¿Un bumerán? | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Enero de 2019

No voy a profundizar en la discusión sobre si los protocolos que un Gobierno firma con un grupo alzado en armas, dentro del contexto de unas negociaciones de paz, son o no vinculantes para el gobierno que lo suceda. En otras palabras, si son obligaciones gubernamentales o de Estado. Bastante tinta ha corrido por estos días sobre este tema. Personalmente comparto íntegramente los puntos de vista que con serenidad y sindéresis ha presentado el exnegociador Frank Pearl.

Me quiero referir a otra faceta que tal vez no ha sido suficientemente profundizada hasta ahora. A saber, ¿qué efecto diplomático y sobre la credibilidad de nuestra política exterior puede tener, en el mediano plazo, la postura adoptada por el gobierno Duque consistente en requerir en extradición a los negociadores del Eln que actualmente están en la Isla, invocando un tratado que existe con Cuba desde los años 30 del Siglo pasado?

A mi entender esta actitud del gobierno colombiano puede tener  efecto bumerán inconveniente si, como es presumible, Cuba no va a devolver como extraditado a los negociadores del Eln. Si tal cosa acontece ¿qué va a pasar?

Y ¿por qué es presumible que el gobierno cubano no le de curso favorable a los requerimientos colombianos de extradición? Hay que tener en cuenta que en todo este episodio Cuba no sólo ha actuado de buena fe, sino que, lo mismo que los otros garantes, lo ha hecho a solicitud de las partes.

Es bastante improbable, pues, que las autoridades cubanas, que tan señalados servicios le han prestado a los propósitos de paz de Colombia en los últimos años embarquen a los negociadores del Eln en un avión de la Fuerza Aérea cubana y los entreguen prácticamente “esposados” en Colombia, como lo que están solicitando nuestras autoridades.

La política exterior de un país debe caracterizarse porque los pasos que dé sean factibles. Cuando las iniciativas que toma, se sabe de antemano que son de cumplimiento prácticamente imposible, están llamadas a caer en el impase.

Porque, cabría preguntar: ¿cómo va a reaccionar la Cancillería colombiana cuando los cubanos nos digan que no extraditan a estos señores del Eln? ¿Vamos a romper relaciones con el gobierno cubano? ¿Vamos a declararle la guerra? ¿O qué?

Colombia ha empezado a transitar por un camino diplomático vidrioso, así se invoque una reciente declaración del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que no dice que Cuba esté obligada a extraditar y a inaplicar los protocolos, sino que reitera, como siempre lo hace frente a hechos de terrorismo, que los países de la comunidad internacional deben cooperar en la lucha contra el flagelo del terrorismo.

A propósito: debe recordarse que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas fue quien auspició y participó activamente en la supervisión del cese al fuego que con este grupo funcionó durante cerca de tres meses. Y todos y cada uno, no solo de los protocolos sino de las acciones de supervisión que se implementaron entonces se hicieron con el visto bueno de las Naciones Unidas, cuyo Consejo de Seguridad no sólo ayudó a verificar, sino que destacó observadores en todos los puntos que con ellos se escogieron para supervisar el avance de los diálogos de paz con el Eln.

Por el momento el bumerán lanzado por el gobierno está recogiendo aplausos entre la opinión pública colombiana. Los colombianos sin excepción rechazamos con firmeza el atentado torpe y repudiable desde todo punto de vista del Eln al poner la bomba asesina en la Escuela de Cadetes General Santander.

Pero una cosa es repudiar y combatir con todas las fuerzas posibles la actitud demencial y terrorista del Eln, y otra distinta es creer que el bumerán que se ha lanzado al desconocer los protocolos, y, ante todo, al colocar en una posición desconsiderada a quien ha sido un socio confiable y comprometido con la búsqueda de una salida pacífica al conflicto en Colombia, no va a tener consecuencias delicadas.

Los bumeranes siempre cambian de dirección en algún momento de su trayectoria. Y éste puede devolverse contra la política exterior colombiana, contra su credibilidad.

Por el momento está bien que la mesa con el Eln se haya clausurado, pues éste grupo se encargó de hacerla volar en mil pedazos con la bomba de la Escuela de Cadetes. El país celebra esta actitud del gobierno de Duque. Pero debemos ir buscando desde ahora fórmulas para que la política exterior de Colombia no salga deteriorada por culpa de los cambios de viento que pueden llevar a que ese bumerán se retorne contra nosotros si seguimos insistiendo en poner a Cuba contra la pared.