El reto mayor del anticorreísmo   | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Febrero de 2021

* Lasso debe propiciar los consensos

* Respuesta a reclamos de los indígenas

 

El escenario político y electoral en Ecuador sigue candente. Si bien es cierto que luego de un traumático y criticado escrutinio el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó ayer en la madrugada que la Presidencia de la República la disputarán en segunda y definitiva vuelta, el próximo 11 de abril, el candidato de izquierda Andrés Arauz y el aspirante de la centroderecha Guillermo Lasso, decenas de miles de indígenas ya marchan hacia la capital alegando que hubo un fraude en contra de su aspirante Yaku Pérez, quien estuvo a punto de pasar al balotaje final.

Dados los antecedentes de las protestas de la población indígena, que incluso han forzado la caída de gobiernos y reversado no en pocas ocasiones reformas políticas y económicas de alto calado, la tensión en el vecino país es muy alta. No solo existe el riesgo de que las marchas de los resguardos generen enfrentamientos con la Fuerza Pública, sino que es creciente el peligro de que la masiva movilización por distintas provincias pueda causar una nueva ola de covid-19, sobre todo en una nación cuyos índices de vacunación todavía son incipientes.

A ello se suma que tanto la Contraloría como la Fiscalía ya adelantan sendas pesquisas sobre todo el proceso de escrutinio, al tiempo que el propio CNE, pese a haber proclamado ya el paso de Arauz y Lasso a la segunda vuelta, tiene que proceder ahora a resolver un alud de impugnaciones de los candidatos que participaron en la cita a las urnas dos semanas atrás. La trama jurídica pareciera ir para largo.

Ya en el plano típicamente proselitista, es claro que los dos contendientes que competirán por la sucesión de Lenín Moreno, que termina su periodo en mayo, tienen que acelerar sus respectivas campañas porque ninguno puede decir que tenga asegurado el triunfo o mantenga una ventaja significativa.

Aunque Arauz, cuyo principal apoyo político es el expresidente Rafael Correa, hoy prófugo de la justicia y asilado en Bélgica, ganó la primera vuelta con un 32,7% de los votos, no pocos analistas consideran que su capacidad de sumar nuevos apoyos ya es muy estrecha. Incluso, se cree que tocó su techo electoral y será muy difícil que algunos sectores de la izquierda o el centro que no lo acompañaron en la primera parte de la campaña, ahora lo hagan.

Lasso también afronta un panorama complicado pero tiene mayor opción de sumar apoyos de cara a la elección definitiva. Aunque solo alcanzó el 19,7% de los sufragios el pasado 7 de febrero, tiene la posibilidad de que una parte de quienes votaron por el tercero en discordia, el candidato indígena Pérez, que finalmente sumó 19,3% de los votos, o el cuarto en el escrutinio, el aspirante de centro Xavier Hervas, que alcanzó el 15,6% de los respaldos ciudadanos, se sumen a sus toldas. Si bien entre los cuatro dirigentes hay diferencias políticas, partidistas e ideológicas de fondo, los une un común denominador: la coincidencia en torno a que lo peor que le podría pasar a Ecuador es que Correa, por intermedio de Arauz, de apenas 36 años, regrese al poder. De hacerlo es cantado que reversará todos los ajustes que Moreno ha realizado en el último cuatrienio para rescatar al país de la crisis en que el llamado ‘Socialismo del siglo XXI’ lo dejó sumido luego de una década de accidentado mandato de izquierda radical, reformitis constitucional, inestabilidad económica y una racha de escándalos de corrupción, entre otros lastres.

El gran reto, entonces, es el de las vertientes anticorreístas: deben avanzar rápidamente, bajo el liderazgo de Lasso, hacia un acuerdo sobre los aspectos más fundamentales. Si, por el contrario, se enredan en discusiones burocráticas o de mecánica electoral, Arauz (cuyo partido fue el más votado para la Asamblea Nacional, aunque sin alcanzar las mayorías) tendrá cada día más oportunidad de acercarse al triunfo y, entonces, todos los que están contra el regreso de Correa en cuerpo ajeno, que al tenor de los resultados del 7 de febrero, son las mayorías, perderán definitivamente. Y Ecuador, en general, también lo hará, ya que virará al pasado.