Congreso fundacional de Cúcuta | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Febrero de 2021

* Resaltar el bicentenario

* Génesis y abismo de la Gran Colombia

 

Se están cumpliendo doscientos años desde cuando, en 1821, deliberó en la Villa del Rosario de Cúcuta el primer congreso constituyente que tuvo Colombia. Su importancia histórica es, para nosotros, apenas comparable a la que para los Estados Unidos tiene la Constitución de Filadelfia.

Por eso está bien que recordemos con respeto y admiración aquel “congreso admirable” -como lo denominó el profesor Leopoldo Uprimny- que condujo a la expedición de la Carta fundacional de 1821. Constitución que, junto con lo decidido por los patriotas presididos por Bolívar en Angostura meses antes, constituyen las solemnes actas de nacimiento de nuestra nacionalidad que, dentro de la visión inmensa del Libertador, buscaba que la patria fuera algo mucho más grande: la Gran Colombia.

Entre el congreso de Angostura, la batalla del Puente de Boyacá y la Constitución de Cúcuta hay un arco marcado por la grandeza visionaria del Libertador y el despertar a la vida independiente. Por eso Arturo Uslar Pietri pudo escribir bellamente, refiriéndose al Bolívar que desde Angostura en 1919, en las orillas del Orinoco, inicia el camino victorioso que habrá de dar el golpe de gracia al virreinato en Boyacá, y la proclamación del nacimiento de la Gran Colombia en Cúcuta: “Antes de seis meses habrá marchado con sus tropas miserables al través de los llanos inundados y del hielo y la ventisca de los páramos hasta Boyacá, para caer con el increíble salto de un jaguar de los llanos sobre el sorprendido ejército realista y poner en el palacio del solemne Virreinato las banderas de la América independiente. La espada de Boyacá brilla con otra luz porque sobre ella reverbera el pensamiento del discurso de Angostura”.

Y ese pensamiento consignado en la ley fundamental de Angostura, que no era otro que el de la grandeza visionaria de Bolívar que buscaba definir la arquitectura de una Gran Colombia, organizándola como una sola república sobre los territorios de Venezuela y la Nueva Granada, y más adelante los de la audiencia de Quito, fue el propósito fundamental que convocó a los constituyentes de Cúcuta en 1821.

De muchos temas se ocupó el Congreso de Cúcuta, pero quizás el primero fue el delicadísimo que consistía en definir si la nueva república nacería bajo la forma federal o bajo la organización centralista. El Libertador insistió en lo segundo, con el muy fuerte argumento de que la guerra que aún faltaba por librar en el sur requería unidad de mando y una autoridad rotunda que solo brindaba la forma centralista. Esta fue la visión que triunfó.

En Cúcuta, para orgullo de los constituyentes, y muy especialmente de José Félix de Restrepo, se dieron los primeros pasos decisivos para avanzar hacia la abolición de la esclavitud en Colombia.

En materia fiscal fueron también muy fértiles las bases que sentó el Congreso de Cúcuta. Tal vez la más recordada fue la implantación por primera vez de un impuesto directo a la renta. Iniciativa que tuvo como gran impulsor a José María Castillo y Rada, que luego sería Ministro de Finanzas en el gobierno del Libertador.

Estando reunida la convención constituyente llegó a Cúcuta la noticia del triunfo en Carabobo de las tropas patriotas. El sueño de Bolívar de ver liberada su tierra del yugo español, después de tan sangrientas guerras allí libradas, vino a alegrar aquella adusta reunión de civilistas que, por primera vez en la historia de nuestro derecho constitucional, estaban al frente de construir los cimientos de nuestra nacionalidad.

No puede dejar de mencionarse que en Cúcuta se sentaron también las bases para distribuir la deuda externa que se había contraído para librar la guerra de independencia entre los territorios que conformaban la Gran Colombia, y cuyas capitales eran Bogotá, Caracas y Quito. Esta difícil operación de cirugía financiera vino a ser concluida posteriormente durante el gobierno de José Ignacio de Márquez quien, como presidente del Congreso de Cúcuta, le dio posesión a Bolívar como primer presidente de la Gran Colombia y a Santander como vicepresidente.

Después vendría, pocos años después, el derrumbe del sueño bolivariano de una Colombia grande. La pequeñez terminó prevaleciendo sobre la grandeza. La visión grande de Angostura y de Cúcuta fue derrotada en Ocaña. Pero el testimonio de ese puñado de patriotas que prácticamente en la miseria material se reunieron en la Villa del Rosario para construir la primera organización de la república independiente, tenemos que recordarlo con agradecimiento en el bicentenario de sus trabajos.