Martha Lucía y las castas dominantes | El Nuevo Siglo
Sábado, 2 de Marzo de 2019

Todos los pueblos cultivan con cariño su leyenda de gloria; los hombres del pasado dan fuerzas para las hazañas venturas. Aun muchos pueblos confunden el culto de los dioses, con el culto de los héroes. Y nosotros americanos y colombianos, tenemos la más dorada, la más encendida y esplendorosa leyenda de que puedan enorgullecerse los pueblos. La tenemos cerca de nosotros; ¡tiene dos siglos!

Parece que todavía se escucha desde Santa Marta hasta la Argentina, la cabalgata resonante de los héroes nuestros. El ruido de las armas que nos dieron libertad, se oye en la tierra glorificada. El sol quema las frentes tostadas de tantos luchadores; esta seca la yerba que pisaron los ferrados cascos de sus corceles. ¡Los acompaña la nube de polvo que nimba de oro sus salvajes melenas! La boca ansiosa, el musculo tenso, la lanza rígida, el ojo delirante, todo converge, hombres, caballos, lanzas y voluntades, como una daga de acero hacia el patriótico combate. ¡Pasaron los combatientes y el estruendo de su galope aún resuena y resonará por los siglos como las ondas impetuosas de un mar turbulento! Pablo Morillo ya había exterminado a 7.000 patriotas por el crimen de luchar por una patria libre, independiente y soberana. Tanta crueldad de este conductor, mal llamado el “el pacificador”, enardeció con más coraje al pueblo granadino.

Barreiro, en Boyacá, al ver tanto luchador granadino mal trajeado, de perfil modesto y con la estampa más de campesino que de guerrero gritó: A estos desarrapados los derrotaré… Ni Dios me quita la victoria: Pues los corderos encolerizados, cuando combaten por su dignidad, se convierten en fieras imposibles de dominar. Y eso. Y eso fue lo que sucedió. El congreso de Angostura, el febrero 15 de 1819,  se reunió como consecuencia de la victoria granadina, para organizarse jurídicamente como Estado Soberano.

La Academia Colombiana de Historia, conducida vigorosamente por el presidente, jurista Eduardo Durán, festejó tan importante acontecimiento, el que tuvo lugar hace 200 años. Bajo la dirección de este meritorio intelectual y con la colaboración espléndida de Luis Horacio López y los directivos, llenaron de asombro a los que asistimos por el éxito extraordinario del memorable festejo. Fue solemne y emocionante.

Lo presidió con admirable fervor la vicepresidente Martha Lucía Ramírez y las heroicas oraciones, todas fueron muy educadoras, esclarecedoras e inolvidables. Dos niños de menos de 14 años hicieron un conversatorio ágil, impactante y con gran contenido histórico y literario. Fue un enorme acierto llenar todos los amplios salones de estudiantes bogotanos para que se contagiaran de civismo y de vocación patriótica.

 

Abundaron las lecciones enaltecedoras. Una: la democracia, gobierno del “pueblo y para el pueblo” según Lincoln, es el mejor de los sistemas para la convivencia política y Churchill expresó que “la peor de las democracias es preferible a la mejor de las tiranías; y dos, de Colombia se ha dicho que es tierra estéril para los sátrapas.