Las pinturas del embajador de Egipto | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Febrero de 2020

Las metas que debe cumplir un jefe de misión son múltiples. Entre otras destacan representar a la primera autoridad de una nación. Luego debe intensificar las relaciones en lo político, cultural, económico y social. Siguen otras funciones trascendentales. Dar una buena imagen a la comunidad, de la cual hace parte. En Colombia hemos tenido, por fortuna buenos diplomáticos, de trayectoria destacada y antecedentes brillantes. Ahora mismo, Egipto tiene como embajador al doctor Sami Salem quien ha estado en la Gran Bretaña, la India y otras naciones trabajando por su país. Pero ha sorprendido en forma muy singular, por su impactante calidad como pintor.

Ha hecho exposiciones en Londres, Nueva Delhi y otras metrópolis con resonante éxito. Sami Salem pinta con sabiduría y esplendido colorido. Para este experto creador, pintar es dar salida a una poderosa inspiración. Por eso más que pintar ojos, pinta miradas muy expresivas, y más que pintar rostros, pinta el alma entera de los seres humanos. No pinta facciones, pinta actitudes tajantes y muy individuales. Como un buzo, este artista se mete en el alma del personaje y con trazos exactos los traslada al lienzo, impresionando por la fuerza con que registra la intimidad y el espíritu de las personas que exalta con su talento iluminado.

La pintura es una fuente de emociones, de alegrías y de satisfacciones. El pintor hace de un Lienzo incoloro, inerte e inexpresivo, vida, energía, movimiento, vitalidad. Una vez le dijo en son de reproche, Malraux a Picasso, usted es un pintor extraño, contradictorio, sin estilo. A veces pinta maravillas. En otras ocasiones pinta cosas horribles. Y Picasso, todo un genio contesto: “Dios tampoco tiene estilo y ¿quién ha hecho cosas más hermosas que Él? Mire una montaña, mire una cascada, mire un pavo real, un tigre, un cóndor en pleno vuelo, el mar, el cielo, la selva...”.

Existe la alegría de ser sano y la alegría de ser justo; pero por, sobre todo, existe la hermosa, la inmensa alegría de servir. Qué triste sería el mundo si todo estuviera hecho, si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender. Hacer las cosas fáciles es lo obvio, lo elemental. Lo meritorio es hacer lo que otros esquivan. Multitud de funcionarios se limitan a crear un ambiente de rutina en el desempeño de sus funciones. Otros se esmeran al máximo por hacer historia, por impactar, por subir al máximo en sus ejecuciones, en sus empeños. Por eso estos últimos se imponen y saltan con razón al ámbito de la fama, del reconocimiento y del prestigio. Y ese es el caso de Sami Salem. Inteligencia múltiple y luchador fervoroso dominado por el noble empeño de hacer aportes a la humanidad.

El arte es el rocío de la vida. Todo lo refresca, a todo le da vida y movimiento, alegría, ensoñación. En nuestra existencia es mejor dar que recibir, aportar que exigir. El que se entrega a los otros termina por ganarse el afecto de quienes lo admiran y aprecian.