El sentido de la caída del 6,8% | El Nuevo Siglo
Lunes, 15 de Febrero de 2021
  • Una reactivación lenta pero sostenida
  • Importancia de no asfixiar al sector privado

 

El DANE ha divulgado la cifra de la caída de la economía colombiana el año pasado: -6,8%. Refleja un desplome inmenso del PIB, aunque en una proporción menor a la esperada. El 2020 fue, no solo para nuestro país sino para todo el mundo, el peor año en muchas décadas. Como acaso no se veía desde la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado. Hubo otros países que registraron, inclusive, caídas muy superiores a la que acaba de informarse para la economía local.

Los peores periodos de los divulgados por el DANE fueron el segundo y tercer trimestres del 2020, cuando la economía estuvo prácticamente paralizada y los confinamientos y la inmovilidad social alcanzaron los niveles más altos. Otro tanto sucedió con las cifras del desempleo que por entonces llegaron a límites nunca imaginados, evidenciando la gravedad de la pandemia que arrancó en marzo del año pasado.

Así las cosas, las estruendosas cifras de abril lograron irse superando a medida que fue transcurriendo el año. No obstante, para lograr una reactivación económica más sólida se requiere una gran disciplina en todos los frentes y actuar urgentemente de modo que se irriguen recursos de forma adecuada al sector productivo. Al mismo tiempo que se pone el ojo avizor en los más vulnerables, también es necesario enfocarse en el desempleo femenino y de los jóvenes.

De la misma manera, si bien el proceso de vacunación podrá incidir en un repunte de la economía, tampoco puede dejarse de lado que es menester advertir, una y otra vez, que se deben mantener las medidas básicas de bioseguridad adoptadas para neutralizar el virus, más aún cuando se anuncia el desdoblamiento de otras cepas.

En un principio se había pensado que sería el 2021 un año luminoso en el que todo lo perdido en el 2020 se recuperaría con creces. Sí, se registrará un año mejor que el anterior ciertamente, pero tal vez no será tan espectacular el “rebote” como inicialmente se había previsto. Los cálculos oficiales están pronosticando que para este año pasaremos del -6,8%, que acaba de conocerse, al terreno positivo de más 5% o 5,5%. Ojalá que así sea. Pero todo indica que este “rebote” no será tan rotundo. La pandemia sigue amenazante y prueba de ello es que fue necesario establecer restricciones adicionales a la movilidad poblacional en casi todas las ciudades en enero. El desempleo sigue muy alto y el contorno internacional continúa seriamente averiado. La perspectiva de una reforma tributaria que se presentaría en marzo, así sus efectos recaudatorios se posterguen para el 2022, no deja de ser un mal factor para la dinámica de la recuperación empresarial y laboral del país.

El Gobierno acaba de publicar un documento denominado “Compromiso por Colombia”. Es una ambiciosa hoja de ruta que consta de cerca de 500 proyectos productivos; que aspira a generar dos millones de empleos nuevos en lo que queda de la actual administración; y que tiene un gigantesco costo en términos monetarios: 170 billones de pesos. Esta hoja de ruta debe marcar el rumbo de la recuperación económica y social del país, luego del negativo balance del 2020 que acaba de informar el DANE. Es de esperar que este ambicioso programa se cumpla. Pero no debemos olvidar que tres cuartas partes de las inversiones allí previstas provendrán del sector privado. Esto, dicho en buen romance, significa que la fuerza propulsora de la recuperación y del empleo del país tendrá que provenir necesariamente de las grandes medianas y pequeñas empresas. No se puede pretender que las finanzas del sector público -que están exhaustas- vayan a ser, ellas solas, el eje motriz de la economía y del empleo que han quedado muy postrados por cuenta de la pandemia. De allí que las políticas públicas y los mensajes que el alto gobierno envíe no pueden ser hostiles para con el sector privado y mucho menos hacer caso a los cantos de sirena populistas que ya vienen asomando las orejas, como la propuesta de emitir dinero sin respaldo. Sería un despropósito.