El oscuro laberinto de las encuestas | El Nuevo Siglo
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Domingo, 4 de Febrero de 2018
En menos de tres días se conoció un torrente de sondeos de opinión sobre preferencias electorales ¿Qué se puede deducir de sus resultados? ¿Cuáles son los elementos a tener en cuenta para su interpretación? ¿Se pueden considerar fiables faltando casi cuatro meses para la cita en las urnas y sin conocerse el mapa político que dejarán las parlamentarias? Las respuestas a estos y otros interrogantes en este informe   

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1. LA FOTOGRAFÍA: las cuatro mediciones de preferencia electoral que se dieron a conocer esta semana dan como resultado -en una mera comparación matemática- que el candidato de la llamada “Coalición Colombia”, Sergio Fajardo, se mantiene primero, pero su ventaja sobre su más inmediato perseguidor, Gustavo Petro (Colombia Humana), es ahora menor.

Precisamente, se puede señalar también que el exalcalde bogotano (aunque retrocedió en dos de las cuatro mediciones) en la mayoría de los sondeos no tiene diferencias significativas con el exgobernador antioqueño, es decir que están casi que en un empate técnico, e incluso le alcanza a ganar en una de las encuestas. Germán Vargas Lleras se ubica como tercero en tres de las cuatro encuestas (sólo en una es superado por el uribista Iván Duque) y así como en algunas de las mediciones sufre un retroceso porcentual, en otras avanza de forma sustancial. El cuarto sitial en el promedio de las encuestas se lo están disputando entre Duque y el aspirante liberal Humberto De la Calle Lombana, aunque con ventaja para el senador uribista.

Más abajo se encuentra la exministra Marta Lucía Ramírez, cuyos porcentajes varían dependiendo de si la ponen a competir simultáneamente con Duque o pregunta por ella en cuestionarios en donde aparece como la candidata de una  coalición de derecha. De ahí para abajo aparece lo que bien se podría llamar el “club del 3 por ciento”, es decir los aspirantes que en la mayoría de los sondeos están por debajo de este porcentaje o levemente por encima. La punta de este lote trasero se la disputan Clara López y Alejandro Ordóñez, en tanto que detrás de ellos se ubican, en distinto orden, Carlos Caicedo, Juan Carlos Pinzón, Piedad Córdoba, Viviane Morales y Rodrigo Londoño, ‘alias Timochenko’, el aspirante de Farc.

2. AJEDREZ DE CAMPAÑA INCOMPLETO: tanto las encuestas conocidas esta semana como las reveladas en los dos últimos meses tienen como principal flanco débil que se hacen sobre realidades políticas que cambian muy rápido. Por ejemplo, el martes pasado se anunció que la fórmula presidencial del aspirante liberal Humberto De la Calle sería la dirigente de izquierda Clara López. Casi todas las encuestas reveladas entre jueves y viernes ya habían realizado su respectivo trabajo de campo cuando se produjo esta noticia que, sin duda, significó un reacomodamiento rápido del ajedrez de aspiraciones en la centro-izquierda, especialmente porque enterró definitivamente la posibilidad de una coalición de amplio espectro.

calle

Ello explica por qué en todos los sondeos de la semana aparecían tanto De la Calle como López pese a que, oficialmente, desde el martes, la segunda no lo es. ¿Qué porcentaje de apoyos de López emigrarán ahora hacia De la Calle u optarán por irse con otra candidatura? Ese interrogante sobre la noticia política de la semana quedó sin respuesta por la circunstancia ya anotada.  Igual puede decirse del hecho de que en las encuestas también se enlistara y preguntara al mismo tiempo sobre el uribista Iván Duque, la exministra Marta Lucía Ramírez y el exprocurador Alejandro Ordóñez, pese a que el 11 de marzo, tras la consulta interpartidista, sólo uno de ellos seguirá en el partidor presidencial. Mezclar precandidatos –y estos tres, en la práctica, lo son- con candidatos ya seguros (como Germán Vargas, Sergio Fajardo o Gustavo Petro) sigue pareciendo ilógico. Es más, aunque en la realidad política no es así, la mera sumatoria de porcentajes de Duque, Ramírez y Ordóñez pondrían a esa coalición entre las preferencias y no en la parte media de la tabla, como lo señalaron esta semana la mayoría de las encuestas. El escenario de la campaña, en consecuencia, todavía es muy preliminar.

