Dos visiones de la Política de Defensa | El Nuevo Siglo
Montaje El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Febrero de 2019
Redacción Política
Jorge Restrepo, director del Cerac, y Jaime Zuluaga Nieto, catedrático de la Universidad Nacional, explican los alcances del documento

 

Esta semana el gobierno del presidente Iván Duque presentó al país formalmente su política de Defensa y Seguridad Nacional.

Se trata de la hoja de ruta que en esa materia traza los lineamientos estratégicos del Estado y que incluye algunos elementos novedosos, recoge otros de pasadas administraciones y les da continuidad a unos más.

Para entender mejor los alcances de esta nueva política de Estado, EL NUEVO SIGLO dialogó con dos expertos en el tema, quienes desde concepciones distintas muestran las implicaciones de su implementación.

Las mismas preguntas fueron formuladas a Jorge Restrepo, director del Centro de Estudios para el Análisis de Conflictos (Cerac), y a Jaime Zuluaga Nieto, profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional.

 

Hace falta el énfasis en la seguridad ciudadana

politica de seguridad

Pie: Jorge Restrepo, director del Cerac./ Diana Rubio

 

EL NUEVO SIGLO: ¿En términos generales, cómo analiza este documento?

JORGE RESTREPO: Es una combinación de elementos innovadores, abandona algunos de los elementos de los que ha sido la política de seguridad en los últimos 16 años y reencaucha algunos otros de la política de Seguridad Democrática. De manera que no se puede decir que esta es una política completamente regresiva ni completamente innovadora.

Los dos elementos innovadores importantes son el involucramiento de la política exterior como un elemento de la política de seguridad nacional. Eso había estado ausente de manera expresa tanto en la política exterior como en la política de seguridad interna, y es bienvenido porque sugiere reconocer que puede haber intereses de potencias exteriores que pueden vulnerar la seguridad colectiva de la nación. Por ejemplo en lo económico, en lo territorial y hasta en los certámenes democráticos.

ENS: ¿Qué diferencias y similitudes encuentra con la política de seguridad democrática?

JR: Me parece que se abandona, y es algo que no es conveniente, el componente de derechos humanos en las operaciones militares. Colombia en los últimos 10 años, desde el final del gobierno Uribe, había avanzado muchísimo en que los derechos humanos fueran esenciales en lo operacional, y si bien esta política menciona los derechos humanos no tiene ese énfasis en lo operacional que a mi juicio es demasiado importante.

El segundo elemento que se abandona es la necesidad de crear confianza en la ciudadanía en su cooperación con la Fuerza Pública. Ese elemento no aparece de manera expresa en la política de Defensa y Seguridad Nacional de Duque.

Y hay dos elementos sobre los que esa política es un poco muda: el primero, la necesidad de hacer un cambio en la política contrainsurgente, yo creo que las políticas de seguridad han estado marcadas muchos años por ese énfasis. Terminado el conflicto y alcanzado un acuerdo con las Farc era necesario dar un paso adelante y acentuar en otras áreas la política de seguridad. Pero además en esta política hace falta el énfasis en la seguridad ciudadana.

Ahora, la política de seguridad democrática tenía mucho más marcados, al menos en los anunciados, esos componentes de protección y tenía un acento en las transformaciones de las fuerzas militares. Esta política no tiene un elemento esencial que antes estaba de manera expresa en la política de seguridad democrática, y era la concepción de intensificar la acción contra los grupos guerrilleros y paramilitares para llevarlos a una negociación. Ese elemento no aparece en esta política, por eso uno podría decir que esta es mucho más radical porque ni siquiera se plantea un horizonte de negociación con el Eln.

ENS: Esta política eleva a ‘valor estratégico’ todo el componente ambiental. ¿Qué opina?

JR: El segundo elemento innovador que vale la pena analizar tiene que ver con la definición de un interés estratégico nacional en la defensa de los recursos naturales y el medio ambiente, en particular del agua y el reconocimiento de que existen amenazas que vulneran seriamente el medio ambiente, en particular lo que tiene que ver con deforestación, cultivos de uso ilícito y recursos hídricos y otros recursos naturales.

Pero hay que reconocer que el hecho de que se militarice la protección de esos recursos naturales y del medio ambiente también conduce a riesgos, y es una propuesta de una política de seguridad que es costosa, pero yo creo que en algunos casos es necesaria y bienvenida, en particular lo que tiene que ver con el riesgo de deforestación.

ENS: ¿Hasta dónde los civiles deben involucrarse en la defensa de la seguridad nacional?

JR: Lo que me preocupa de eso son los riesgos para la ciudadanía y la efectividad de esa política. Me preocupa que incentivar la participación ciudadana en forma activa en la seguridad nacional puede salir muy costoso. No creo que sea muy efectivo para reducir las amenazas de seguridad, por ejemplo puede ser mucho más efectiva y tener menos costo las actividades de Inteligencia que incentivar la cooperación con la ciudadanía.

El segundo punto crítico de esta propuesta son los riesgos que ello conlleva. Me explico: Colombia es un país que todavía tiene un conflicto armado interno con el Eln, esa propuesta de cooperación puede exponer a la Fuerza Pública a riesgos de violación de los derechos humanos, a profundas injusticias, a la estigmatización de regiones y de personas, y eso tiene riesgos enormes. Ojalá eso no vaya más allá de algunas redes de cooperantes que existen en zona muy afectadas por el Eln.

ENS: El documento también habla de hacerles frente a ‘amenazas extrahemisféricas’. ¿A qué se refiere?

