Guías de la conciencia (III) | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Febrero de 2019

NEWMAN sostenía que si tuviera que brindar por la religión (…) lo haría en primer lugar por la conciencia. En el entendido que esta solo es  concebida adecuadamente cuando es vista de forma conjunta con el primado de la conciencia, no como opuesto a ella, sino como algo que la funda y le da garantía. Al hombre moderno, que piensa desde la oposición entre autoridad y subjetividad, le resulta difícil entender este problema. Para él la conciencia está del lado de la subjetividad y es expresión de la libertad del sujeto, mientras que la autoridad aparece como su limitación e, incluso, como amenaza y negación.

Resulta que el concepto central del que se sirve Newman para enlazar autoridad y subjetividad es la verdad: la verdad como idea central de su lucha espiritual. La conciencia ocupa un lugar central para él porque la verdad está en el centro: en él la importancia del concepto de conciencia unida a la excelencia del concepto de verdad se ha de entender exclusivamente a partir de él,  “esto es lo contrario al subjetivismo”. Por esto luchó, siempre contra el subjetivismo del liberalismo.

La conciencia no significa para Newman la norma del sujeto frente a las demás autoridades en un mundo sin verdad, que vive entre exigencias del sujeto y el orden social, sino, más bien, la presencia clara e imperiosa de la voz de la verdad en el sujeto. Así la conciencia es la anulación de la mera subjetividad cuando se reconoce la necesaria intimidad del hombre y la verdad de Dios: Un hombre de conciencia es el que no compra la tolerancia, bienestar, éxito, reputación y aprobaciones públicas, renunciando a la verdad. En ello coincide con Tomas Moro: para él la obediencia a la conciencia brilló, la obediencia a la verdad, que debe estar por encima de las instancias sociales y los gustos personales. Hoy, para la humanidad el concepto de verdad ha sido prácticamente abandonado y sustituido por el progreso: el progreso es la verdad. La verdad, lo absoluto, el punto de referencia del pensamiento ha dejado de ser evidente.

San Pablo en su Epístola a los Romanos recuerda que cuando los gentiles, guiados por la razón natural, sin ley, cumplen los preceptos de la Ley, cumplen los preceptos de la Ley, ellos mismos, sin temerla, son para sí mismos ley. Y con esto muestran que los preceptos de la Ley están escritos en sus corazones, siendo testigo su conciencia.

Esta anamnesis (sindéresis) reclama un cierto sentido interior, una capacidad de reconocer, de suerte que el hombre interpelado por él y no dividido interiormente reconoce el eco en su interior: ve que eso es lo que remite su naturaleza y hacia lo que quiere oír. Santo Tomas define la anamnesis como una resistencia interior contra el mal y una íntima inclinación al bien.

¿Se imaginan a Colombia con esta propuesta reconocida por el Estado?

¿Se imaginan a Colombia en pocos años con un Estado sin ella?

El contenido de este escrito es extraído del discurso de Joseph Ratzinger al ingresar, como membre associé éxtranger en la Académie des Sciences et Politiques, París, 1992.