Integración y desintegración de Colombia | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Febrero de 2021

En el Congreso de Angostura de 1819, cuando gran parte de Venezuela y la mayoría del territorio de la Nueva Granada estaban bajo el predominio de los realistas de Don Pablo Morillo, cuando muchos daban por perdida la causa del Libertador Simón Bolívar, éste esboza su pensamiento constitucional y la necesidad imperiosa y geopolítica de unirnos para conformar una gran nación junto con Quito, que ya figuraba en sus planes de liberación y unidad.  Antes, en el Manifiesto de Cartagena, había plasmado su idea de unirnos, puesto que divididos no estábamos en capacidad de salir del coloniaje. En la Carta de Jamaica avanza en su objetivo geopolítico y se refiere con singular premonición al destino de las naciones en las que se desintegraba el Imperio Español en América. En cuanto a su destino proclama en el Manifiesto de Carúpano su famosa consigna “libertador o muerto”. 

El Libertador, para llegar a los episodios de Angostura, pasa por las más penosas pruebas como simple oficial, hasta sumir como general las derrotas y triunfos, en medio de traiciones y la confrontación con la realidad cuando el pueblo venezolano en masa apoya las guerrillas y tropas regulares realistas, que consiguen derrumbar a sangre y fuego la Primera República de Venezuela. Por eso, se compromete con Camilo Torres en liberar la Nueva Granada si lo apoyan en su guerra por independizar Venezuela. Torres es fusilado en Santafé de Bogotá, en tanto Bolívar libra la guerra a muerte, convoca los legionarios británicos para liberar la Nueva Granada, Venezuela, Quito y Perú. 

En Angostura los legisladores apoyan casi todas sus iniciativas, como la creación de Colombia, al tiempo que en su ausencia desafían su autoridad y en la práctica el díscolo general Mariño le da un golpe de Estado a Francisco Antonio Zea. Todo parecía perdido, hasta cuando Bolívar cruza la cordillera y derrota a los realistas en el Pantano de Vargas y en Boyacá. Regresa a Angostura y es aclamado. El triunfo de su espada provoca la apoteosis popular y le permite consagrar la creación política de Colombia.

El Congreso de la Villa del Rosario de Cúcuta, 1821, con delegados de Venezuela y la Nueva Granada, aprueba la unión y la mayoría de los postulados del Libertador, no así la presidencia vitalicia, ni su modelo de Senado. Legisladores venezolanos y granadinos emprenden la tarea de debilitar sui influjo por la vía legislativa. Lo que se facilita por la ausencia del Libertador, que parte con Sucre a combatir por la liberación del Perú. El Congreso de Bogotá, bajo el influjo de Santander, quita el poder de mandar tropas como Presidente en el exterior.

El ínclito historiador Rufino Blanco Fombona explica cómo de 1826 a 1830, antiguos guerrilleros realistas “como Obando en Nueva Granada, Carujo en Venezuela y los isleños absolutistas de Caracas, se llamaron a sí mismos liberales, como Santander y su parcialidad en el antiguo Virreinato colindante.  Toda aquella predica de liberalismo a ultranza, por los antiguos sostenedores del Rey absoluto no era sino reacción anti boliviana, propiciada por el pérfido Santander en Colombia y por el tártaro Páez en Venezuela”. 

El Libertador representaba el nuevo orden conservador.  Por lo mismo, afirma Blanco Fombona: “Santander extremó en Colombia el centralismo de Bolívar, contra el cual protestaba; y, además, fue mucho más sanguinario que el Libertador, sin la disculpa que podía aducir Bolívar, en lucha por el ser de estas naciones contra estados europeos coloniales y dominadores. Tipos como Obando y Carujo, antiguos realistas, como Santander y Páez, y los canarios, los caraqueños, y los granadinos, todos invoca ahora ideas avanzadas y principios ultraliberales, por ceguera unos y otros por espíritu perverso de que no pudieran construirse y solidificarse sobre base firme los nuevos Estados que tanto trabajo había costado sacar a flote. Todos iban -y era lo que se proponían- contra el hombre a quien debían hasta poder pensar libremente y poder libremente estampar su pensamiento”.

Es la historia de la desintegración de Colombia, que tuvo como infame remate el atentado septembrino contra el Libertador y el magnicidio del mariscal Antonio José de Sucre.