Bahía ilusión | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Abril de 2020

Sorprendidos, por no decir lo menos, los cartageneros están escuchando múltiples voces señalando que las aguas transparentes de la bahía que actualmente se muestran en diversos medios de comunicación obedecen a las medidas de cuarentena decretadas por el Gobierno nacional con ocasión del Covid-19, y como consecuencia de la misma a la nula operación de botes y embarcaciones menores, con hélices  de motores fuera de borda de 20 centímetros que mantienen en constante agitación las aguas y, que no permiten la rápida sedimentación.

Es una torpeza porque estas embarcaciones más bien contribuyen con la oxigenación del cuerpo de agua; si se le quiere atribuir el problema a algunas embarcaciones debe mirarse a las embarcaciones de mayor calado, que incluso pueden pasar de los once metros, que tienen toda la capacidad de llegar al fondo agitando sedimentos.

No es un secreto que efectivamente las restricciones de tránsito, con ocasión de la pandemia que vive el mundo, estén propiciando en buena medida la recuperación de muchos ecosistemas y cuerpos de agua; sin embargo, señalar que la claridad de las aguas que hoy presenta la bahía de Cartagena se deba a esa coyuntura resulta un despropósito total ya que según quienes viven sobre la bahía no es un secreto que este fenómeno se presenta todos los años durante el primer trimestre.

La explicación es bien conocida por los lugareños, resulta que durante el verano de comienzos de año los vientos alisios, que para esta época soplan de norte a sur, arrinconan las aguas llenas de sedimento en el sur de la bahía y la constante brisa la mantiene clarificada llevando a sus visitantes a evocar escenarios paradisiacos. De igual forma actúa como barrera frenando el paso de sedimentos hacia la bahía. Pero saben que este aspecto se pierde con la retirada de los vientos y la entrada de la época de lluvias.

La verdadera causa que hace que esa bahía de aguas transparentes sea una ilusión de poco tiempo cada año son las grandes descargas de contaminación que deposita el canal del Dique, los primeros meses del año el río Magdalena está en su nivel más bajo por el intenso verano, una vez llega la temporada de lluvias las grandes descargas de sedimentos y nutrientes le devuelven su turbidez; asociar la trasparencia de la bahía con las medidas gubernamentales resulta del todo fantasioso, a menos que el decreto presidencial tuviera la potestad de influir en el comportamiento de los vientos alisos y en el bajo régimen de lluvias, lo raro es que en años anteriores no hemos tenido pandemias. El santanderismo nos sigue haciendo creer que con decretos y leyes cambiamos la realidad, saber que hay funcionarios que lo tienen por dogma es bien triste.

Lo que si podemos celebrar es que gracias al confinamiento ha sido posible ver delfines, peces y aves que sin cuarentena ya son una rareza, no solo en la bahía sino en el propio mar caribe, porque la sobrepesca y el alto tráfico los tienen diezmados, y gracias a este mal entendido ambiental ojalá dejemos de ver en la bahía la mayor alcantarilla del país, porque al paso que vamos el corralito de piedra se nos volverá el corralito de mierda, cada año el verde es menos intenso. Por ahora el verde coralino de la bahía sigue siendo una ilusión de verano.

@ludogomezm, luisdomingosim@gmail.com