Congreso, a rendir de verdad | El Nuevo Siglo
Domingo, 14 de Marzo de 2021

* Gobierno y bancadas no priorizaron agenda

* Depurar alud de debates de control político

 

Un reto de marca mayor comienza mañana tanto para el Congreso como los partidos políticos y el Gobierno. Tras un 2020 en el que la productividad legislativa fue evidentemente baja y estuvo cruzada no solo por la emergencia sanitaria, social y económica derivada de la pandemia, sino porque ello trastocó gran parte de la agenda de proyectos de ley y acto legislativos en trámite, e incluso obligó a unas inéditas sesiones virtuales, las esperanzas están puestas en lo que se pueda hacer en Senado y Cámara este 2021.

El arranque del segundo tramo de la tercera legislatura no es, sin embargo, el más halagüeño. Salvo algunas reuniones del Ministro del Interior con varias bancadas, sobre todo de la coalición oficialista, no se produjo una cumbre entre la Casa de Nariño con los partidos y movimientos políticos en la dirección de priorizar la agenda legislativa, tanto aquella de origen gubernamental como parlamentario.

Por el contrario, las sesiones se retoman en medio de un caldeado ambiente partidista en donde se prevé un alud de citaciones a debates de control político por múltiples crisis y controversias de los últimos dos meses y medio, lo que seguramente le quitará tiempo y espacio a una serie de iniciativas de ley y reforma constitucional que se consideran urgentes. Difícilmente se puede entender que tras un 2020 en el que muchos proyectos quedaron varados por el impacto de la emergencia en el ritmo de trabajo del Congreso, no se haya citado a sesiones extraordinarias en el arranque del 2021. Al final parece evidente que el tempranero comienzo de la campaña electoral, el creciente clima de polarización y la misma politización de asuntos de primer orden, como el esquema de la vacunación contra el covid-19, terminaron pesando más que la necesidad de acelerar la agenda legislativa.

¿Qué esperar, entonces, de este último tramo de la tercera legislatura que, además, comienza mañana pero tendrá un nuevo receso a raíz de la Semana Santa? De entrada, es imperativo que se viabilice un acuerdo multipartidista para priorizar la agenda. Hay un alud de iniciativas en curso desde el año pasado, al tiempo que senadores y representantes han anunciado otro tanto para radicar en las respectivas secretarías. Son apenas tres meses de trabajo efectivo y es innegable que el segundo semestre estará cruzado por una campaña a todo vapor de cara a las parlamentarias de marzo de 2022 y las movidas previas para la selección de precandidatos presidenciales, aspirantes definitivos y la estructuración de las coaliciones que competirán por la Casa de Nariño, las mismas que irán a las urnas en la jornada en que se renueva Congreso.

Como se dijo, la agenda es muy abultada y se trabajará a contrarreloj. La ratificación del Acuerdo de Escazú, el agravamiento de penas por minería criminal, la reglamentación de la cadena perpetua para asesinos y violadores de niños, el pulso por el fracking, varios proyectos anticorrupción, la urgente reglamentación del trabajo en casa y el teletrabajo, una posible reforma a la Ley Estatutaria de Justicia y la propuesta sobre la figura de la renta básica mensual, están entre las iniciativas más importantes.

Y todo ello sin contar el que, sin duda, será el proyecto más complicado de este año: el de ajuste tributario, que el Gobierno prefiere llamar “reforma fiscal y social”, que no solo buscaría disminuir exenciones impositivas y afectar otros impuestos, sino que impactará todo el esquema de subsidios y programas asistenciales para seguir apoyando a las personas y unidades productivas más afectadas por la crisis pandémica. Aunque también se ha hablado de otras reformas de fondo, como la laboral, pensional y de salud, es claro que estas no irían en el corto remate de la tercera legislatura, sino en el segundo semestre, aunque hay analistas que consideran que, en realidad, ya serían tema del próximo mandato presidencial, por cuanto el Congreso en plena época electoral no le ‘metería el diente’ a temas tan complejos e, incluso, impopulares.

Y a todo lo anterior debe sumarse un tema logístico: pese a que hay una baja sustancial en los contagios y muertes por el covid-19, todavía no es claro si el Senado y la Cámara volverán a sesiones presenciales. De entrada, continúa primando la virtualidad.

Como se ve, es complicado el panorama con que arranca de nuevo trabajos el Congreso. Una agenda que debe ser priorizada, un alud de debates de control político a depurar, una campaña electoral que no debe distraer a senadores y representantes y, sobre todo, la urgencia de aprovechar el último año de trabajo pleno de este Parlamento que, como lo indicó el informe central de nuestra edición dominical, completó tres años de elegido y aunque comenzó con votación récord, muchas expectativas y grandes figuras, hoy sigue en deuda y con una descalificación ciudadana muy alta.