3. OPINIÓN VERSUS APARATOS PARTIDISTAS: otro de los elementos que debe tenerse en cuenta frente a las encuestas es que están reflejando el voto de opinión más que la fortaleza electoral de los aparatos partidistas y fortines políticos que están detrás de varios candidatos. Y ello se refleja en dos elementos objetivos. El primero, en que alguno de los sondeos de esta semana preguntó no sólo por quién se votaría y por quién no, sino también sobre quién se creía que iba a ganar las elecciones finalmente. Vargas Lleras, en una tendencia que no ha variado en los últimos meses, resulta ser el más favorecido.

¿A qué se debe esto? Podría decirse que así como un porcentaje de los electores se inclina por los llamados ‘outsider’ de la política local (como pretenden serlo Petro y Fajardo) en el fondo saben que es ingenuo desconocer que las fuerzas partidistas y las llamadas “maquinarias” políticas terminarán inclinando la balanza hacia dirigentes de mayor trayectoria y cuya lista al Congreso (a nombre de Cambio Radical) podría ser una de las más votadas el 11 de marzo.

fajardo

Igual ocurre con las preguntas sobre la militancia partidista, recibiendo como respuesta que la mayoría no se identifica con ninguna colectividad en particular. O qué decir de los sondeos que revelaron que partidos como el uribismo o los liberales estarían entre los más votados para Senado y Cámara, pero los candidatos presidenciales que los representan no están en el top de las preferencias presidenciales. Más que una diferenciación entre voto presidencial y voto parlamentario, lo que explicaría todos estos fenómenos es que las encuestas hoy reflejan más el voto de opinión que el disciplinado y partidista. El primero tiende a ser más voluble y caprichoso, y el segundo más consistente y decidido.  Por lo general gana quien tenga una mezcla de las dos.

4. OJO A INDECISOS: si se analizan las encuestas que se revelaron esta semana no deja de llamar la atención que en varias de ellas se deja en claro que si bien en los resultados sobre “intención de voto” el No sabe/No responde (NS/NR) es bajo, cuando se abordó por primera vez a los consultados un porcentaje alto dijo que todavía no tenía decidido a quién apoyaría, razón por la cual no se le formularon más interrogantes respecto al tema de las presidenciales.

De otro lado, en la encuesta de Cifras y Conceptos, por ejemplo, casi una cuarta parte de los consultados respondió que todavía no había decidido su voto. Y otro 13% respondió “no sabe” al mismo interrogante, lo que aumenta el universo de indecisos. Y en la de Yanhaas, la opción ganadora fue la del “voto en blanco” (29%), con un porcentaje que incluso dobló al candidato que tuvo más apoyos, que fue Fajardo. Y en la misma medición, el NS/NR es la cuarta opción con más apoyo, con un 8%. Es decir, que sumando ambos porcentajes casi se acercan al 40% de la muestra. A ello se suma que en la encuesta de Guarumo-Ecoanalítica, la sumatoria de los porcentajes del NS/NR y el voto en blanco es casi de un 29 por ciento, lo que evidencia que casi una tercera parte de los consultados todavía no ha tomado partido por ningún aspirante.

encuestas

Visto todo lo anterior es dable, entonces, concluir que faltando un poco menos de cuatro meses para la cita en las urnas las encuestas no sólo están reflejando un escenario muy preliminar de una campaña a la que todavía la faltan decisiones y movidas políticas muy determinantes (la consulta uribista y las adhesiones de los partidos Conservador y de La U, principalmente), sino que el porcentaje de indecisos todavía es muy alto, lo que impide sacar conclusiones de largo aliento o dar por definitivas algunas tendencias al alza o la baja de los candidatos.

5. MÁRGENES DE ERROR ALTOS: otro de los elementos que sienta un manto de duda sobre los escenarios electorales que muestran las encuestas reveladas esta semana, se refiere al margen de error que tienen varias de ellas. Algunos van del 4 al 5 por ciento, lo que sin duda implica una circunstancia que pone en duda la fiabilidad de la medición, más aún porque las diferencias entre los principales candidatos están por debajo de ese margen de error. Es claro que no hay encuesta que pueda tener un margen de error por debajo del 1 por ciento, pero cuando se habla de porcentajes tan altos es innegable que se está generando un boquete muy alto en cuanto a la interpretación de los escenarios que refleja el respectivo sondeo.

