Bolsonaro y la sexualidad | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Febrero de 2020

El matrimonio es el marco de la sexualidad permitida, concepto extendido a la legislación civil occidental. Curiosamente los homosexuales, que lo consideran conquista social, al casarse se meten dentro de dicho marco.

El amor libre se refiere a tener relaciones sexuales en concordancia con el instinto natural del ser humano, nace en cualquier momento. Ningún gobernante dispone de herramientas para interferir pensamientos, fantasías, deseos, valores, prácticas de relaciones componentes de la personalidad. Se equivoca el presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, cuando pretende que sus compatriotas jóvenes disminuyan el ritmo sexual, se abstengan de hablar del tema, fórmula tendiente a solucionar el problema del embarazo en adolescentes y la prevención del Sida.  

Absurda la campaña “Yo elegí esperar a casarme”, “en este gobierno la niña será princesa y el niño príncipe,” eslogan de la ministra de la mujer, acompañada por un grupo de pastores evangélicos con seguidores en las redes.   

El británico Ellis instruyó sobre los diferentes aspectos de la sexualidad, argumentó que no es pecado, escribió en 1923 el libro “La Danza de la Vida”,   sostuvo que los adultos necesitan literatura erótica como los niños cuentos de hadas. Ahora existen nuevos modelos de familia, disposiciones respecto de los derechos económicos de las parejas, pensiones, sucesiones, divorcio. El análisis del porvenir de las relaciones amorosas varía, hay consenso en referencia a educar sin tapujos desde temprana edad, en el hogar, en la escuela, en la comunidad, advirtiendo peligros en cuanto a deformaciones que afecten la sexualidad, camino diferente al de la represión. Recuerdo lo dicho por una conocida actriz: “El sexo forma parte de la naturaleza y yo me llevo muy bien con la naturaleza,” la belleza es el resultado de una selección sexual.      

La sexualidad es consecuencia de la interacción de factores biológicos, sicológicos, económicos, culturales, éticos, aspecto central del ser humano, va más allá de normas o estipulaciones de los gobiernos. Es inexacta la afirmación de que los jóvenes tienen relaciones sexuales debido a las presiones sociales, influyen sí costumbres y cultura, pero la orden de abstinencia no es efectiva, sus consecuencias, en lugar de solucionar el problema de embarazo de adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual lo agravan.

Desacertada la decisión de retirar de circulación el folleto sobre salud reproductiva con información acerca de la anatomía humana, inadecuado según el presidente. Golpear a las personas miembros de asociaciones LGTBI con actos administrativos afecta a la civilización, divide a la sociedad. El mandatario brasilero se sitúa muy atrás inclusive del pensamiento expresado por el Papa Francisco, adopta posición desorbitada, olvida el principio de amaos los unos a los otros incluido en la biblia. En fin, ¡Vivir para Ver!