JR: Supone un elemento preocupante y es también la necesidad de que haya una alineación frente a potencias extranjeras, en particular frente a Rusia y China. Entonces si bien la nueva política de Defensa y Seguridad Nacional no llega hasta formular cuáles son esas amenazas específicas para la seguridad nacional, es un elemento que vale la pena ahondar en ello.

Se trata, obviamente, de un elemento innovador, yo lo encuentro positivo, pero supone también un alineamiento que ya se había alcanzado con la membresía de la OTAN, y aunque no implica un escenario de confrontación militar, sí un elemento de reconocimiento de intereses contrapuestos. Lo que hay que definir es cuáles son esos elementos contrapuestos de Colombia con Rusia y China, por ejemplo.

Al hablar de ‘amenazas extrahemisféricas’ haría referencia a una alineación muy cercana a los intereses de los Estados Unidos. Lo que me preocupa es cómo se va a expresar eso en materia de decisiones de política. Por ejemplo, ¿Colombia va  a dejar de comprar tecnologías a China? ¿Va Colombia a utilizar los acuerdos comerciales como un elemento de su política de seguridad nacional?

 

 

Es una política que se centra más en la defensa del Estado

 

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FOTO: Jaime Zuluaga Nieto, catedrático del Iepri de la Universidad Nacional./ Cortesía

 

 

EL NUEVO SIGLO: ¿En términos generales, cómo analiza este documento?

JAIME ZULUAGA NIETO: Primero es importante que exista una política de Defensa y Seguridad Nacional, como la ha llamado el Gobierno, eso permite conocer la naturaleza del Gobierno desde un comienzo. En segundo lugar, es una política que se centra más en la defensa del Estado que en la seguridad del ciudadano, como se ha venido aplicando durante mucho tiempo en el país. Y en tercer lugar, es una política más adecuada a los intereses de los Estados Unidos por un tipo de amenaza que define en algunos aspectos que por un tipo de amenaza inspirada en las necesidades de Colombia.

ENS: ¿Qué diferencias y similitudes encuentra con la política de Seguridad Democrática?

JZN: Desde luego existen semejanzas. Como ya dije, esta es una política de Defensa Nacional no de defensa del ciudadano, gira en la mayor parte de su concepción en torno a los intereses del Estado más que en torno a la seguridad del ciudadano.

Segundo, trata de involucrar al ciudadano a través de redes de cooperantes, y en eso hay una semejanza muy importante con el gobierno de Uribe. En tercer lugar, introduce un elemento muy complejo y que ayuda a entender qué está pasando con el liderazgo que pretende ejercer el presidente Duque frente a la conflictiva situación de Venezuela, y es la amenaza externa y la preparación para hacerle frente a ese tipo de amenazas. Es un elemento, a mi juicio, muy peligroso que tiene que ver con la forma como se manejaban las relaciones con el gobierno de Uribe.

Ahora, en cuanto a diferencias la más importante es la cuestión ambiental que fue incluida en el ámbito estratégico, es un elemento novedoso. El elemento técnico que le atribuye al desarrollo de la investigación y la técnica asociada al emprendimiento, como le llama el presidente Duque. Son elementos nuevos frente al esquema de seguridad del expresidente Uribe.

ENS: Esta política eleva a ‘valor estratégico’ todo el componente ambiental. ¿Qué opina?

JZN: Definirlo como un elemento importante para la seguridad nacional y para la delimitación de la soberanía es algo muy importante. Habrá que ver si las políticas de desarrollo que se aplican mueven en esa misma dirección porque todo parece indicar, por la concepción que tiene este Gobierno, que se continuará con una presencia del capital internacional para la explotación de nuestros recursos naturales que han venido afectando seriamente el medio ambiente, como ha venido sucediendo con la explotación del oro y la extracción del petróleo. Habrá que esperar a ver si este Gobierno es capaz de frenar eso o si va a continuar con esa perspectiva que tanto ha fortalecido el extractivismo, que en muchos aspectos ha sido dañino para el país. Es la primera vez que una política de Defensa y Seguridad Nacional incluye este elemento.

ENS: ¿Hasta dónde los civiles deben involucrarse en la defensa de la seguridad nacional?

JZN: Debería ser al revés: el Estado al servicio del ciudadano, no como se está pintando aquí, los ciudadanos al servicio del Estado. Esa inversión de la relación es muy preocupante. Y en segundo lugar, a pesar del Acuerdo de Paz este sigue siendo un país con conflicto armado, no se debe vincular la población al Estado porque el Estado es una de las partes en conflicto.

Recuerde que el gobierno Uribe siempre negó la existencia del conflicto. En el Plan Nacional de Desarrollo se habla de conflicto, y en esta política no se habla de conflicto sino de grupos armados ilegales, como si se tratara de problemas de policía y grupos organizados.

ENS: El documento también habla de hacerles frente a ‘amenazas extrahemisféricas’. ¿A qué se refiere?

JZN: Por eso decía que se parece a la política de seguridad de los Estados Unidos, ya que le da importancia a las amenazas externas, en este caso Venezuela, y en segundo lugar con la amenaza extracontinental que sobrevive un poco el Tratado de Asistencia Recíproca de los años 40 de la segunda posguerra mundial.

Hay una dimensión geopolítica en esta decisión que, además, tiene que ver con la concepción cooperativa de la defensa que tiene que ver más con Estados Unidos, mientras que la amenaza extracontinental tiene que ver con el crecimiento y el papel creciente que ha tenido China desde el punto de vista económico y comercial. En ese sentido, parece ser una extensión de la concepción cooperativa de seguridad internacional.