“Me considero hincha enfermizo del fútbol, no un fanático”: Sacheri | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 25 de Abril de 2018
Santiago Serna Duque*

Eduardo Sacheri es uno de los autores argentinos que por estos días estuvo en la Feria Internacional del Libro de Bogotá. De su obra literaria se desprendió la película ‘El secreto de sus ojos’, ganadora del Oscar como mejor largometraje extranjero en el 2010; ha trabajado como guionista de cine; obtuvo el premio Alfaguara 2016 con la novela ‘La noche de la Usina’; redacta columnas de opinión para diferentes medios de su país y, además, ejerce como docente de historia en una secundaria.

Pero entre todos estos roles, el que mejor le sale es el de ‘hincha irremediable del fútbol’, más exactamente, apasionado por el Club Atlético Independiente. De esta pasión -que él insiste en alejar del fanatismo- Sacheri se ha servido para escribir la mayoría de sus libros.

¿Por qué el fútbol roza buena parte de su obra literaria?

Yo creo que porque roza parte de mi vida. No es que me haya propuesto escribir de fútbol, empecé a escribir para entender mejor mi propia vida y las dudas que había en ella y me serví de cierta clase de personas, trabajos, horizontes y deseos que están pobladas por un juego que se llama fútbol. Así, este deporte se volvió un medio para traducir en términos sencillos y concretos cuestiones mucho más importantes que el propio juego. Me ha servido para mover a mis personajes y entender sus complejidades.

Sus libros hablan de algunos personajes derrotados por la vida. ¿Cuál es la importancia del ‘perdedor’ en las historias que narra?

Yo creo que la literatura y el arte son, a su manera, una búsqueda del equilibrio. En ese sentido, la derrota es la que necesita de cierto balance. A lo que voy es que cuando uno está en un momento de éxito -más allá de lo efímero que es- no requiere de nada, hay una ausencia de la satisfacción. Entonces, el estado humano de la derrota denota un deseo de querer corregir algo. Si tu vida es fantástica y todo te sonríe y no hay nada para arreglar de vos, ¿qué se va a contar? Pues nada, no hay camino que recorrer. Fíjate que hasta los cuentos tradicionales requieren de una falta que tiene que ver con el miedo a perder; por lo tanto, te diría que el perdedor hace parte natural de cualquier trama.

En el libro ‘Yo soy el Diego’, Maradona asegura que un estadio es la metáfora ideal de la sociedad. ¿Eso es cierto?

Bueno, creo que conviven dos cosas: por un lado, hay esa jerarquización entre la popular (norte y sur), los palcos y las plateas de oriental y occidental. Por el otro lado, hay una idea de democratización que se materializa en la anotación del gol de tu equipo, en ese momento vos te podrías abrazar con absolutos desconocidos o con gente que simplemente detestas. Creo que en el estadio, por cuenta de un gol, se cristaliza un vínculo primario, irracional, pero a su vez muy sólido entre las personas. En ese sentido hablo de democratización.

Hablando de Maradona, ¿por qué le tomó diez años escribir un cuento sobre él?

Por la derrota de la que hablábamos. Porque Diego en el Mundial de 1986 no necesitaba que nadie escribiera sobre él, salvo para alabarlo. Ahora, Diego en 1996 es un tipo que ha sufrido un montón, es un tipo al que han echado de un Mundial, un tipo cuya carrera futbolística está terminando y es un tipo que ya está entrando en esos ciclos del héroe trágico a los que Maradona parece estar condenado: de tocar el cielo con las manos y después, hundirse en los infiernos una vez y otra vez hasta que se muera. Yo tenía que escribir sobre Maradona con el tiempo, con los sedimentos de su vida, pausado y entendiendo desde la lejanía lo que fue su carrera deportiva.

El presidente de Argentina es Mauricio Macri, el dirigente más exitoso de Boca Juniors en su historia. Hábleme de la relación del fútbol y el poder en su país.

Yo creo que en Argentina el fútbol hace muchas décadas tiene una importancia política muy clara. Por ejemplo, en el Mundial de 1978 que se llevó a cabo en mi país, el gobierno militar que estaba desde 1976 en el poder indudablemente intentó utilizar al Mundial como una herramienta de cohesión y de apoyo con el pueblo y lo logró. Que Argentina ganará el Mundial del 78 fue de enorme utilidad para el régimen militar de Videla. Eso generó un consenso y una paciencia frente a esos militares que pocos aceptan. Por su parte, Mauricio Macri fue el primer dirigente deportivo que a través de su éxito con un equipo profesional de fútbol alcanzó el poder en mi país. Explotó los réditos deportivos en la política, una jugada magistral.

Usted es hincha de Independiente, pero el asesino de la película ‘El secreto de sus ojos’ era de Racing. ¿Esa fue su manera de cargar a los hinchas del rival de patio?

Por necesidades del guion, yo necesitaba que él fuera hincha de uno de los cinco más grandes de Argentina (Boca, River, Independiente, San Lorenzo y Racing), pero como tenía que mencionar jugadores sin que el espectador advirtiera a qué equipo me refería, River y Boca quedaron descartados, ya que hasta sus desconocidos han sido conocidos. A San Lorenzo también lo descarté porque la historia ocurre en los setentas y este equipo ya había cambiado de estadio, así que no se hubiera podido filmar en él. Me quedaban Independiente y Racing. Claramente no iba a ubicar a un golpeador, asesino y violador de mujeres como hincha de mi club. Por ese motivo escogí a Racing.

¿Es fanático de Independiente?

No, yo me considero un hincha enfermizo. Lo que pasa con un club me afecta de un modo que no debería alterarme.

¿Y eso no es lo mismo que ser un fanático?

El fanatismo es otra cosa. Para mí es ser una persona irracional, violenta, incapaz de ver al ser humano que hay en tu rival. O sea, yo siempre le quiero ganar a Racing pero sus hinchas son tan humanos y aman tanto a su club como lo hago yo con el mío. No me considero un fanático ni en lo deportivo, ni en lo político, ni en lo religioso. Está banalizado ese concepto.

¿No cree que esta pasión del fútbol es bastante infantil?

Absolutamente. Jugar los martes e ir a ver a tu equipo los domingos te convierte en un niño, a pesar de la edad. Nosotros tenemos al fútbol, pero pobre del que no tenga a qué jugar, porque es un adulto las 24 horas, los siete días a la semana y eso es intolerable. Para mí jugar es totalmente catártico porque uno lo pone todo en la grama para ganar, aunque se vea ridículo. Mientras que ver al equipo los domingos es jugar por delegación, ya que dejas en los pies de otro tu autoestima y eso tiene una cosa trágica: te hace extremadamente vulnerable, te dota de una fragilidad lamentable.

Finalmente, y en vísperas del Mundial, ¿si fuera técnico de la selección Colombia le gustaría tener en su mejor momento a Radamel Falcao o al ‘Palomo’ Usuriaga (Q.E.P.D)?

Eso no se lo puedes preguntar a un hincha de Independiente. Me voy con el ‘Palomo’. Era tan lindo verlo jugar con ese tranco elegante lleno de estética. ¡Qué jugador por Dios! Sabes que cada aniversario de su muerte la hinchada de Independiente despliega una bandera recordándolo. Eso no pasa con casi nadie y mira que no estuvo mucho tiempo en el club. ¡Qué grande que eras ‘Palomo’!

*Periodista de Anadolu