El rumbo de la nave | El Nuevo Siglo
Lunes, 8 de Febrero de 2021

Gobernar: pilotar una nave, deriva su significado de una metáfora importante de la poesía griega -Alceo de Mitelene y Arquíloco de Paros, siglos VI y VII a.C.- Esta herencia del pueblo navegante trascendió a la literatura, a la filosofía y tomo fuerza en el discurso político de Cicerón sobre el gobierno de la cosa pública en Roma. De allí que la imagen del gobernante al timón del barco dirigiendo la tripulación para hacer frente a la tempestad, asegurar la supervivencia de todos y llevar el rumbo hasta puerto seguro es representación vigorosa que se utilizan para ilustrar el ejercicio del gobierno del Estado. 

De los viajes trasatlánticos se encuentra una narración en el Diario de a bordo atribuido al Almirante Colón y reconstruido a varia manos (Christian Duverger/2017) que alude a la importancia del gobierno de la nave. En su primer viaje, cerca de la media noche del 24 de diciembre Colón decidió descansar, pues llevaba dos días y una noche sin dormir. Y ante un mar en calma el marinero a cargo del timón lo entregó a un grumete, el cual no percibió que la corriente los llevaba hacia elevaciones de marea baja cerca de las islas del Caribe y encallaron, perdiendo así el barco. El Almirante escribió: “yo había prohibido en todo el viaje, mandándoles que, con viento, o sin viento, no confiasen nunca el timón a mozos.”  

El covid-19 nos ha puesto en medio de la  gran tormenta de nuestro tiempo, y la nave ha mostrado sus vulnerabilidades, como la débil condición del sistema de salud y protección social, o la abismal desigualdad y la concentración del ingreso y la riqueza. Frente a la gravedad de la crisis es necesario decidir el rumbo de la nave. Y no puede ser, como parece para algunos, que éste se reduzca a las elecciones del 2022, alimentadas con la ilusión de supuestos relevos generacionales que por sí solos no redefinen rumbo sino, como ha ocurrido, son medio para la perpetuación de poderes políticos a través de sus descendientes. 

La vacuna es condición necesaria para avanzar, pero no suficiente. Y la reactivación económica es un medio importante, pero por si sola no es carta de navegación, y por ende no fija el rumbo sino un retornar a la llamada normalidad, hasta que la próxima pandemia o el cambio climático nos golpeen más fuerte. El rumbo de la nave requiere realizar los cambios pendientes y corregir con los aprendizajes de la crisis.

¿Hacia qué puerto navegar? supone preguntarse ¿Cómo se vería el país si simplemente retornamos y seguimos arrastrando el lastre de pugnas propias de la guerra fría? -terminó hace 30 años-. Hay que superarlo, pues en el siglo XXI las agendas comunes entre naciones se basan en la cooperación, por ejemplo los ODS, el Acuerdo de París o la Nueva Agenda Urbana, señalando un rumbo al desarrollo y la democracia, reduciendo las desigualdades. El país debe abrirse y adaptar la implementación de estas agendas y el Acuerdo de Paz por encima de excluyentes pugnas ideológicas. He ahí una hoja de ruta para acordar el rumbo.

@Fer_GuzmanR