Semana Santa: lecciones aprendidas | El Nuevo Siglo
Jueves, 4 de Marzo de 2021

Es urgente evitar tercer pico de pandemia

* Indisciplina social, riesgo de salud pública

 

No hacer caso a las lecciones aprendidas siempre es un craso error, y más aún cuando hay riesgo de pérdida de vidas de por medio. Esa premisa es la que deben tener en cuenta no solo el Gobierno nacional, sino los gobernadores, alcaldes, gremios de la producción y la ciudadanía en general respecto a cómo debe vivirse la próxima Semana Santa, que está a 23 días de iniciarse con el tradicional Domingo de Ramos, una de las celebraciones religiosas de mayor convocatoria en un país de mayorías católicas como lo es Colombia.

Según lo indicara un informe publicado por este Diario esta semana, existe gran expectativa en torno a cuáles serán las medidas de bioseguridad vigentes para que la celebración de la llamada “Semana Mayor” del cristianismo, y la época vacacional y turística que tiene lugar durante el mismo lapso, no se conviertan en un factor disparador de la pandemia del covid-19.

Y es que lo ocurrido en enero pasado en materia de curva epidemiológica dejó, como ya se dijo, unas lecciones aprendidas y sería muy preocupante ignorarlas. El primer mes de 2021 fue el más crítico en materia de número de contagios y decesos en el año que lleva el país en emergencia sanitaria. Y ese pico epidemiológico tuvo su principal causa en la indisciplina social de los colombianos durante las festividades decembrinas y de cambio de año.

Si bien desde todas las instancias se urgió limitar lo más posible las reuniones familiares y tener el máximo cuidado en los viajes y demás actividades turísticas y de descanso, fue evidente que muchas personas no aplicaron de forma eficiente el distanciamiento social, el uso obligatorio del tapabocas, el lavado de manos permanente y otra serie de protocolos necesarios para disminuir el riesgo de infectarse ¿El resultado? Se dispararon los casos positivos del virus y los fallecimientos, al tiempo que la capacidad de las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) estuvo a punto de desbordarse, con porcentajes por encima del 90% en algunas ciudades. La situación fue tan complicada que tuvieron que reimplantarse medidas de cuarentena focalizada, ‘pico y cédula’ y otras restricciones al comercio y el aparato productivo.

Aunque desde la última semana de enero comenzó a bajar la curva epidemiológica, al tiempo que en la tercera de febrero arrancó la vacunación masiva, la pandemia continúa siendo una grave amenaza. No solo porque diariamente sigue cobrando no menos de un centenar de vidas sino porque los colombianos inmunizados apenas sobrepasan los 200 mil.

Por lo mismo, tanto el Presidente de la República, el Ministro de Salud y las asociaciones médicas como los mandatarios seccionales y locales, entre otras instancias, están urgiendo a la ciudadanía que no relaje las medidas de bioseguridad y menos aún que con ocasión de la Semana Santa se produzca un desborde de aglomeraciones de personas y relajamiento de la bioseguridad, ya sea en actos típicamente religiosos o vacacionales.

La urgencia de evitar una tercera ola de covid-19 ha llevado, incluso, a plantear la posibilidad de que en los llamados “días santos” se restrinja al máximo la celebración presencial de procesiones, liturgias y otros ritos católicos, así como el funcionamiento de hoteles, bares, restaurantes, discotecas, parques y distintos destinos turísticos.

Aunque entendiendo que la feligresía prefiere participar activa y presencialmente de la “Semana Mayor”, la Iglesia colombiana ya anunció que se evitarán las celebraciones masivas y toda aglomeración de personas en templos y sitios de oración. Las tradicionales procesiones también estarán restringidas y se recomienda a los sacerdotes acudir a las plataformas digitales para transmitir los eventos religiosos.

A su turno, los gremios productivos, sobre todo los turísticos y de la industria del ocio y entretenimiento, apuestan a que Semana Santa se constituya en un nuevo salvavidas económico y punto clave en su reactivación. Mientras que se comprometen a extremar el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad vigentes, urgen a los alcaldes y gobernadores que no se impongan restricciones adicionales al flujo de clientes, viajeros así como al funcionamiento y aforo de los establecimientos.

¿Qué hacer? No es un tema fácil de dilucidar. El Gobierno y el sector privado apuestan por una reactivación económica biosegura, pero lo ocurrido en diciembre y su reflejo crítico en enero ya dejó unas lecciones aprendidas, con un costo muy alto en vidas perdidas. Lamentablemente la indisciplina social de unos pocos pone en peligro a todos y es urgente evitar un nuevo pico de la pandemia. La salud pública es una prioridad. Esa premisa no se puede flexibilizar y menos en una coyuntura epidemiológica como la actual.