Cárceles congestionadas | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Abril de 2020

Hace muchísimos años que los colombianos hemos sido informados y seguimos siéndolo, que las cárceles siguen estando congestionadas en tasas que son aterradoras por la cantidad de reclusos que son allá enviados sin consideración alguna, con la cuantía de la población autorizada en cada uno de estos centros.

En ocasión anterior propusimos en forma idealista e impracticable a corto plazo y más bien como política de estado, cuyos resultados serían a largo plazo, como en la educación primaria debe enseñarse a respetar la ley para no infringirlas como un deber ciudadano que debe ser objeto de vigilante rigor. Así se evitaría la congestión en las cárceles, la sociedad como un todo mejoraría, porque difícilmente se puede imaginar un conglomerado humano mejor que uno que respete la ley por ser ley.

Entre nosotros bien parece que es una viveza y señal de independencia sacarle el cuerpo a lo más elemental. En una oportunidad se le preguntó a un ciudadano de otro país si alguno había cometido una infracción de pasarse un semáforo en rojo y casi indignado contestó que eso no lo hacía porque estaba prohibido. Naturalmente esa propuesta de enseñar al ciudadano a respetar la ley por ser esta un mandato colectivo de obligatorio cumplimiento es utópico por la condición humana que no se acomoda fácilmente las reglamentaciones de su conducta.

Resulta que hoy por hoy en las cárceles no solamente se viola la superpoblación sino que, si nos atenemos a la conducta sanitaria que nos ha impuesto el combate a la plaga que nos aqueja, allá no se cumple y puede ser un blanco apetecido del virus que está aquejando al mundo. Si no existen pensamientos de consideración para con los reclusos si deben existir para con el resto de la población. Salvo que existan consideraciones perversas en el sentido de que no importa que se contagien y se mueran, porque, quien los mandó a delinquir y ser objeto del rigor de la ley.

Pero no puede ser válida esa interpretación cínica para los condenados, que son una parte de los detenidos; excede las tareas de quienes deben administrar justicia puesto que aquí no existe la pena de muerte, sino que solo se tienen consideraciones sanitarias para con los condenados; quienes así proceden resultan tan o más culpables que los que están entre las rejas, para hacer uso de la expresión recuerdo que cuando los condenados tenían que purgar sus penas en recintos resguardados con rejas metálicas; así su encierro era total.

No se conocen las estadísticas de entre los huéspedes de las cárceles, cuántos son condenados y cuantos con detención preventiva mientras se adelantan las investigaciones de los que los acusan, mientras se resuelve su situación de condena o libertad. Para ellos y también para otros condenados la idea de decretar su libertad es una medida que es necesario analizar con toda seriedad, para tratar de descongestionar las cárceles.