La encrucijada inca | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Marzo de 2021

Incierto remate de campaña presidencial

* Un clima socioeconómico de alta tensión

 

A tres semanas de las elecciones presidenciales en Perú hay tantas certezas como incertidumbres. Entre las primeras, por ejemplo, está que seguramente habrá segunda vuelta por cuanto las encuestas no muestran a ningún candidato que sea capaz de sacar la mitad más uno de los votos el próximo 11 de abril. Así las cosas, el nuevo mandatario inca sería electo el 6 de junio, durante el balotaje final.

También se da por sentado que si bien el aspirante de Acción Popular, Yonhy Lescano, ubicado en la centroderecha, encabeza los últimos sondeos de opinión, con un promedio de 15 por ciento, no ha logrado marcarles una ventaja significativa a sus perseguidores. En un país en donde el voto es obligatorio y en el que las restricciones derivadas de la pandemia hacen imposible medir el fervor popular por tal o cual candidato, ya que están limitadas las manifestaciones en plaza pública (de hecho habrá cuarentena nacional en Semana Santa), pocos analistas se arriesgan a pronosticar quiénes ganarán esta primera vuelta y tres meses después disputarán la sucesión de Francisco Sagasti, el mandatario provisional peruano que asumió el poder tras la destitución en noviembre del entonces presidente Martín Vizcaya -por un presunto caso de corrupción cuando era gobernador- y un brevísimo mandato de Manuel Merino.

Lescano, veterano congresista, es seguido a cinco puntos porcentuales por George Forsyth, un exfutbolista que se presenta como independiente y quiere abanderar el cambio, aunque aspira a nombre del también partido de centroderecha Victoria Nacional. Detrás de ellos, con un 8%, se ubica Rafael López Aliaga, del derechista partido Renovación Popular. Muy pegado a él se encuentra la excongresista y dos veces candidata presidencial Keiko Fujimori, también de la derecha. La hija del condenado y preso exmandatario está en proceso de juzgamiento por el caso de sobornos de Odebrecht, que también ha salpicado a varios expresidentes incas, incluido Alan García, quien se quitó la vida cuando lo iban a capturar. La izquierda no parece tener mucho chance, ya que su candidata más fuerte es Verónika Mendoza, que es casi triplicada en las encuestas por Lescano.

Para la mayoría de los analistas es evidente que el panorama electoral es muy cerrado y el clima de insatisfacción social y política está bastante caldeado. De hecho, por estos días la atención se ha centrado en el caso de Vizcarra, a quien incluso la Fiscalía le dictó un auto de detención pero una juez desechó esa solicitud. Por ahora sigue libre y continúa su campaña para el Congreso, ya que el mismo 11 de abril habrá comicios legislativos con 130 escaños en juego. Como es apenas obvio, en los cálculos que se hacen en la recta final de la contienda proselitista también se analiza cuál de los aspirantes podría tener más chance de confeccionar una coalición parlamentaria mayoritaria que evite los enfrentamientos de poderes que fueron determinantes para que los últimos dos mandatarios incas no hayan podido terminar su periodo.

¿Qué podría pasar si Lescano y Forsyth pasan a segunda vuelta? Es un escenario todavía más incierto. Incluso, los analistas sostienen que el clima político, social, judicial, laboral, sanitario y productivo es tan tenso, que se ve cierto desinterés de la ciudadanía en la campaña electoral, apatía que las propuestas de los candidatos no han podido derrotar sustancialmente. Con una economía que en 2020 se descolgó 11,1%, alto desempleo, lenta campaña de vacunación y cerca de las 50 mil muertes por la pandemia, los peruanos exigen de quienes aspiran a la Jefatura de Estado ideas y planteamientos más concretos para afrontar la emergencia por el covid-19, el proceso de reactivación y la reinstitucionalización del país. Tras la racha de escándalos de corrupción al más alto nivel, la desconfianza ciudadana en la clase política es inmensa, no solo en las zonas urbanas sino en los sectores rurales, de alta prevalencia campesina e indígena.

Habrá, entonces, que esperar el remate de la contienda para la primera vuelta y confiar en que ya solo con dos opciones de llegar al poder, la campaña se clarifique, la diferenciación de los programas sea más evidente y los peruanos tengan una idea más certera sobre por cuál de ellas apostar para superar la crisis nacional. Semanas intensas las que se asoman en el vecino país para romper una encrucijada de altas proporciones.