Viaje del Papa a Irak | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Marzo de 2021

Gesto plausible de ecumenismo religioso

* El Pontífice en la tierra natal de Abraham

 

 

El viaje que iniciará mañana el Papa Francisco a Irak está lleno de profundos mensajes ecuménicos. Quizás el punto culminante de su visita tendrá lugar en la llanura de UR donde el relato bíblico ubica el nacimiento de Abraham, el padre de las tres religiones monoteístas. Se trata, entonces, de un periplo, tan inédito como histórico, del máximo jerarca católico por una región que está en la génesis de la que hoy es la confesión religiosa más extendida en todo el planeta. De allí sus múltiples y profundas implicaciones.

Las comarcas y ciudades que visitará el Papa están en el corazón de la Mesopotamia bíblica, la fértil media luna que abrazan los ríos Éufrates y Tigris. Es tal su significación que bien podría decirse que si hay una visita papal por excelencia que tenga un singular poder evocativo e histórico de lo que representa el ecumenismo que abandera la Santa Sede y su mensaje de paz, es precisamente la que está a punto de emprender el Pontífice argentino, que ayer -al cierre de esta edición- seguía en firme pese a la preocupación que existe por el ataque esta semana de facciones proiraníes a una base militar estadounidense, en la provincia Al Anbar, al oeste de Irak.

La complejidad de esta visita papal es de tal magnitud, que el periplo estuvo proyectado, primero, por Juan Pablo II y, luego, por Benedicto XVI, antecesor de Francisco y hoy Papa emérito. Sin embargo, por diversas razones asociadas a los conflictos militares y la inestabilidad política de la región el periplo no se pudo llevar a cabo. Ahora se planea realizarlo en medio de severas medidas de seguridad así como con la máxima precaución sanitaria debido a la pandemia del coronavirus. El Pontífice y su comitiva han sido debidamente vacunados de antemano. Por lo mismo, en los distintos actos públicos se implementarán estrictos cinturones de vigilancia y protección por parte de la fuerza pública así como la exigencia obligatoria del distanciamiento social, uso de tapabocas y otras normas mínimas de bioseguridad.

No hay que olvidar, tampoco, que la comunidad católica iraquí que recibirá al Pontífice es una sufrida minoría que vive en medio de un país predominantemente musulmán y de mayorías chiitas. Una nación que, además, ha estado sumida en cruentos conflictos bélicos de orden interno y externo desde cuando fue invadida durante la llamada Guerra del Golfo y el posterior derrocamiento sangriento de Saddam Hussein.

En medio de ese complejo marco religioso, político y social, la visita papal tiene tres mensajes fundamentales: primero, es una voz de paz ecuménica para con la comunidad musulmana en un momento en que en todo el mundo occidental hay voces ofuscadas contra lo que se denomina el “radicalismo islámico”, como sucede, por ejemplo, en Francia. En segundo lugar, es un mensaje papal en pro de la paz, en una región inestable y débil como es aún el Medio Oriente. Y, en tercer término, es un mensaje de solidaridad y de cariño pastoral que el Papa Francisco quiere hacerle llegar a las minorías cristianas que, como la existente en esta atribulada nación, sobrevive en medio de penosas circunstancias.

No deja de ser curiosa la actitud del Papa Francisco: por un lado, anunció en estos días que no deseaba volver a su Argentina natal, a donde no ha retornado desde que inició su pontificado. Agregando, incluso, que quería morir en Roma. Quizás no desea dar pie para que una visita suya a su país sea interpretada como un apoyo a algún sector de esa hirviente caldera política que es Argentina. Pero, de otro lado, no duda en emprender mañana una visita a Irak, que la mayoría de los analistas e instancias bien informadas no dudan de calificar de muy riesgosa, incluso para la integridad personal del Pontífice.

Sin embargo, haciendo gala de su carisma, de su capacidad para asumir riesgos y entrar en los debates más complejos así como de una cosmovisión en la que la filosofía del amor y la solidaridad priman sobre todos los factores en la “casa de todos”, el Papa Francisco inicia un periplo inédito e histórico, yendo a la misma cuna de Abraham.