No hay que olvidar que los márgenes de error pueden aplicarse hacia arriba o hacia abajo. En otras palabras, que si un aspirante cualquiera saca 15 por ciento en determinada medición, pero el margen de error es superior al 5 por ciento, este puede computarse, en gracia de interpretación subjetiva del resultado, hacia arriba (es decir sumándolo) o hacia abajo (es decir restándolo). De esta manera cuando las distancias entre los porcentajes de los candidatos son cortas pero el margen de error muy alto, entonces se corre el peligro de sacar conclusiones ambivalentes e incluso contradictorias. No se puede desconocer que la opinión pública colombiana tiene hoy por hoy un grado más alto de desconfianza en las encuestas después de lo ocurrido en octubre de 2016, cuando todos los sondeos vaticinaban un triunfo arrasador del Sí en el plebiscito refrendatorio, pero a la hora de las urnas el No se impuso cerradamente.

6. PARLAMENTARIAS, EL BANDERAZO REAL: visto todo lo anterior es claro que el ajedrez real de la campaña sólo se empezará a despejar a partir del 11 de marzo, pero sobre todo en las dos semanas posteriores a los comicios parlamentarios, cuando la opinión pública haya asimilado el mapa político derivado de las elecciones de Senado y Cámara. Para nadie es un secreto que candidatos como Vargas Lleras, Duque (si gana la consulta, claro) y De la Calle tienen sus esperanzas puestas en que un buen resultado de sus respectivos partidos en las parlamentarias se conviertan en la plataforma de lanzamiento de la recta final de sus campañas.

Algunos cálculos de expertos sobre el peso de las estructurales y maquinarias partidistas (las que efectivamente votan, claro) bien puede significar que el porcentaje que determinado candidato saca en una encuesta se pueda multiplicar por un factor de 1,5. Es decir, que a un aspirante que tiene tras de sí un aparato político actuante no le es arriesgado sumarse, como probabilidad, un importante porcentaje en las encuestas para vislumbrar cuál es su chance real. Y, al contrario, al candidato que no tiene esa maquinaria detrás se le puede aplicar la misma fórmula, pero para restarle posibilidades.

7.  LA U Y LOS CONSERVADORES: es sabido que aunque han recibido ofertas de alianza y propuestas de unión programática de varios aspirantes, los partidos Conservador y de La U parecen inclinarse por esperar a que ese nuevo mapa político se concrete en las urnas el 11 de marzo, y sólo entonces definir a qué candidato van a apoyar para la primera vuelta.

Sería ingenuo negar que el rumbo que tomen ambas colectividades (claro si no se dividen o sufren un descalabro electoral en las parlamentarias) podría inclinar la balanza el 27 de mayo. Igualmente, si Cambio llega a 15 senadores o más  (hoy tiene 9) o el uribismo supera sus 20 actuales, se estaría hablando de plantes electorales probados de casi dos millones de votos como mínimo, a escasos dos meses de una primera vuelta en la que habrá mucha competencia porque, como mínimo, llegarán cinco aspirantes fuertes y el tiquete a la segunda y definitiva podría decidirse por volúmenes de votos muy cortos.

Esto a diferencia de lo que pasó en 2014, cuando Santos y Zuluaga pasaron sobrados al balotaje, pese a la buena votación de Ramírez y López. Obviamente la gran incógnita en este caso continúa siendo qué pasará con Petro y Fajardo. El primero respalda la “lista de la decencia” y el segundo apuesta al desempeño del Polo y la Alianza Verde. Si la franja de opinión que respalda a los dos exalcaldes se inclinara a votar por sus candidatos al Senado y la Cámara, todo el ajedrez político se revolucionaría. Pero eso es un albur.

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8. INCÓGNITAS DE CONSULTAS Y COALICIONES: pero no solo hay que esperar el mapa político de las parlamentarias sino que es necesario establecer qué tanto las coaliciones y alianzas, a la hora de las urnas, se convierten en verdaderos valores agregados electorales. Por ejemplo, algunos de los análisis sobre por qué Petro se fortaleció y le recortó terreno a Fajardo sostienen que los votos de los senadores Jorge Enrique Robledo (izquierda radical y opinión) y Claudia López (opinión), e incluso de Clara López (izquierda moderada), se están yendo -o ya se fueron- más para las toldas del exalcalde capitalino que para Fajardo (pese a su coalición con el Polo y la Alianza) y menos para De la Calle.

