El progreso humano | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Abril de 2020

“Habilidad mental, distintivo de estados civilizados”

Al iniciar mis clases de ética pedía a los alumnos que levantaran la mano los que al despertarse, bañarse, vestirse, desayunar y salir para la universidad no pensaban en algo: casi todos levantaban la mano; después repetía la pregunta a los que pensaban en lo que iban a hacer durante el día: muy pocos la levantaban; y al final preguntaba ¿quienes piensan, al levantarse, ¿quién voy a ser hoy?: rara vez algún alumno levantó la mano. Estos son los futuros profesionales de Colombia: no sueñan, no saben de dónde vienen ni para donde van. En sus hogares, en sus colegios, en su vida, no aprendieron a soñar, a pensar en grande, a ser generosos y solidarios, a asumir su responsabilidad frente al futuro de la Patria y de la humanidad. No se les pasa por la cabeza que les corresponde, como universitarios y profesionales, enriquecer el futuro de la humanidad.

Mientras tanto, la mitad de los colombianos viven del rebusque, de un salario mínimo: de hambre. No se entienden que estos son una carga, insostenible para el Estado, siendo que si son preparados moral e intelectualmente estarían aportando al progreso nacional. Los políticos no ven que uno solo de estos anónimos son resultado de una educación insulsa, mediocre: de una política sin futuro.

Evidentemente los Estados civilizados siempre se desarrollan hacia una organización más perfecta con actividades más variadas y más perfectas; siempre están aumentando su acumen de pensamientos y conocimientos. Siempre creando, comparando, organizando y mejorándolos. Por tanto, mientras la fuerza física es la muestra del poder de los bárbaros, la habilidad mental es el distintivo de los Estados civilizados.

No ven que Colombia reclama, a gritos, la paz por medios pacíficos; privilegiando la formación moral, la familia, la política verdadera, el arte, el comercio, la diplomacia, la academia. Si las naciones civilizadas construyen y la violencia destruye ¿no será el momento de buscar la paz dialogando, como ese “perdona nuestras ofendas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”? La historia, la civilización occidental que nos dejó Carlomagno, debería ser el patrimonio que nos corresponde desenterrar. Siendo, esta, garantía de desarrollo, del progreso de todos ¿cuál será la razón para no acudir a una academia rigurosa, pertinente y relevante y al mensaje cristiano -coautor de la civilización occidental- si queremos hablar de progreso humano: económico, moral, social, para Colombia?

El egoísmo remplaza el lugar de la lealtad, el patriotismo, y la fe; surgen y crecen en la fuerza de los partidos; las clases y los estamentos en la sociedad se separan más; la energía nacional se convierte en una mera fiebre que se auto consume, y que hace que las partes constituyentes sean causa de su mutua destrucción; y así al final la unidad necesaria para la vida política se hace imposible. Mientras tanto la corrupción de la vida moral, que es común a todos los países prósperos completa la destrucción interna y, con o sin la aparición de algunos enemigos externos, la nación a duras penas se puede seguir considerando un Estado.

Las citas son del Cardenal Newman: académico de Oxford, convertido al catolicismo en 1845, muere en 1890.