50 millones de árboles y contando… | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Febrero de 2021
  • Acelerar para los 180 millones sembrados
  • Urge reforzar combate a la deforestación

 

En medio de la expectativa por el inicio de la vacunación masiva contra el covid-19, poco eco mediático tuvo un hecho, sin duda alguna, muy importante: en días pasados el Gobierno celebró la siembra del árbol número 50 millones en lo corrido de su mandato. Fue en Tierralta (Córdoba), en las inmediaciones del Parque Nacional Natural Paramillo.

Como se sabe, una de las principales metas del Plan de Desarrollo cuatrienal es la siembra de 180 millones de árboles, que debería llevar al país a compensar una parte de la extensión de bosques deforestada en las últimas décadas, una de las más graves afrentas contra el patrimonio natural nacional. No hay que olvidar que Colombia cuenta con el 52% de su superficie terrestre cubierta por bosques.

Según las estadísticas oficiales, en los dos años y medio de esta Administración ya se ha sembrado el equivalente a un árbol por cada colombiano. Para una mejor comprensión de lo que esto significa también se afirma que la extensión de tierra beneficiada es 1.2 veces la de una ciudad como Cartagena o incluso el área que ocupan 82 mil canchas de fútbol.

Esta tarea titánica ha sido impulsada por el sector público y privado, con una activa participación de la ciudadanía, las Fuerzas Militares, empresas de servicios públicos y las corporaciones autónomas regionales. Obviamente hay departamentos que han demostrado un mejor desempeño que otros. Por ejemplo, a la cabeza está, con la siembra de más de 16 millones de árboles, Antioquia. Le siguen los siete millones en Valle del Cauca, tres millones en Bolívar, 2.2 millones en Sucre y 670 mil en Córdoba, entre otros.

Tras una reducción del ritmo de siembra el año pasado debido a las restricciones por la pandemia, la meta para 2021 es llegar a 125 millones de árboles plantados y seguir avanzando hacia el objetivo global de 180 millones para 2022.

A la par de la siembra de nuevas especies adaptadas a las características propias de cada región, con supervisión de expertos y seguimiento de largo plazo para garantizar que crezcan sin problema ni riesgo alguno, el otro flanco de la estrategia de protección y recuperación de la riqueza arborícola del país es la lucha contra la deforestación.

En este campo, los avances también son alentadores. Sin conocerse todavía las cifras oficiales de lo ocurrido en 2020, el más reciente informe del Ideam, a mediados del año pasado, daba cuenta de una reducción del 19% de la deforestación durante 2019. De acuerdo con ese reporte, la región amazónica, a pesar de ser la más afectada por la destrucción de bosques, evidenció la mayor disminución, pasando de representar el 70% de la deforestación en el país a un 62%. Caquetá mostró la más pronunciada reducción de afectación. De igual manera, cayó el impacto del lesivo fenómeno en los Parques Nacionales Naturales.

Sin embargo, en meses recientes se han prendido de nuevo las alertas por un presunto incremento de la destrucción de bosque natural, a tal punto que se urgió al Gobierno esclarecer la veracidad de tales denuncias. Desde el Ejecutivo se replicó que, por el contrario, gracias a operaciones de la Fuerza Pública como “Artemisa” se han asestado importantes golpes a los traficantes de madera, narcotraficantes e invasores de las áreas boscosas protegidas. De igual manera se relievó el resultado de iniciativas como el programa “Visión Amazonía”, que se viene ejecutando en Colombia con la cooperación de Noruega, Reino Unido y Alemania desde 2016 para combatir la deforestación en este nodo ecosistémico y otras áreas del país. A ello se suma que se avanza hacia un modelo de desarrollo de la industria forestal sostenible. Todo complementado con la modernización del Sistema de Monitoreo de Bosques y un reciente Conpes al respecto, que tiene como meta cero deforestaciones en el 2030.

Seguir atentando contra este recurso natural, como se sabe, no solo es una amenaza grave al patrimonio y la biodiversidad colombiana, sino que frenar su depredación es imperativo para poder combatir el cambio climático, más aún en un país que, como Colombia, es altamente vulnerable al calentamiento global. Si no se protege de forma sustancial la extensión de bosques y se multiplica el número de árboles será muy difícil cumplir con las metas de reducción de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Es ahí en donde alcanzar la meta de 180 millones de árboles plantados este cuatrienio resulta trascendental. Vamos bien pero hay que acelerar el paso.