De igual manera, es necesario establecer en las dos semanas siguientes a la consulta de la coalición derechista si el ganador o ganadora de la misma efectivamente recibe el apoyo del electorado de los dos perdedores. Una cosa son los compromisos políticos de los tres aspirantes y otra muy distinta si los partidarios de uno y otro lado se dejan ‘trastear’ fácilmente. La cuestión es aún más complicada si se tiene en cuenta que las encuestas de esta semana revelaron que la competencia entre Duque y Ramírez está muy cerrada, lo que evidencia que sí hay incidencias externas y matices muy marcados entre el senador y la exministra, pese a que ambos hacen parte de la misma coalición. Y, como si fuera poco, el hecho de que no todos los partidos tengan consulta interpartidista el 11 de marzo, deja abierta la posibilidad de que personas de otros partidos, por cuenta propia o por instrucción de sus dirigencias, quieran infiltrarse en esa consulta en busca de variar sus resultados. Como se ve, nada se puede dar aquí por sentado a la hora de consultas y alianzas, eso es claro.

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9. LOS DEBATES PROGRAMÁTICOS: si se pregunta en las campañas que no están en el lote puntero de las encuestas sobre cuáles podrían ser los elementos que cambien el ajedrez proselitista, una de las respuestas más recurrentes es que una vez pasen los comicios parlamentarios la opinión pública se pondrá, allí sí, en “modo presidenciales”. “… Históricamente, salvo el caso de Uribe, que fue un fenómeno aparte que ganó ambas veces en la primera vuelta, es claro que el grueso del electorado sólo empieza a definir su voto para Presidente cuando pasan las elecciones parlamentarias… No es sino revisar el histórico de las encuestas de los últimos 20 o 24 años y ver cómo cambió el panorama después de escogido el Congreso”, precisó una alta fuente de una de las principales campañas a un periodista de EL NUEVO SIGLO. Un hecho que explica esa circunstancia es, precisamente, que tras las parlamentarias se dan los principales y más impactantes debates entre los principales candidatos presidenciales.

De igual manera hay una mayor posibilidad de que la opinión pública ponga más atención a las propuestas más atractivas o polémicas de cada uno. Ver y escuchar a los candidatos, evaluar qué tan preparados están para afrontar las crisis y los temas más urgentes, es clave. Allí se puede ganar mucho o perder también. No se puede desconocer que gran parte de la campaña presidencial hasta el momento ha estado marcada por el esfuerzo individual de cada aspirante por darse a conocer y arañar respaldos aquí y allá, pero no por una competencia programática seria y profunda sobre asuntos como los acuerdos de paz con las Farc, el proceso con el Eln, la lucha contra el narcotráfico, la crisis económica, el desempleo, la disparada de la inseguridad o la ola migratoria venezolana. Incluso, los mapas de apoyo regional a los distintos candidatos podrían cambiar porque empezarán a imperar los temas más nacionales y de mayor impacto.

10. LAS FÓRMULAS VICEPRESIDENCIALES: otro de los elementos que podría variar el mapa político preliminar que hoy están mostrando las encuestas es el relativo a la escogencia de las fórmulas vicepresidenciales que hagan los cinco candidatos fuertes que, se presume, llegarán al 27 de mayo. Hasta el momento sólo hay una fórmula definida, la de De la Calle y Clara López, que esta semana se oficializó y al decir de varios analistas no tuvo el impacto que se buscaba, no sólo porque era una llave cantada, sino porque el objetivo principal de uno y otra era liderar o hacer parte de una coalición no se concretó, ya que Petro y Fajardo van por su cuenta, con coaliciones parciales.

Sin embargo, es claro que las tendencias que marcan los sondeos de opinión y la medición directa y real que hacen los aspirantes en sus giras regionales deben llevarlos a acelerar la escogencia de sus respectivos segundos a bordo, ya que la fecha límite para la respectiva inscripción será el 9 de marzo (dos días antes de las parlamentarias) pero hay chance de modificar el tiquete hasta el 16 de ese mes, esto por lo de los partidos que van a consulta interpartidista. Es evidente que con un escenario proselitista tan cerrado, la escogencia de la fórmula se vuelve superlativa, sobre todo desde el flanco del valor agregado político y electoral que debe sumar el candidato a Vicepresidente. Hay cinco semanas de plazo todavía pero es posible que más de un aspirante quiera decidirse antes. Incluso aquí los partidos de La U y el Conservador podrían ser la clave, si deciden concretar alianzas antes de las parlamentarias a cambio de que uno de los suyos termine como posible segundo a bordo del próximo gobierno.