hace de modo efectivo e inmodificable. ESC se ubica en el grupo adverso a las “chivas” y en las casi 300 páginas, de su obra señalada, la palabra en cuestión aparece solo dos veces. En “Francisco”, en esta columna, se remarcó lo siguiente que pudo emprenderse en el pasado: realizar una investigación multidisciplinaria y a fondo de las “chivas” y los chismes a cargo de sociólogos, antropólogos, psicólogos, periodistas y políticos, determinar el proceso de decadencia, aplicar el método científico, las “chivas” se incluyan en los textos de historia del periodismo colombiano y se agrega que las rectificaciones pudieron tener lugar en la primera página en caso de tener lugar las informaciones adversas, e inmerecidas, en tal sitio.