Solidaridad con animales callejeros | El Nuevo Siglo
Jueves, 26 de Marzo de 2020

El mundo afronta un momento bastante especial, como nunca lo había vivido esta generación. Estamos confinados, protegiéndonos como especie de un virus que nos está poniendo de presente lo frágiles que somos. La especie a nivel global se encuentra en un periodo de quietud y reflexión, cada quien resguardado en su hogar y concentrado en defender lo auténticamente valioso e indispensable: la vida.

Por su parte la naturaleza se encuentra haciendo lo suyo. Gracias a este paro generalizado de la actividad humana, aprovecha para restaurarse, diversas especies se están dando el lujo de pasearse por lugares que para muchos individuos son totalmente desconocidas. No son pocas las noticias que empiezan a mostrarnos la manera como están apareciendo peces, aves y mamíferos en lugares donde las presentes generaciones humanas ni se imaginaban que podrían aparecer, animales de cuya existencia y pertenencia a esos lugares ignorábamos totalmente.

Es necesario ver en todo este contexto una gran lección, la cual podremos dimensionar totalmente una vez el mundo de los animales racionales nuevamente empiece a girar con normalidad; claro está no con la normalidad que venimos acostumbrados sino con la normalidad que exijan los cambios que debemos adoptar para garantizar la supervivencia de la especie.

No todo lo que está pasando debe ser valorado negativamente. Es cierto que la actividad humana se está frenando y con ella, por supuesto la economía -con consecuencias incalculables. Sin embargo es un gran momento para adoptar un nuevo pacto de valores que devuelva el puesto de privilegio que debe tener la naturaleza en el desarrollo de las sociedades. Es necesario adoptar prácticas amigables con el uso de los recursos naturales y debemos volver por el camino del uso no del abuso. Tendremos que reorganizar nuestros sistemas productivos, el reto más grande será el producir lo necesario para sostener la especie sin seguir amenazando y llevando a la extinción a especies de plantas y animales que hoy están amenazadas.

Con la aparición de especies de animales en lugares donde no habíamos tenido el privilegio de avistarlas por la total ocupación de las actividades humanas, nos llenamos de esperanza y sentimos que es posible repensar la gestión medioambiental, que es posible repensar el desarrollo urbano, la infraestructura vial, la infraestructura marina y el extractivismo para reconciliarlos con la vida silvestre.

Así como hemos podido ver al zorro cangrejero en las goteras de Bogotá, al oso palmero en Paz de Ariporo, la zarigüeya con sus hijos en Neiva, delfines en la Bahía de Cartagena, por citar solo algunos de los fantásticos avistamientos, debemos como sociedad plantearnos la necesidad de realizar las reformas necesarias para que esos casos excepcionales se conviertan paulatinamente en habituales.

Es cierto que el confinamiento humano es privilegio para algunas especies que pueden volver a lugares donde no les permitimos llegar, también lo es que otras especies que empiezan a pasarla muy mal, perros, gatos y palomas que habitan la calle y que por tradición dependen de la actividad humana como fuente de alimentación. Ellos hoy requieren de nuestra generosa empatía, aportemos desde nuestras capacidades de la misma manera que apoyamos a todos aquellos que por las circunstancias no pueden llevar su sustento a casa. Es época de solidaridad animal racional y no racional.

@ludogomezm, luisdomingosim@gmail.com