Llegó el tercer pico | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Abril de 2021

* Mayor articulación Gobierno-Alcaldía de Bogotá

* Curva pandémica con diferente evolución regional

 

Colombia está entrando ya en un tercer pico de la pandemia. Tal como ocurrió con los dos anteriores (julio-agosto de 2020 y enero de este año) el aumento de contagios y muertes por el covid-19 no tiene la misma intensidad en todo el territorio, sino que hay regiones, como Atlántico, Antioquia, Amazonas o Magdalena, en donde la curva epidemiológica ya se encuentra en niveles críticos, según lo evidencian los altísimos porcentajes de ocupación de Unidades de Cuidado Intensivo (UCI), en tanto que en otras ciudades y departamentos apenas si está empezando el incremento del coletazo sanitario.

Como ya lo han explicado hasta la saciedad las autoridades y los expertos, si bien Colombia viene avanzando en su programa de vacunación masiva aún está muy lejos de alcanzar un 60% de su población inoculada, que es cuando se supone comenzará la “inmunidad de rebaño”, por lo que todas las alertas deben estar prendidas para evitar que esta tercera ola de infecciones y decesos por el coronavirus alcance los niveles de morbilidad y letalidad que se registraron en el primer mes de 2021, sin duda el lapso más crítico durante el año de emergencia en nuestro país que ha dejado más de 64 mil víctimas.

En ese orden de ideas, el plan de contingencia ante el riesgo que representa este tercer pico no solo debe ser más eficiente y amplio en materia de enfoque regional y local, sino que exige un nivel de articulación institucional muy alto. Si bien es cierto que el Gobierno nacional fija las pautas generales sobre las medidas a implementar, tanto desde el punto de vista del sistema de salud como de las restricciones a la movilidad social y la actividad productiva, son finalmente los gobernadores y alcaldes los que deben evaluar, acorde con su realidad epidemiológica y la capacidad de respuesta hospitalaria, qué directivas aplicar en sus jurisdicciones.

Este es un proceso que debe hacerse de manera rápida y eficaz. No hay lugar aquí a rivalidades jurisdiccionales ni mucho menos de otra índole. Por lo mismo, extraña lo que ocurrió el lunes pasado entre el Gobierno nacional y la Alcaldía de Bogotá. Tras un largo análisis de las medidas a implementar en la ciudad, incluyendo una reunión del Comité Epidemiológico Nacional, hubo distintas versiones sobre el alcance y las restricciones a implementar de aquí al 19 de abril, aunque el punto más alto de contagios y decesos en la capital del país se espera para la última semana de este mes. Al cierre de la tarde la Administración Distrital dio una rueda de prensa anunciando un modelo de cuarentena estricta que empezaría el viernes a primera hora e iría hasta la madrugada del lunes, en tanto el Ministro de Salud trinó ya entrada la noche que se había autorizado un confinamiento desde el sábado hasta el lunes, pero sin especificar horario alguno… Luego hacia la medianoche, cuando ya los capitalinos estaban durmiendo o desconectados de las noticias, la Alcaldía expidió un decreto acogiendo la propuesta nacional y señalando todas las reglas del juego de este nuevo plan de contingencia.

Hubo, entonces, un mensaje confuso enviado a una ciudadanía atemorizada por el pico pandémico y el impacto socioeconómico de esta nueva cuarentena. Es claro que lo mejor habría sido que Gobierno y Alcaldía citaran una rueda de prensa conjunta, en horario hábil y ya con un esquema de medidas definitivo y consensuado, que incluyera también a la Gobernación de Cundinamarca, dado que todo lo que se haga en la capital del país impacta a la región circundante. No conviene, en modo alguno, que la ciudadanía perciba un pulso de criterios y opiniones entre la Casa de Nariño y el Palacio Liévano, ni menos aún que considere que hay imposiciones de un lado o el otro, cuando precisamente lo que se requiere es enviar un mensaje de unidad y articulación en un asunto tan delicado y con tantas implicaciones políticas, sanitarias, económicas, educativas, laborales, sociales, gremiales e institucionales.

Como se dijo al comienzo, el tercer pico de la pandemia ya comenzó. Todas las alertas están prendidas y los expertos señalan que el efecto epidemiológico de los viajes y la mayor interacción social en la Semana Santa se verá sólo en dos semanas. Si a ello se le suma que la curva de contagios y decesos tiene una evolución regional y local muy alta y diferenciada en el territorio, lo que urge es la máxima coordinación entre Presidencia, gobernadores y alcaldes para mitigar lo más posible la coyuntura sanitaria. No hay tiempo que perder en asuntos menores y la ciudadanía debe ver al Estado actuando como uno solo ante tamaña crisis.